Negociaciones encalladas

Vecinos del Eixample temen más bares y tiendas por la disputa en el Gobierno Colau

Entidades vecinales y comerciales de Sant Antoni y su entorno ruegan a comunes y PSC que salven las restricciones a la apertura de restaurantes, bares musicales y 'súpers' de 24 horas

Mesas vacías en una terraza de la calle de Enric Granados, el viernes 17 de julio

Mesas vacías en una terraza de la calle de Enric Granados, el viernes 17 de julio / FERRAN SENDRA

Jordi Ribalaygue

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A pocas horas del pleno del Ayuntamiento de Barcelona de este viernes, las desavenencias entre los dos socios de gobierno mantienen en vilo la suerte del plan de usos comerciales del Eixample, que debe regular la apertura de nuevos locales de hostelería, ocio nocturno y ‘súpers’ de 24 horas para frenar la proliferación de negocios que fomenten el ruido, la masificación, el encarecimiento de alquileres y el cierre de comercios de proximidad. Barcelona en Comú y PSC han seguido negociando a lo largo de este jueves, si bien las posiciones entre las dos fuerzas del ejecutivo de la alcaldesa Ada Colau pintan tan distanciadas como en los últimos días.

El pulso se disputa en Sant Antoni. Asociaciones vecinales y comerciales del barrio y su entorno se han reunido con los comunes y los socialistas por separado para advertirles este jueves que sería desastroso que la regulación quedase en papel mojado.

Entidades vecinales de los barrios de la Esquerra del Eixample, la Dreta del Eixample y Sant Antoni, además de la plataforma SOS Enric Granados, han rogado a las fuerzas políticas que salven el plan de usos para frenar una avalancha de peticiones de licencias de restaurantes, bares, discotecas y colmados abiertos también por la noche a partir del 11 de marzo, cuando finaliza la moratoria de dos años para otorgar permisos de apertura. “Si no se aprueba, nos podemos encontrar con un alud de actividades que destrozaría nuestros barrios”, ha alertado Xavier Riu, miembro de la Asociación de Vecinos de la Esquerra de l’Eixample.

El representante vecinal ha evitado cargar contra algún partido en concreto. En todo caso, ha rogado “un último esfuerzo a los grupos municipales” antes de la sesión plenaria “para que las disputas políticas no revienten una situación que puede ser irreversible”.

Fracaso a la vista

De no producirse una nueva pirueta en una controversia ya suficientemente enredada, el proyecto de reglamento para limitar la apertura de restaurantes, locales musicales y badulaques se irá al traste este viernes. En la oposición, Junts reclama que el debate se aplace a febrero para seguir debatiendo la medida, mientas que ERC estudia el sentido de su voto. En cualquier caso, el apoyo de los republicanos resultará insuficiente si los comunes no hallan más aliados. 

La teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, ha reiterado el ultimátum que ya lanzó a los socialistas el miércoles para que se avengan a apoyar la última propuesta de los comunes, en que las calles Bailèn, Roger de Llúria y Bruc quedan excluidas de las restricciones más severas. “Si somos fuerzas responsables, que defendemos el comercio, la diversidad, la vida de los vecinos y el descanso en los barrios, no hay más opción que aprobar esta propuesta”, ha sostenido la concejala de los comunes.

Sin embargo, los socialistas reclaman que, al igual que los comunes han rebajado sus posturas en el entorno de las calle Girona, se haga lo propio en el barrio de Sant Antoni. Como ejemplo, proponen que arterias como Sepúlveda se retiren de las vías con un baremo de limitaciones más estricto. En cambio, Barcelona en Comú reitera que el conjunto del barrio de Sant Antoni debe conservar la regulación rigurosa que ya se le aplica. “Debe estar protegido. Es importantísimo. Nos jugamos un barrio”, ha advertido Sanz.

La voz vecinal

Las entidades vecinales que se han reunido con la teniente de alcalde de los comunes han secundado su postura. A la salida del encuentro, se han expresado en contra de suavizar restricciones en una calle como Sepúlveda, paradigma para el PSC de las vías del Eixample en las que, lejos de acotar la actividad comercial, debe fomentarse la reapertura de negocios con la persiana bajada. 

No estamos dispuestos a ceder. No puede ser que un plan de usos pactado con los comerciantes y trabajado durante años se tire ahora a la papelera por pactos políticos extraños”, ha criticado Riu. Representantes vecinales aseguran que la aparición de negocios ligados al turismo y el ocio que relegan a tiendas tradicionales de alimentación, ropa y otros productos básicos se nota más allá de calles como Enric Granados -con una patente aglomeración de restaurantes y terrazas- y no solo amenaza a las vías pacificadas al tráfico y los futuros ejes verdes, incluidos en la zona de regulación más estrecha. "El problema de Enric Granados se extiende como una mancha de aceite. Aribau también está lleno de bares, el entorno de la Model será un caramelo si no se regulan las actividades... No queremos frenarlas, sino regularlas para no caer en un monocultivo que lo mata todo”, ha opuesto Riu.