Ropa para ponerse firmes
El dueño de una tienda de uniformes recorre los países en conflicto en busca de material
"No hay nada más punk que revelarte contra el ejército llevando una chaqueta militar", explica Darío Pérez, propietario de la tienda de ropa bélica GI Joe Surplus (Ronda de Sant Antoni, 49). La vida de este barcelonés, de 52 años y alma irreverente, daría para escribir tres libros. Ha estado en todos los meollos para adquirir restos de equipamientos militares. Desde Kuwait, en el fin de la guerra del Golfo, hasta Hong Kong, cuatro días antes de la devolución a China, pasando por la guerra civil moldava. "Y pronto Corea del Norte", comenta, como si nada.
La pasión por la ropa militar de esta especie de Indiana Jones de lo textil viene de lejos. En los 80, un viaje al Camden de Londres le reveló que el vestuario de los ejércitos tenía un nicho de mercado en Barcelona. Y 30 años más tarde su tienda se ha convertido en un referente. GI Joe era el apodo de los soldados de infantería del ejército americano en la Segunda Guerra Mundial. "Eran carne de cañón –aclara Pérez– y aquí vendemos sus excedentes".
Entrar en su tienda es como trasladarse a una base militar: paredes de madera repletas de mochilas, ropa, cascos, máscaras de gas e incluso paracaídas. Todo es original, de segunda mano o nuevo de trinca. Por los altavoces suena rock and roll clásico, como si en cualquier momento pudieran aparecer Elvis o Marilyn Monroe para animar al pelotón. De hecho, venden el mismo modelo de chaqueta que llevó la explosiva rubia en la Guerra de Corea.
"Nuestros proveedores habituales son los países de la OTAN, pero también vendemos antigüedades", agrega Pérez, sujetando una chaqueta de un soldado de la Segunda Guerra Mundial, mucho más pequeña de lo que cabría esperarse cuando uno se imagina a los aliados o a los nazis. "Es normal –justifica–. Esos militares eran hijos de la Gran Depresión o de la hambruna de la República de Weimar".
Clientes originales
Al igual que la ropa, los clientes de GI Joe Surplus también rompen esquemas. A parte de los coleccionistas y los que practican airsoft, el 80% de las ventas son a clientes que les gusta lo militar como atuendo urbano. Es el caso de Ángel, que se lleva puesta una chaqueta del ejército belga "porque le gustan sus colores de camuflaje"; o el diseñador Dragomir Krasimirov que se confiesa fan de esta estética "neutral y atemporal".
Sean Penn, Arnold Schwarzenegger y Van Damme también se cuentan en su lista de clientes famosos. "Esto me encanta –dice Pérez mientras admira su criatura de 30 años y tres millones de artículos–. Y cuando me jubile llevaré conmigo todas estas experiencias".
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