UNA HISTORIA DEL EIXAMPLE...

Brazadas de competición

La Piscina Sant Jordi, la primera piscina cubierta para pruebas deportivas de Catalunya, abrió sus puertas en 1966 en la calle de París

La gran piscina de 50 metros de la Sant Jordi, de las pocas de este tamaño de la ciudad.

La gran piscina de 50 metros de la Sant Jordi, de las pocas de este tamaño de la ciudad.

MARTA ALCÁZAR

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El olor a cloro adorna la entrada al recinto de la Escola Industrial desde la calle de París. Procede de la vecina Piscina Sant Jordi, de donde cada día salen los niños de su cursillo de natación. Los padres esperan en la entrada como en tantos otros centros de la ciudad. "Me he tirado desde el trampolín", cuenta Gina Fusté de 4 años a la salida. Alberto Trabal, uno de los progenitores, habla satisfecho de las instalaciones: "Tenemos muchas facilidades y es más económica que la mayoría de piscinas privadas". Pocos saben que, a diferencia del resto, esta es la primera piscina de competición cubierta que se abrió en Catalunya.

El origen de la Piscina Sant Jordi (París, 114) se remonta al año 1929, cuando el arquitecto Joan Rubió llevó a cabo la remodelación de la fábrica textil Can Batlló que acogería la Escola Industrial de Barcelona. Sobre las antiguas balsas de la tenería, el discípulo de Gaudí habilitó un espacio para el baño de los estudiantes que poco tenían que ver con las instalaciones actuales. "Eran unos baños al aire libre, que no estaban cubiertos", explica Jaume Monzó, miembro de la junta directiva de la Federació Catalana de Natació que hoy es la administradora de la Piscina Sant Jordi.

Inaugurada por Franco

El plan de piscinas impulsado por Samaranch desde la Diputació de Barcelona permitió la construcción de la piscina Sant Jordi y la convirtió en su pieza más emblemática. Era la primera cubierta de dimensiones olímpicas que se inauguraba en Catalunya. Tal era su importancia que hasta el dictador Francisco Franco vino a inaugurarla en 1966. "Recuerdo que nadé frente a él", explica Monzó que entonces formaba parte del equipo olímpico que participaría en los Juegos de México, en 1968. "Fue una piscina de referencia para el entrenamiento y competición", añade.

A finales de los años 80, la piscina se reformó para los Juegos Olímpicos. Fue subsede de entrenamiento. Y el destino le tenía preparado otro papel a Monzó, que participó en la remodelación de la instalación como arquitecto técnico. "La piscina anterior parecía una catedral. Las paredes estaban llenas de vitrales de Ràfols-Casamada -destaca-. Se cambiaron los vitrales por ventanales de luz natural, se renovó el alicatado de la piscina y se abrió el gimnasio".

De 50 por 25 metros

A día de hoy la piscina se ha quedado "obsoleta" para la alta competición. Pese a sus dimensiones olímpicas (50 metros de largo, 25 de ancho y hasta 2,7 metros de profundidad), la actual normativa exige una segunda alberca para el entrenamiento, que la Sant Jordi no posee. Sí que mantiene entrenamientos y campeonatos de waterpolo y natación sincronizada.

La actual Piscina Sant Jordi se ha especializado en cursillos de natación para escolares. "Ha crecido el número de niños y escuelas que vienen a aprender a nadar", subraya la directora adjunta Elena Devesa. Las instalaciones cuentan además con gimnasio y actividades dirigidas. Y tienen ya unos 3.000 abonados.