CIERRE EN EL EDIFICIO HISTÓRICO DE LA UB

'Manis' no evaluables

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Carlos Márquez Daniel

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El joven que el lunes de la semana pasada perdió un ojo en las cargas policiales del aeropuerto de El Prat es un estudiante de Matemáticas de la Universitat de Barcelona. Dicen sus compañeros que está bien, animado dentro de un orden. Su facultad está situada en el edificio histórico de la UB, en la Gran Via, que también alberga Informática, Filología y Comunicación. Este viernes, un grupo de alumnos han decidido bloquear todos los accesos. Dicen que quieren tomar parte en las manifestaciones de estos días sin sufrir por los exámenes o el temario perdido, y como no les han hecho el caso que consideran que merecen, han tomado el campus. No ha habido clases, aunque han sido muchos los que han intentado entrar para seguir con la actividad académica

Guillem está en tercero de Matemáticas y no tiene clara la salida profesional, aunque el abanico que describe -"estadística, programación, investigación..."- parece augurarle un futuro prometedor. Es uno de los que controlan la puerta de acceso por Gran Via, una de las dos que están operativas. Dice que no es de los de "ponerse en primera fila", entre otras cosas, porque sabe que seguirá compartiendo pupitre con muchos compañeros a los que hoy no se les ha negado un día de universidad. Hoy es el edificio histórico, pero durante la semana ha habido piquetes en la de Física, en la de Geografía, en la de Filosofía o en la de Historia. Una madre que llama a EL PERIÓDICO comparte el caso de su hija. De cómo la llamó entre lágrimas porque le negaron la entrada a la Farmacia. "Es increíble que 25 estudiantes puedan cortar la actividad de toda una universidad", se quejaba esta mujer.

Aquí no son 25. Tampoco son muchos más, pero aseguran representar a muchos otros. "Porque lo que estamos pidiendo no es solo para nosotros, es para cualquier persona que considere que la libertad de manifestación está por encima del día a día en la universidad", resume uno de ellos. Laia, estudiante de Filología, ha pasado el día entero en la puerta y asegura que no ha habido incidentes, que la inmensa mayoría ha entendido los motivos y se ha marchado. Solo han podido cruzar la puerta los funcionarios y los profesores (para poder cobrar), y también los doctorantes, los que iban a un conferencia médica y los asistentes a un curso de teatro en el patio.

Sorprende que no haya una negociación única para intentar salir del atolladero. Resulta que cada facultad, con su decano al frente, está abordando con los alumnos de turno de qué manera conciliar los estudios con las manifestaciones posteriores a la sentencia del 'procés'. Gioia fue una de las que se vio el jueves con el decano de Matemáticas. "Ha estado dispuesto desde el primer momento, pero no se ha traducido en concreciones. Finalmente hemos conseguido aplazar los exámenes hasta el 7 de noviembre". Todos se esfuerzan en dejar claro que esto no es ningún capricho, que se movilizan porque, sostienen, están "en shock", y porque este edificio "es el corazón de la UB y no podía quedar al margen de la reivindicación que ya se había llevado a cabo en otras facultades".

 Mariàngels, auxiliar de servicios del edificio, ha entrado sin problemas. A eso de las 17.30 horas, los jóvenes le abren el candado de la puerta metálica del aparcamiento para que pueda salir a tomar un café. "Son buenos chavales, les entiendo", dice. Poco después, un hombre que deja claro de entrada que es independentista, se queja de que no le dejen entrar. "Vengo muchos días para estar tranquilo en un banco del patio". Hoy no podrá ser. El lunes igual sí. O no.