Una historia del Eixample...Can Serra

El palacete que no fue

La sede de la Diputació, del arquitecto modernista Puig i Cadafalch, se concibió como residencia familiar pero acogió una escuela teresiana

Can Serra, sede de la Diputació, con el edificio moderno detrás.

Can Serra, sede de la Diputació, con el edificio moderno detrás.

JUDIT DEIG / BARCELONA

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De acoger un palacete a convertirse en sede de la Diputació de Barcelona, pasando por una escuela de monjas. Esta ha sido la metamorfosis de Can Serra (Rambla de Catalunya, 126), desde su construcción en 1902 hasta la actualidad. Pere Serra, comerciante natural de Manresa, vio en Barcelona una gran oportunidad de negocio a finales del siglo XIX, al empezar a urbanizarse el Eixample. Tras comprar el terreno para edificarlo con fines inmobiliarios, Serra cambió de idea y pensó en construir allí su propio palacete.

La obra fue encargada al arquitecto Josep Puig i Cadafalch, quien impregnó con su esencia la vivienda neogótica, caracterizada por una torre que divide las dos alas del edificio y una fachada con rostros esculpidos de artistas como Wagner, Velázquez o Cervantes.

"Puig i Cadafalch estaba en contra de la construcción del Eixample, por su distribución y diseño. Su intención era hacer siempre edificios diferentes. Por ello, los hacía tan singulares", dice David Galí, historiador del Servei de Patrimoni Arquitectònic de la Diputació.

Sumido en una crisis financiera, el empresario catalán tuvo que vender el inmueble, aún inacabado, a la congregación religiosa Santa Teresa de Jesús, que instaló allí una escuela, en 1908 y hasta los 60. Con algún paréntesis, como en la guerra civil durante la que acogió la residencia de médicos de las Brigadas Internacionales.

Dos edificios en uno

En los años 70, el Col·legi d'Arqui-tectes pidió incluir el inmueble en el catálogo del patrimonio de la ciudad . Y en 1985 la Diputació compró el edificio y encargó su reforma a los arquitectos Federico Correa y Alfonso Milà. "El edificio es funcional. El encaje entre la parte nueva y la antigua está bien hecho. En la antigua, está el despacho de la presidenta y la sala de juntas. En la nueva, estamos los técnicos y los grupos políticos", explica Marisa Díez, redactora en la Diputació. En el 2001, Can Serra fue declarado Bien Cultural de Interés Nacional, máxima protección del patrimonio.