EL CONTROL DE UNA ESPECIE QUE CAUSA MOLESTIAS

Santuario de palomas

Avalancha de palomas en el mismo centro de la plaza de Catalunya donde desde hace tiempo se da de comer a estas aves.

Avalancha de palomas en el mismo centro de la plaza de Catalunya donde desde hace tiempo se da de comer a estas aves.

BEATRIZ PÉREZ / BARCELONA

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"Respeto a una tradición histórica". Este es el motivo por el cual el ayuntamiento permite dar de comer a las palomas en la plaza de Catalunya, el único punto de la ciudad en que alimentar a estas aves y, por ende, ensuciar la calle, no acarrea sanción económica alguna.

«En toda la ciudad, la Ordenança General del Medi Ambient Urbà del 2003 persigue a quienes tiren comida en la vía pública o alimenten a la fauna urbana de cualquier tipo», explican fuentes de la Agència de Salut Pública de Barcelona (ASPB). La única excepción, «por decisión de la alcaldía», es la plaza de Catalunya. Según la ASPB, se desconoce el momento exacto en el que se originó esta singularidad, pero es posible que sea anterior al mandato del alcalde socialista Joan Clos (1997-2006).

La Guàrdia Urbana pone cada año un centenar de multas de entre 300 y 600 euros por tirar comida a la calle, informa la ASPB. Pero además de ensuciar, añade, dar de comer a las palomas es perjudicial para ellas porque promueve la superpoblación de las mismas. De esta manera, su ciclo reproductivo normal se altera al aumentar su puesta de huevos.

NEGOCIO

 Óscar Suñé tiene 45 años y trabaja desde los 16 vendiendo golosinas, bebidas y comida para las palomas en el quiosco situado frente a las Fonts Bessones de la plaza de Catalunya, en el mismo centro. «Lo que más dinero da es la comida para aves», reconoce. Aunque no proporciona cifras exactas, cuenta que de media en un día gana entre 50 y 70 euros, de los cuales gran parte proviene de la venta de alimento a estas aves. Son bolsas llenas de trigo y veza, una especie de pienso, que se venden en bolsas de uno, dos y tres euros. «El 80% de las personas que dan de comer a las palomas son barceloneses -revela Suñé—. Sólo el 20% restante son turistas». Para este vendedor ambulante, dar de comer a las palomas forma es una tradición histórica de la ciudad. "¿Quién no ha traído aquí a sus hijos o nietos alguna vez?", opina.

DE MONTJUÏC

 Alexis Calvo, presidente de la asociación protectora Corazón de Paloma, conoce bien la historia de las palomas de la plaza de Catalunya. "Las trajeron de Montjuïc con motivo de la Exposición Universal de 1929. Antes no había ninguna", narra. En su opinión, es «absurdo" que el consistorio permita alimentar a estos animales en la plaza de Catalunya para después "capturarlos con redes y gasearlos con CO2", como, según él, hace cuando instalan la pista de hielo en Navidad. "Posiblemente el ayuntamiento tiene interés en seguir cobrando el alquiler de los puestos ambulantes", manifiesta.

Este experto cuenta que en Barcelona hay más de 100.000 palomas, si bien hace años que no se lleva a cabo ningún censo. Para el caso de la plaza de Catalunya, lamenta que estos animales sean utilizados como una "atracción turística" y explica que están más sucios que en otros barrios porque también la zona es mucho más sucia.

Sergi López, presidente de la Associació de Veïns de la Dreta de l'Eixample, opina que "los animales urbanos son necesarios para la biodiversidad". López confiesa que nació hace 58 años en este distrito y de su niñez guarda el recuerdo de ir a la plaza de Catalunya con sus padres y hermanos para tomarse una foto con las palomas. «"on animales a los que te puedes acercar, sobre todo antes cuando había menos contaminación".