UNA HISTORIA DEL EIXAMPLE

Casa Golferichs, el chalet que el barrio salvó de la piqueta

El Centre Cívic nació como vivienda familiar y fue un colegio de monjas

Casa Golferichs  8Fachada del edificio, de estilo neogótico.

Casa Golferichs 8Fachada del edificio, de estilo neogótico.

ANNALISA PALUMBO / BARCELONA

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Arcos puntiagudos en tonos marrones y verdes capturan la vista de las personas que pasean. Casa Golferichs (Gran Via de les Corts Catalanes, 491), ahora centro cívico, se construyó en 1901 por encargo del ingeniero de caminos y comerciante de maderas exóticas Macari Golferichs Losada. Su arquitecto, Joan Rubió i Bellver, ganó con este proyecto el premio del ayuntamiento al mejor edificio terminado en 1901.

Popularmente conocida como el Xalet, casa Golferichs tiene elementos de inspiración neogótica que la hacen destacar de su entorno. «Rubió se sirve de los tonos marrones y verdes de la madera en homenaje a los comercios de Golferichs», explica la historiadora Carolina Chifoni. Una combinación de mampostería, ladrillo visto y cerámica, con arcos puntiagudos que se encuentran también en su interior constituyen esta vivienda unifamiliar, de ubicación perfecta. «La Gran Via de aquel entonces era una calle muy ancha, que adquiere importancia con las obras para la exposición universal de 1929», sigue Chifoni.

Una imponente escalera de madera lleva a la primera planta, donde se ubicaban los dormitorios. La segunda acogía cocina y habitaciones del servicio. «Una de las joyas de Casa Golferichs es justo la última planta, con la cubierta a dos aguasAquí hacemos ahora cursos, conferencias y conciertos. La acústica es perfecta», cuenta Jordi Villar, coordinador de cursos del centro cívico.

En 1936, con la guerra civil, la casa fue confiscada y Golferichs murió en 1938. Las monjas dominicas compraron el edificio y montaron un colegio, destrozando el interior. En los años 70, después de permanecer unos años cerrado, se puso en venta. «Josep Lluís Núñez lo compró con la intención de derribarlo para construir pisos», sigue Chifoni. Las protestas vecinales y el apoyo del Col·legi d'Arquitectes consiguieron que el ayuntamiento catalogara la casa, impidiendo su derribo. Viendo sus planes frustrados, Núñez vendió el edificio al ayuntamiento, que lo restauró en los años 80 y lo abrió como centro cívico en 1989. El edificio celebrará sus 25 años de dedicación a los vecinos con unos actos durante este próximo mes de diciembre. «Sin la lucha vecinal nosotros no tendríamos la casa», sentencia Villar.