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Melisa Gómez y Juan Llorca: "Es importante que los abuelos entiendan que la parte emocional no se cubre con la alimentación"

Entrevistamos a Juan Llorca y Melisa Gómez, autores de Leche con galletas, para hablar de la importancia de los abuelos en la alimentación de los niños y sobre la creencia de que el amor se demuestra sobre todo con dulces

La nutricionista Melisa Gómez.

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El cocinero Juan Llorca y la nutricionista Melisa Gómez publican su tercer libro, 'Leche con galletas', especialmente pensado para los abuelos y las abuelas, a los que ofrecen información sobre la importancia de una alimentación saludable y multitud de recetas para todas las ocasiones. Ambos coinciden en señalar la importancia de los abuelos, porque pasan mucho tiempo con sus nietos y porque, como dice Melisa, "en algunos estudios se ve que los abuelos son los principales promotores del comer emocional", es decir, del uso de la comida para mejorar nuestro estado de ánimo o incluso para demostrar amor. Por eso Juan Llorca considera que “fácil no es” concienciarles sobre la importancia de ofrecer una

alimentación

saludable a sus nietos, “pero solo por la parte emocional”.

¿Por qué sentisteis la necesidad de escribir un libro para abuelos y abuelas?

Melisa: Teníamos la experiencia con los dos libros anteriores de hablar de alimentación saludable a las familias y encontrábamos que uno de los temas que más surgía cuando esas familias intentaban poner en marcha los consejos, recomendaciones y recetas que en los libros se daban era cómo unir a los abuelos o al resto del círculo familiar en el mismo camino para que pudiesen ser más apoyo y no fuese tan complejo a veces estar todos remando en la misma dirección. Los abuelos tienen una gran implicación en la crianza de los nietos, pasan un montón de horas con los nietos al final y eso se ve en las conductas alimentarias de esos niños. Por eso se abrió está ventana de hablarle justamente los abuelos y explicarles mucho más por qué se hacen ciertas cosas o cómo se hacen. No había ningún tipo de bibliografía orientada darles herramientas a ellos directamente. A Juan también le preguntaban las familias un montón qué hacemos con los abuelos. Cuando anunciamos que iba a salir el libro hubo mucha gente que dijo “me encanta, hace muchísima falta, nos lo vamos a comprar, pero los abuelos no nos van hacer ni caso”.

Juan: Los abuelos y abuelas es un público al que en habla hispana no encontramos nada dirigido a ellos directamente.

Si tuvierais que dar un par de mensajes clave sobre alimentación a los abuelos, ¿cuáles serían?

Melisa: Diría que es necesario respetar el apetito de los niños: no hacer chantajes, no forzar, no presionar. Otro de los mensajes sería recuperar más alimentos que no necesiten un empaquetado, como frutas, verduras, legumbres, dieta mediterránea, frutos secos y aceites de buena calidad.

Juan: Más allá de la alimentación, es importante que los abuelos y los peques entiendan que la parte emocional que ellos creen que cubren a través de la alimentación no se cubre con la alimentación. Yo recuerdo ir a almorzar con mi abuelo en el chalet pero lo que recuerdo es el tiempo que pasaba con ellos y el cariño que les tenía, cómo le acompañaba al fútbol o a los campos de tiro donde mi abuelo iba o cómo dábamos paseos en el campo con los perros. Yo recuerdo mucho más el tiempo emocional que pasaba con ellos que realmente lo que comía. Esa parte es importante.

¿Cómo podemos padres y madres concienciar a los abuelos y abuelas para que den importancia a una buena alimentación y no recurran a la típica frase de “pues yo te alimentaba con galletas y no te ha pasado nada”?

Melisa: Depende del tipo de abuelo al que estemos hablando. En mi misma casa, mis padres son de una manera y mis suegros de otra. Depende de la disposición que tengan a aprender sobre ciertas cosas. Hay abuelos que saben un montón de cosas, que prueban las recetas. Juan tiene muchas seguidoras abuelas y en estos casos es mucho más sencillo. En los casos de los que están en la posición de “siempre se ha hecho así y no pasaba nada”, la idea es siempre conversarlo, no van a cambiar de la noche a la mañana pero se puede ir poquito a poco informando, sin enfrentamiento y sin juicio, sobre alternativas. Cuando nosotros crecimos tampoco había la oferta de productos que hay a día de hoy y podías tomar el cacao con la leche pero luego no te tomabas quinientos petits, el yogur con azúcar… Es ir haciéndoles conscientes de que hoy en día tenemos esta problemática y que con pequeños cambios pueden lograr mucho. Yo creo que la mayoría está dispuesto a hacerlo.

