Oportunidad verde

El garaje neoyorquino que podría ser un jardín para la Sagrada Família

Los vecinos piden que el histórico Manhattan se convierta en un parque

La recuperación de interiores de las manzanas como espacios verdes está atascada

Un vecino señala desde su balcón el parking en un interior de manzana cerca de la Sagrada Familia

Un vecino señala desde su balcón el parking en un interior de manzana cerca de la Sagrada Familia / Manu Mitru

Ferran Dalmau

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Entre Aragó y València, enmarcado por la calle Sardenya, y Marina, se erige un gran parking desubicado. El Manhattan lleva más de 30 años alojando los coches de varios barceloneses –tal y como recuerdan ellos mismos en algunas reseñas en las redes– y es casi un elemento más del paisaje de esta manzana vecina de la Sagrada Família. No es Nueva York, pese al nombre del garaje y al tupido urbanismo que le rodea, sino Barcelona, en medio del Eixample.

Cuando Gabriel Mercadal abre las puertas del balcón de su casa, enseguida se ve el problema. Rápidamente matiza: no es la historia de un problema, sino de una oportunidad: “No son los perjuicios, sino lo que pierdo”. La manzana donde se encuentra el Manhattan es una de las afectadas por el plan urbanístico en torno a la Sagrada Familia, donde hay varios bloques que deben desaparecer para dar paso a un gran pasaje verde. Mientras el proyecto está en pausa, piden que al menos el parking desaparezca para dar lugar a un parque. Es sólo un primer paso a falta de que se acabe de desatascar la solución para todas las manzanas cercanas a la obra de Gaudí. Sin embargo, está convencido de la causa. Asegura que ganaría tanto, que es inimaginable. "Además, estas fachadas ya están pensadas para dar a una calle, y no a un interior".

El Manhattan es el enésimo ejemplo de que el plan Cerdà no acabó de aplicarse. Los interiores de las manzanas debían ser parques e incluso en algunos casos paseos donde sólo se edificaban dos de los lados del cuadrado. Pero el espejismo fue desapareciendo poco a poco, al mismo tiempo que se iban pareciendo más al urbanismo de La Gran Manzana. Los constructores fueron ganando terreno respecto a la naturaleza, y el lema de Ildefons Cerdà: «Ruralizad lo urbano, urbanizad lo rural», perdió su primera pata.

Interiores de manzana

El Ayuntamiento ya se dio cuenta en 1987 de cómo el espíritu verde original para el Eixample se había convertido tan sólo en una fábula. Entonces se lanzó un plan para crear interiores verdes entre los bloques de edificios. El objetivo era conseguir uno cada 200 metros, aunque por el momento sólo hay 48 en los más de siete kilómetros cuadrados de distrito.

Ahora esta isla podría ser otra de ellas, porque el gobierno municipal se está reuniendo con las entidades vecinales para desatascar la situación urbanística en torno a la Basílica de la Sagrada Família. Fuentes del Ayuntamiento admiten que la situación de partida es "compleja" porque hay muchos intereses diferentes, "legítimos pero evidentemente alejados".

Entrada del parking Manhattan con las torres de la Sagrada Familia de fondo

Entrada del parking Manhattan con las torres de la Sagrada Familia de fondo / Manu Mitru

Los objetivos del Ayuntamiento siguen la línea del mandato: disminuir la presión turística en el barrio y garantizar el derecho a la vivienda. El consistorio pretende facilitar que acaben las obras del templo, pero haciéndolas compatible con mejorar las dotaciones en el barrio. En este marco, la desaparición del Parking Manhattan para dar lugar a un parque encajaría a la perfección con la voluntad de la ciudad, y también de los vecinos.

Sin embargo, la situación es complicada. Gabriel lo conoce bien porque lleva más de 40 años viviendo allí: “Por primera vez en mucho tiempo estamos todos de acuerdo. Esta zona podría ser un parque, pero antes se debería expropiar el terreno”. Ha explotado su faceta de vecino en el tejido social del barrio y es representante de la Comisión de Afectados por el Templo, lo que le ha llevado a participar de las reuniones con el Ayuntamiento, y en alguna ocasión también con el propietario del Manhattan: “No se pone en contra. Dice que ya le estaría bien si, por ejemplo, pudiera hacer un parking bajo tierra”.

Amianto como catalizador

Solucionar la falta de espacios verdes en el Eixample está en la agenda del Ayuntamiento desde los años ochenta, pero en la última década se ha hecho visible una cuestión nueva que puede hacer escalar el tema entre las prioridades del consistorio. El miedo que genera el amianto. El material es considerado cancerígeno por la OMS, pero aún así todavía cubre la cubierta del Manhattan desde su creación y por lo tanto, ahora debe retirarse. Muchos de los vecinos han manifestado que la cubierta de ese gran garaje les preocupa. Uno de ellos es Gabriel, que sin embargo, es más prudente: “Tiene riesgo, pero no es peligroso ahora mismo”.

Parking en un interior de manzana cerca de la Sagrada Familia, desde el balcón de un vecino

Parking en un interior de manzana cerca de la Sagrada Familia, desde el balcón de un vecino / Manu Mitru

Pese a que el propietario también es consciente de ello, se trata de una operación complicada y cara, y desde la azotea de su casa, los vecinos son realistas: “El propietario nunca retirará el amianto, porque con el plan urbanístico piensa que quizás se gasta el dinero y después le expropia el terreno”, sentencia Mercadal. Precisamente aquí reside una de las esperanzas del vecindario: que el Ayuntamiento mueva ficha para solucionar dos cosas de un golpe.

Para el Manhattan la actual situación tampoco es agraciada. Se mantiene en pie, anciano, pero no se puede remodelar, ampliar ni adaptar pues el terreno está afectado por el plan inicial de convertir el terreno en una rambla que dirija a los ciudadanos y turistas hacia la Sagrada Família. Algunos trabajadores del garaje llevan una década en la empresa, como uno de sus vigilantes, que actúa de portavoz oficioso: “No sabemos nada, más allá de que lo van a demoler en algún momento”. Concluye admitiendo que son conscientes de la situación: “Tampoco permiten hacer ni construir nada, así que ya lo teníamos asumido”.

Nuevas conversaciones en marcha

Desde la pandemia la negociación está funcionando a ralentí, porque el confinamiento y la consecuente caída del turismo rebajó la presión en el barrio y frenó las conversaciones entre las partes. Pero ahora, tanto las asociaciones de vecinos como el gobierno municipal han confirmado a este medio que las conversaciones se han reanudado. Fuentes oficiales confirman que se ha puesto en marcha de nuevo lo que llaman "proceso de reflexión", mientras los vecinos son más precisos: la última reunión fue el 15 de julio y ahora están pendientes de la próxima.

Vienen elecciones y los ciudadanos no son ajenos al vaivén que puede generar un cambio político. Aunque tampoco les preocupa demasiado: “No creo que sea una cuestión de qué grupo gobierne, veo un cierto consenso para arreglar esta situación”, apunta Gabriel. Con el debate de nuevo sobre la mesa, Barcelona está ahora un poco más cerca de desatascar el futuro de esta manzana. De saber si el consenso se convierte en un cambio, o si el Manhattan sigue acercando el urbanismo tupido de La Gran Manzana al Eixample.

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