Motos y moléculas

El químico Àngel Messeguer explica a estudiantes de tercero de ESO del instituto XXV Olimpíada cómo descubrir la pasión por la química, dentro de la iniciativa Amgen Exper(i)ència

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MICHELE CATANZARO / BARCELONA

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Una charla de un piloto de avión, padre de un compañero de clase, entusiamó a Àngel Messeguer cuando estudiaba a primaria. Fue el hecho que inspiró a este investigador en Química a punto de jubilarse, cuando el 18 de febrero pasado acudió a hablar de ciencia a una clase de tercero de ESO del instituto XXV Olimpíada de Barcelona.

La charla es una de las 90 actividades llevadas a cabo este año por 25 científicos-voluntarios, jubilados o a punto de serlo, en otros tantos colegios en Catalunya. Estas iniciativas se enmarcan en el proyecto Amgen Exper(i)ència, promovido por la Fundació Catalana per a la Recerca i la Innovació (FCRI) y financiado con 50.000 euros por la farmacéutica Amgen. “Nos gusta que participe el tejido empresarial”, explica Laura Rubio, directora de comunicación de la fundación, que se inspiró en experiencias parecidas en EEUU, Australia y Canadá.

Cada científico diseña un conjunto de actividades en una escuela durante un año. “Los científicos no sustituyen a los docentes, es una relación de padrinaje”, explica Rubio, que confía que la iniciativa se repita, tras la evaluación que llevará a cabo en verano el Centre de Recerca per a l’Educació Científica i Matemàtica (CRECIM).

“Siempre he estado dispuesto a iniciativas de este tipo, pero es más difícil en los momentos más intensos de la carrera”, explica Messeguer, que fue director del Institut de Química de Barcelona del CSIC y a sus 70 años está a punto de retirarse. “Me parece muy loable aprovechar uno de los valores intangibles de la sociedad”, afirma en referencia a la experiencia acumulada por investigadores mayores.

Messeguer prevé apoyar a los alumnos de la escuela en sus trabajos de investigación, y organizar una visita a su centro de investigación. Durante su charla, los jóvenes le acribillaron a preguntas. “¿Has cumplido tus sueños?”, le preguntó Joan. Messeguer le explicó que, tras desear ser un campeón de beisbol, a los 15 años empezó a apasionarse por la Química. “Aún voy al trabajo con ilusión: haced lo que os guste, porque la vida profesional es muy larga”.

“¿Hay algún reto que no hayas cumplido?”, le preguntó Eric. Muchos, contestó Messeguer, que les animó a no tener miedo a equivocarse. “Hay un fármaco basado en mis investigaciones que está a punto de llegar a la farmacia: esta satisfacción compensa toda una vida laboral”, explicó. Las preguntas le llevaron a hablar desde la experimentación con ratas hasta si había tenido que renunciar a alguna “novieta” por estudiar en el extranjero. Messeguer animó los estudiantes a aprender inglés y a considerar el mundo como su mercado laboral.

“Tenía una idea diferente de los científicos: encerrados en un laboratorio con una probeta que explota”, observó una de las alumnas, Carol, a quien le sorprendieron las fotos que Messeguer enseño de sus viajes en moto. Òscar Peris, el profesor de Física y Química de la clase, estaba encantado. “Los estudiantes tienen ideas brillantes, pero siguen teniendo prejuicios sobre los científicos. Este programa les permite romperlos, y además con investigadores destacados”, concluyó.