Juan: Me he dado cuenta de que si la familia es muy radical, si los abuelos perciben que la alimentación que llevan sus nietos es muy fuera de lo común, son muy críticos y es muy difícil convencerles de hacer un cambio. Imagina una familia que decide no dar carne a sus hijos, el cambio ahí es mucho más complejo. Muchas veces las familias tienen un concepto preestablecido y no pueden pedir que los abuelos cambien si ellos no lo hacen. Cuando las familias ya tienen ese cambio instaurado en la alimentación en su hogar, el reto es ver cómo los abuelos lo entiendan. Fácil no es, pero solo por la parte emocional. Se pueden dar herramientas de nutrición, pero es la parte emocional, cómo ellos conciben que es el amor a sus nietos. Y el amor a sus nietos pasa por un montón de cosas pero lo primero es llegar con un chocolate o recibirlos en casa con la cosa que más les gusta. Si ellos vieran la importancia que ellos tienen simplemente a nivel emocional solo con su figura no haría falta esa parte ya.

Se pueden dar herramientas de nutrición, pero es la parte emocional, cómo ellos conciben que es el amor a sus nietos. Y el amor a sus nietos pasa por un montón de cosas pero lo primero es llegar con un chocolate o recibirlos en casa con la cosa que más les gusta. (Juan Llorca)

¿Cómo convencer a los abuelos de que el amor no solo se expresa dando chuches o chocolates?

Juan: Si les explicamos lo que nuestros hijos o hijas sienten hacia ellos, lo bien que se lo pasan, las ganas que tienen de verlos, lo que les echan de menos y si les contamos cómo nosotros nos sentíamos con nuestros abuelos quizás ahí podrían entender mejor que la parte emocional no hace falta trabajarla a través de una chocolatina o con una tarta o bizcocho. Es importante hacerles entender lo bonito que aportan a la vida de los nietos solo con la presencia. Si les explicásemos esto lo otro pasaría a un segundo plano.

Melisa: Hay que tomar en cuenta el tiempo que pasan con los abuelos. No es lo mismo si está un fin de semana con los abuelos que si está con ellos todos los fines de semana o todo el tiempo. Cuando mi mamá con toda esta situación pueda venir y si a ella le apetece o le hace ilusión ver la cara de mi hija cuando se coma un helado, no voy a decir que no, que ella no come nunca helado. Hay que entender esta flexibilidad de que si es una cosa muy puntual no habría problema. El problema es el continuo, porque hay abuelos que van a buscar a los peques todos los días al colegio y no puedes todas las tardes estar exponiéndoles a este tipo de productos. Ahí es cuando se vuelve un problema y es cuando tenemos que buscar herramientas con ellos y decirles que sabemos que lo hacen con todo el amor del mundo, pero que necesitamos que nos echen una mano para educarlo en estos valores y necesitamos contar con ellos para poderlo lograr, y luego dejarles que algún día sean más consentidores, no nos vayamos a un extremo ni al otro.

¿Qué es el comer emocional?

Melisa: Es un concepto bien amplio y tiene que ver con el hecho de que recurramos a la comida tanto para disipar como para favorecer determinadas emociones, utilizar la comida para sentirnos mejor, para calmar la ansiedad, sentirme mejor si estoy triste. No necesariamente tiene connotaciones tan negativas, ocurre en la lactancia: cuando el bebé está angustiado o sufre quiere pegarse al pecho de su mamá. Pero es importante que con la edad vayamos desarrollando otros mecanismos y que recurrir a la comida no sea el único que tengamos, que podamos respirar, meditar, contar hasta 10, el que sirva para cada persona. Es importante educar para desarrollar otros mecanismos y que los abuelos estén al tanto, porque en algunos estudios se ve que los abuelos son los principales promotores del comer emocional. Son los primeros que ante una determinada situación deciden dar comida: vamos a celebrar con comida, cuando sales del cole, comida, si estás triste no pasa nada, te preparo tu comida favorita y ya se te quita. Hay que ver de qué otras formas podemos llevar las emociones de los nietos: con tiempo compartido, leer un cuento, un paseo…

¿Cómo ha sido recibido vuestro libro, especialmente por abuelos?

Juan: He recibido el feedback de muchísimas familias muy contentas con el resultado del libro, que se lo han regalado a sus suegros, a sus padres, pero nadie me ha dicho si les ha gustado o se han enfadado o se han puesto contentos. Ni idea.

