EIXAMPLE
El Goethe Institute estrena casa
En otro barrio más céntrico pero sin moverse del Eixample. El Goethe Institut (Roger de Flor, 224) ha empezado una nueva y prometedora etapa en el corazón de Barcelona después de pasar 15 años en el número 24 de la calle de Manso, en Sant Antoni. El instituto de cultural alemán se ha instalado en el edificio Herder, a tres manzanas del templo de la Sagrada Família, con la intención de estrechar más si cabe los lazos entre Catalunya y Alemania.
El Goethe Institut se ha encargado de las reforma integral de las tres plantas y de la apertura de una entrada independiente, distinta de la que cuenta el edificio Herder para el resto de empresas instaladas en el inmueble. «Ahora tenemos unas instalaciones mucho más modernas, más espacios polivalentes y, sobre todo, una mejor distribución del espacio», cuenta Ursula Wahl, jefa de actividades culturales del centro. A pie de calle, los usuarios tienen a su disposición la cafetería, una moderna biblioteca con recursos interactivos y una sala de actos versátil. En la primera planta se sitúan las diferentes aulas, y en la tercera, los despachos y oficinas del instituto.
CAMBIO RADICAL
El nuevo Goethe, inaugurado el pasado 30 de octubre, es un espacio luminoso, abierto a la ciudad y con grandes ventanales. En la cafetería, junto a la barra, un pantalla muestra a los usuarios un time lapse (una sucesión de imágenes a cámara rápida) de las obras en la primera planta. El cambio es radical.
«Este espacio de la antigua editorial Herder estaba totalmente abandonado, en muy mal estado. Había sido un antiguo orfanato en 1800, y nos encargamos de recuperar elementos de sus orígenes, como la volta catalana, cubierta durante años por un falso techo», cuenta la arquitecta Ana Fernández, responsable del proyecto de reforma.
SEIS DÉCADAS
La relación de la capital catalana y el centro especializado en la difusión de la lengua y la cultura alemanas se remonta unos 60 años atrás. «En el 1955 se fundó la biblioteca alemana de Barcelona. Fue una avanzadilla. Todavía no existía Goethe como institución, pero se acabó integrando», cuenta Wahl, para quien la creación de este instituto fue una manera de «mejorar la imagen de la Alemania de la posguerra en el exterior». El instituto cultural alemán, con presencia en 78 países, trabaja sobre la base del diálogo, del intercambio. De esta manera, no hay dos institutos iguales en el mundo. «El Goethe de Barcelona y el Goethe de Kabul no tienen nada que ver», apunta Wahl.
El departamento de lengua del Goethe, su servicio más conocido, ofrece clases de alemán y organiza todos los exámenes oficiales. «He estudiado periodismo y estoy aprendiendo alemán para diferenciarme. No descarto irme fuera», explica una de las alumnas, Sara Narváez. Una de sus compañeras de clase, Cristina López, cuenta que el alemán «es más fácil entenderlo que hablarlo».
Con el inicio de la crisis, hace cinco años, las matriculaciones en el centro se dispararon. Ahora tienen 3.000 alumnos de alemán, el 80% más que en el 2009, según la directora del centro, Marion Haase. «Mucha gente se apuntaba a cursos intensivos y probaba suerte en Alemania, pero han comprobado que no es suficiente y empezamos a preparar charlas sobre el mercado laboral alemán parar preparar bien su viaje», cuenta Haase.
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