El uso de las tecnologías

El móvil en las aulas, un debate por cerrar

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Carlos Márquez Daniel

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No es un debate nuevo pero sí una reflexión obligada en cada inicio de curso. Móviles en el aula, ¿sí o no? La discrepancia bascula entre la tecnología y la adicción, las puertas al campo y la protección del menor, la adaptación al medio y la defensa de las esencias educativas. España llegó a plantearse vetar el teléfono en las escuelas como ya hizo Francia hace un año, pero la cosa no pasó de unas cuantas tertulias matinales. Una reciente encuesta del GESOP revela ahora un claro apoyo social a la prohibición, de un 86%. Muchos expertos, sin embargo, y también el Govern, opinan todo lo contrario, que es una herramienta válida si se sabe domesticar, si se le ponen límites. Porque hay mucho que analizar, ya que no solo se trata de permitirlo o no, sino de qué uso se le va a dar, en qué asignaturas, en qué espacios al margen del pupitre, durante cuánto tiempo... Hay un dato induscutible: en Catalunya, el porcentaje de menores de entre 10 y 15 años que disponen de móvil ha pasado del 57,8% al 71,8%, según datos del Idescat.

Según el sondeo del GESOP realizado en julio para EL PERIÓDICO (1.600 entrevistas a personas mayores de 16 años residentes en Catalunya), el 85,8% de los entrevistados se muestran favorables a que los móviles no entren en las aulas durante la etapa de enseñanza obligatoria, es decir, hasta que los chavales terminen la ESO. Esa es precisamente la decisión que tomó el Gobierno de Emmanuel Macron para el inicio del curso pasado y que sigue en vigor, una medida con poco 'feeling' a nivel internacional, pues solo Singapur y Puerto Rico (que terminó suavizando la norma), están en un nivel parecido. Nueva York se atrevió, pero retrocedió en el 2015 con el cambio de alcalde. España llegó a planteárselo el año pasado. La ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, instó en septiembre del año pasado a "reflexionar sobre si el tiempo escolar debe estar libre de esa adicción", en referencia a la dependencia del teléfono que desarrolla la chavalada, desposeyendo al invento de cualquier posible beneficio educativo. "En algunos casos el móvil ayuda, pero si prohibirlo en los centros sirve para disminuir la adicción digital, merece la pena valorarlo", dijo.

Decisión del centro

El ‘conseller’ de Educació, Josep Bargalló, respondió ese mismo día rechazando la propuesta y recordando que el Consell Escolar de Catalunya ya dictaminó en el 2015 que el uso de tecnología en las aulas "es positivo" y que son los centros docentes, cada uno en función de su autonomía, los que deben "decidir cómo se regula el uso de teléfonos en sus aulas". Sea por la ausencia de un gobierno estable o porque el asunto no dispone del consenso suficiente, nunca más se supo de aquello a pesar de que la medida tuvo el apoyo de la Condeferación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos y de la Confederación Española de Centros de Enseñanza. Aunque por distintas razones: los primeros, porque el teléfono, defienden, está detrás del 15% de los casos de fracaso escolar, y los segundos, porque la tecnología distrae a los alumnos. 

Francesc Morilla, director de la Escuela Jacint Verdaguer de Castelldefels, es un firme defensor de la tecnología en las aulas. Empezaron en el 2005 y en el 2009 se dieron cuenta de que la cosa no había ido bien. "El problema no eran los móviles o las tabletas, sino el método, lo que demuestra que la tecnología no es más que una herramienta para conseguir un objetivo que tú, como docente, tienes que trabajar". De sus palabras se desprende que parte del debate, el hecho de que haya maestros a favor y en contra, tiene mucho que ver con la manera de educar a los niños y con la falta de formación del propio profesorado. Y con la empatía hacia las familias, que a su modo de ver, "transportan a la escuela el malestar social en torno al móvil". "Tienen la sensación de que aquí va a ser un descontrol y es precisamente todo lo contrario: la escuela es el ámbito donde mejor se puede limitar". 

"Las familias creen que el móvil será un descontrol en las escuelas, y es precisamente al revés, es el espacio en el que mjor se puede limitar"

Francesc Morilla

— director de la Escuela Jacint Verdaguer de Castelldefels

Con esto de los móviles sucede que apenas hay término medio. Es fácil encontrar estudios y expertos muy a favor y es fácil encontrar estudios y expertos muy en contra. Y en el centro, una sociedad desorientada que en este caso tiene ante sí un asunto trascendental como es la formación de sus hijos. La Unesco, en un estudio del 2012, invitaba a usar la tecnología móvil para conseguir "una educación más accesible, más equitativa y más efectiva para los estudiantes de todo el planeta", sin olvidar los riesgos, que también cita, como el 'cyber-bullying'. También la Fundació Bofill, referente privado en materia educativa, se ha posicionado a favor. En cambio, un trabajo de la Universidad de Chicago afirma que los teléfonos en las aulas reducen la atención, incluso cuando están apagados.

Manualidades en Silicon Valley

Otro trabajo sobre la relación entre el teléfono y la enseñanza, en este caso de la London School of Economics, y realizado en el 2015, también asegura, tras analizar casi un centenar de centros, que las escuelas que vetaron el móvil consiguieron que el rendimiento escolar se incrementara en un 6,4%. Hasta un 14%, en el caso de los estudiantes con las notas más bajas. Un estudio publicado en el 2018 en la revista Educational Psychology llegó a la misma conclusión: el móvil divide la atención y las distracciones merman la retención de datos a largo plazo. Tampoco ayuda que los hombres y mujeres que han hecho grande este sector, los 'popes' de la tecnología, hagan público que a sus hijos los tienen más bien alejados de las maquinitas. Por eso, seguramente, los llevan a escuelas como el Waldorf of the Peninsula, en California, cerca de Silicon Valley, en cuya página web no aparece un solo niño usando tecnología, sino que se les ve con intrumentos, aparatos científicos o realizando presentaciones u obras de teatro.

El Govern presentó el pasado febrero el programa mòbils.edu destinado, en palabras de Bargalló, a "integrar el valor educativo de las tecnologías en el aula". Se pone en marcha este curso y está previsto que se apunten un centenar de escuelas, que desarrollarán el plan durante tres años. Será entonces cuando Catalunya tendrá una vara de medir. Según cifras de Educació, el 36% de los centros públicos y concertados ya usan el móvil como herramienta educativa. El 'conseller' ha expresado en multitud de ocasiones su apoyo a la integración del teléfono en la enseñanza, siempre respetando la libertad de cada centro de hacerlo de la manera que considere oportuna. "Estamos en contra de prohibir y estamos en contra de dar la espalda a los avances tecnológicos", resume Bargalló. El debate sigue abierto.