Melisa: Depende, me imagino, de cómo se lo hayan dado. ¿Te imaginas que alguien venga en plan nuera a sus suegros a decirles que aquí tienen el libro para que le empiecen a hacer comida que esté bien al fin? Ahí creo que no lo van a recibir muy bien. Pero si lo entregan desde un punto de vista conciliador y diciendo que miren las recetas, es más sencillo.

Juan: La gente está muy contenta con el resultado, hemos dado un paso de calidad en cuanto a la estética del libro y las recetas… Ha sido un paso adelante en la calidad del libro desde la editorial, el diseño, la fotografía y al ser algo nuevo que no existía la gente lo ha recibido muy bien. Pero yo no sé si los abuelos y las abuelas están más enfadados o más contentos con nosotros (ríe).

Cuando hablamos en charlas y demás y hablamos de lo que es mejor no hacer y nos dicen ¿y entonces qué hago? Y con las recetas les podemos decir que tienen todas estas ideas (Melisa Gómez)

¿Qué tipo de recetas podemos encontrar? ¿Por qué pueden interesar especialmente a abuelos y abuelas?

Juan: Lo hablamos antes de empezar y vimos que tenían que ser recetas fáciles de identificar para ellos, sin ingredientes complejos, que fueran muy habituales en sus cocinas… No podíamos hacer recetas con ingredientes muy raros o muy modernos. Aunque hemos incluido ingredientes que quizá no son los más habituales en las casas de gente de otra generación, vivimos en un mundo muy multicultural en el que hay muchos ingredientes a nuestro alcance. Hemos intentado que sean recetas lo más sanas posible dentro de lo más tradicional y dentro de la lógica de una abuela o abuelo, por eso hay un brazo de gitano, por eso hay un bizcocho, unas berenjenas rellenas o unos boquerones. Los otros dos libros no tienen ese tipo de recetas.

Melisa: Todas las recetas se ven increíbles. Cuando hablamos en charlas y demás y hablamos de lo que es mejor no hacer y nos dicen ¿y entonces qué hago? Y con las recetas les podemos decir que tienen todas estas ideas, que mira qué buena pinta, que mira qué bien se ve. Y ya se ve como diferente. De los tres libros es el que tiene un apartado más amplio para dulces precisamente por el público al que va dirigido. Pensando en ellos, nos preguntamos qué dulces podemos hacer que no sean las típicas cosas que no quisíéramos que compraran y que están tan presentes.

¿Tenéis alguna receta favorita para el desayuno con los abuelos?

Melisa: Yo creo que esta es la diferencia entre los abuelos de hoy y los abuelos de antes tal vez. Yo me acuerdo de los desayunos con mis abuelos y eran lo más típico del mundo: una tostada con café con leche y ya y yo estaba super mega feliz con eso. Tal vez mi mamá sí haría tortitas.

Juan: Del libro no te puedo decir ninguna favorita, pero los rollitos de almendra podría ser un buen desayuno sencillo. Pero no me acuerdo de todas las recetas, porque llevo como trescientas (ríe).

Melisa: Las tostadas francesas me encantan, podría desayunarlas casi todos los días. Hay torrijas saludables.

¿Qué receta de cena especial se os ocurre cuando los nietos se quedan a dormir en casa de los abuelos?

Melisa: Yo para cena me iría por los huevos rellenos o las croquetas de pollo y brocoli, que es algo super clásico que solo los abuelos que te quieren tantísimo lo van a hacer. Yo no me veo haciendo tanto trabajo para hacer croquetas.

¿Y la merienda ideal cuando los abuelos van a recoger a los niños al cole? Juan, ya sé que vas a decir que la primera opción es la fruta, pero ¿algo más?

Juan: Dependerá de la edad del peque. Para mí una merienda que podría estar muy guay para acompañar la fruta y a partir de tres años rallas zanahoria cruda, con un poquito de harina de almendra, aceite de coco y crema de almendra o de algún fruto seco, haces unas bolitas y las rebozas en coco y yo no creo que haya ningún niño al que no le vaya a gustar. En el cole me piden estas ideas muchas veces y yo les mando una receta así y he visto a muchos niños en la plaza a la salida del cole con sus madres o padres y los tuppers con bolitas y entre ellos las comparten. Es una merienda muy rápida de hacer, te lleva 10 minutos y meterlo en la nevera para que se enfríe. Ya los niños más mayores obviamente querrán un bocadillo.

Melisa: Si quieren pueden llevar un yogur natural, palomitas, que me encantan para cuando tienen más de cinco o seis años.