entrevista con el Traductor

Lluís Rabell: «El modelo de ciudad está ahora en juego»

Solidaridad y convivencia llevaron a Lluís Rabell a implicarse en su barrio, la Nova Esquerra de l'Eixample. Además de dirigir la asociación vecinal del barrio preside la Federació d'Associacions de Veïns de Barcelona.

Vecino implicado 8Rabell posa en una calle de su céntrico barrio.

Vecino implicado 8Rabell posa en una calle de su céntrico barrio.

CARME ESCALES
BARCELONA

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Lluís Rabell (Barcelona, 1954) es traductor intérprete. Ciutat Vella fue su distrito hasta los 14 años, cuando se trasladó con su familia a la Esquerra de l'Eixample, donde vive desde entonces y donde preside la asociación vecinal del distrito. Desde hace dos meses, preside también la Federació de Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB).

-¿Cómo fue su primer contacto con el micromundo de la acción vecinal?

-Fue al volver de Francia, donde por trabajo estuve viviendo 10 años. Al llegar aquí, mi compañera, que es francesa, quiso aprender catalán para integrarse más y empezó también a dar clases gratuitas de francés en el centro cívico del barrio. Fue un intercambio de servicios. Ella me empujó a implicarme con alguna actividad. Era el año 87.

-¿Qué hizo?

-Empecé a colaborar con la revista de la Esquerra de l'Eixample, en la que aún escribo, aunque de manera puntual. Es una publicación que lleva ya 74 números (tres o cuatro por año) y distribuye 2.000 ejemplares.

-¿Qué le aporta la revista al barrio?

-Ofrece la opinión, el posicionamiento de los vecinos ante cualquier tema. El editorial es lo único que se discute y se aprueba en la junta de la asociación. El contenido del resto es la opinión de los socios que escriben. Crear opinión pública es una forma de participación ciudadana, la politización de la ciudadanía en el sentido más noble de la palabra, la de crear conciencia de ciudad y de barrio sobre todo lo que nos afecta.

-¿Cómo se financia la revista?

-Se autofinancia con la publicidad de los comercios del barrio. No solo no es deficitaria, sino que a veces incluso tenemos superávit. Es una manera de mantenernos independientes y de crear redes de complicidad entre vecinos y comerciantes.

-¿En la asociación del barrio y en la FAVB, los cargos reciben algún tipo de remuneración?

-En Barcelona, no. En Madrid, sí. Pero aquí nos parece que no cobrar ayuda a mantener la independencia. Pero hay un inconveniente, como le pasó a Jordi Bonet, anterior presidente de la FAVB, que por trabajo tuvo que irse al extranjero.

-Y le tocó a usted sustituirlo. ¿Cómo describe el momento que vive Barcelona, ahora que afronta el cargo?

-Es un momento clave, hemos llegado a un cruce de caminos, en el que el modelo social está en disputa. La grave crisis económica nos ha llevado a cuestionarnos todas las pérdidas de servicios y las enormes diferencias sociales que no podemos tolerar. El modelo de ciudad está ahora en juego.

-¿Cómo articular una concepción de ciudad al gusto de todos?

-La gente tiene que hacer más activa su presencia y su voz, cuanto más lo haga, más calidad democrática tendremos todos. Debemos combatir la idea de que la opinión se da solamente una vez cada cuatro años. Hacen falta contrapoderes. Sindicatos, asociaciones de vecinos, todo movimiento social promueve una ciudadanía consciente, algo absolutamente necesario.

-¿Cómo se comporta el barrio de la Esquerra de l'Eixample?

-Aquí tenemos un total de 1.200 socios y, además, hay medio millar de personas que participan en las actividades que organizamos y en los cursos de todo tipo que se realizan en el centro cívico. Este distrito tiene una larga tradición en reivindicaciones feministas. En los años 70, había redes solidarias que acompañaban a mujeres a abortar al extranjero, arriesgándose mucho. Y esta fue la primera asociación de vecinos con una vocalía de defensa de los derechos de los homosexuales.