Los españoles son los estudiantes que más tiempo pasan en clase

Clase de segundo de ESO en el instituto Vil·la Romana, de La Garriga.

Clase de segundo de ESO en el instituto Vil·la Romana, de La Garriga.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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A la cabeza en el número de horas pasadas en clase y, sin embargo, líderes también en fracaso escolar. Las 1.061 horas anuales que los estudiantes españoles de ESO invierten dentro del aula no se traducen en mejores resultados académicos, según se deduce del último informe sobre indicadores educativos hecho público por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Una vez más, el debate sobre la calidad de la docencia, sobre la necesaria renovación metodológica de los profesores -especialmente en secundaria- y sobre la falta de estímulos de los estudiantes, salta a la palestra.

Entre las muchas estadísticas que, con motivo del final de año, está haciendo públicas el Ministerio de Educación, esta semana se ha puesto de manifiesto que en la primera etapa de la educación secundaria (ESO), «en España se imparten más horas de clase obligatorias que en la media de la OCDE y de la Unión Europea». Solo Colombia, México y Chile, donde los alumnos tienen una carga lectiva anual de 1.200, 1.167 y 1.062 horas, respectivamente, superan la media española.

De entre los países comunitarios, el más próximo a España (en términos de horario escolar) es Holanda. Allí, la permanencia en clase en secundaria es de mil horas, pero, en su caso, la inversión en tiempo lectivo se traduce en una tasa del 9,2% de abandono escolar prematuro, frente al 23,5% de media de los españoles, según recoge el informe ministerial sobre el Sistema Estatal de Indicadores de la Educación, que incluye datos del año 2013.

EL MODELO SUECO

En el extremo opuesto se sitúan los suecos, que tienen el sistema educativo con el número de horas de instrucción obligatoria más bajo de la OCDE -solo 754 horas- y que arroja una tasa de fracaso escolar de tan solo el 7,1%, una de las mejores, por otra parte, de la Unión Europea. El país escandinavo es, además, uno de los que más dinero destina a educación, con una inversión del 29,8% de su PIB por habitante. Esta cifra es muy similar a la española (un 29,4%), con la diferencia de que aquí todos los expertos coinciden en lamentar que la inversión es fallida, visto el alto porcentaje de abandono de los estudios.

«Es cierto que en España no hay una correlación entre la carga lectiva y el éxito escolar como sí ocurre en otros países, pero esto es debido, entre otras razones, a que aquí, tal y como está estructurado el horario, hay una pérdida importante de tiempo entre clase y clase. Además, al ser la jornada más larga, hay también más cansancio por parte de los alumnos», objeta Francesc Imbernón, profesor de Didáctica y Organización Educativa en la Universitat de Barcelona (UB). «Y con la LOMCE, posiblemente esta situación empeorará, en lugar de corregirse», vaticina Imbernón.

LA 'LEY WERT'

La reforma educativa del ministro José Ignacio Wert, que el próximo septiembre entrará en marcha en primero y tercero de ESO (además de primaria y primero de bachillerato), «no garantiza el cambio metodológico que tanto precisa la educación secundaria en España», lamenta este investigador. «Al contrario, con unos temarios tan apretados como los que se aprobaron la semana pasada, los estudiantes se verán abocados a la memorización y a las prácticas rutinarias y los profesores tendrán muy poco margen para la innovación». La LOMCE, agrega Imbernón, tendría que haber apostado por esponjar los currículos, por dar a las asignaturas un enfoque más reflexivo o competencial y lamentablemente no lo ha hecho.

Eso sin olvidar que la ley con la que el PP pretende mejorar la calidad de la enseñanza en España no prevé acción alguna en materia de formación o reciclaje profesional del profesorado. «Es una norma que parte de una profunda desconfianza hacia la labor que realizan los profesores», señala el experto. «Además, la secundaria es, tradicionalmente, la etapa más abandonada. Durante demasiado tiempo, se ha aplicado en la ESO una cultura docente más propia del bachillerato», agrega Imbernón, que destaca que, aunque con años de retraso, la situación ha empezado a cambiar desde la implantación del máster obligatorio para los licenciados y graduados universitarios que aspiran a dar clases en institutos públicos (aunque no en centros privados).