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Vuelta al cole

El contundente recordatorio de la psicóloga Lara Ferreiro: "Los niños se vuelven más tontos por las pantallas"

La experta en salud mental asegura que en España "uno de cada tres escolares van a sufrir algún tipo de acoso"

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Un niño sostiene un cartel con el lema 'Stop the bullyng'.

Un niño sostiene un cartel con el lema 'Stop the bullyng'. / José Luis Roca

María Rueda

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Septiembre es el mes en el que todo vuelve a empezar y, con ello, llega la mayoría de veces el Síndrome posvacacional. Después de haber estado relajados de vacaciones y despreocupándonos de la rutina tanto niños como adultos, no es fácil volver a ella. Lara Ferreiro, psicóloga de profesión, ha explicado con detalle el fenómeno que surge en esta época del año y lo necesario que es conocerlo bien.

El Síndrome posvacacional en niños y adultos

Ferreiro ha contado en el canal de Youtube de Libertad Sin Deudas, un despacho de abogados expertos en cancelación de deudas y Ley de Segunda Oportunidad, que el Síndrome posvacacional puede manifestarse de diferentes maneras. En el caso de los mayores, en forma de tristeza por volver a trabajar, algo que dura entre 2 y 15 días.

En cambio, a los más pequeños les suele durar unas 3 semanas, porque han estado más tiempo de vacaciones.

Eso sí, la psicóloga ha recalcado que, si dura más de ese tiempo, “a lo mejor al niño le han hecho acoso escolar en la etapa anterior y no quiere ir al colegio por eso”.

Por otra parte, también ha barajado la posibilidad de que se deba a que sus padres se hayan divorciado y eso le haya afectado, pues “7 de cada 10 matrimonios se separan en septiembre”, ha continuado.

No es lo mismo la pereza que el miedo

Es importante diferenciar cuando un niño no quiere ir al colegio por pereza después de las vacaciones o por miedo. Y es que, aunque el 40% de los niños no va a querer volver a la rutina, a muchos de ellos luego se les pasa y salen del centro educativo con una sonrisa.

Por el contrario, hay otros que temen la escuela, y es aquí donde los padres han de observar qué le pasa a su hijo, por si ha sido víctima de acoso escolar.

Que se haga pipí en la cama, tenga insomnio, pesadillas, miedo, que no quiera volver, se le cierre el estómago o coma por ansiedad pueden ser algunos de los signos, según detalla la psicóloga, sobre todo si el verano lo ha pasado tranquilo.

El miedo ante el acoso escolar

La experta en salud mental ha explicado que “uno de cada tres escolares en España van a sufrir algún tipo de acoso en algún momento de su vida escolar”, lo que demuestra que “estamos ante un grave problema social que es probablemente una de las cosas que marcan para mal la autoestima de una persona”.

¿Qué hacer ante la pereza?

Ferreiro ha detallado qué se puede hacer para que a los niños más perezosos les sea más fácil la vuelta al colegio. Según ella, la rutina hay que hacerla una semana anterior al inicio para poder ajustar los horarios de sueño y de comida. “A lo mejor no le vas a levantar a las 8 de la mañana, pero si el niño se levanta de forma natural a las 8, como máximo ha de haber una hora de diferencia”, ha asegurado.

Respecto a las horas de sueño, ha afirmado que lo ideal para los menores de 12 años es dormir entre 9 y 11 horas, aunque como están con el móvil, duermen mucho menos.

La importancia de validar las emociones

Por otra parte, Ferreiro ha manifestado la importancia de validar las emociones, así como enseñarles a decir lo que es ansiedad y ser capaces de enseñar técnicas de relajación. Buen ejemplo de ello podría ser comprar los libros, el uniforme o incluso tener contacto previo con los compañeros.

El hacer deporte siempre es beneficioso. Y es que, para los más pequeños, practicarlo 3 horas a la semana les ayuda a descargar la rabia, al igual que también les puede servir con la música y los juegos de mesa.

Desengancharse de las pantallas

En verano, la gran mayoría de los pequeños han abusado de los móviles o tabletas. Según la psicóloga, “si tu hijo dedica más de dos horas a las pantallas podría tener un problema de adicción, y hay que detectarlo”.

La gravedad del asunto no viene porque sí, y es que “se va atrofiando la zona de la creatividad, la zona de la memoria y los niños se vuelven más tontos por las pantallas”, ha afirmado Ferreiro.

Por este mismo motivo, la cantidad de horas de uso de los dispositivos se tendría que ir ajustando progresivamente.

Una buena solución, además de ir recortando las horas pactadas previamente con él, sería hacerle partícipe de actividades cotidianas como hacer la cama, comprar el pan, hacer la cena y, en el caso de que lo haga, darle una recompensa como podría ser ir al cine juntos el viernes.