Las 'telecos' europeas pierden comba frente
a EEUU y China

Las 'telecos' europeas pierden comba frente
a EEUU y China

Por Sara Ledo

La entrada del operador saudí STC en Telefónica ha puesto el foco sobre los agujeros del mercado europeo frente a gigantes como Estados Unidos y China. El desarrollo de estos mercados tiene su coincidencia en el punto de partida, a través de monopolios, pero en su liberalización a la entrada de la competencia se bifurcan dando como resultado un presente con tres radiografías muy distintas.

Los operadores

Así se reparten los mercados

Europa cuenta con 27 mercados diferentes, a los que hay que sumar Reino Unido. Con entre tres y cuatro compañías cada uno suman alrededor de 101 operadores con red o espectro que compiten por algo más de 500 millones de habitantes, según fuentes del mercado (y sin contar los operadores virtuales).

Autor: Eduardo Parra

Autor: Eduardo Parra

En total, en el continente hay 39 operadoras con más de 500.000 clientes móviles, según el informe ETNO, the State of Digital Communications 2021. Entre ellas hay algunas puramente privadas, como Telefónica o Vodafone, con otras en las que sus accionistas comparten propiedad con el Estado, como Orange o Telecom Italia.

En Estados Unidos el número de compañías es similar al de cada país europeo, con tres grandes jugadores con servicios fijos y móviles (AT&T, Verizon y T-Mobile), para un mercado de 320 millones de habitantes. Como curiosidad, T-Mobile es propiedad de la europea Deutsche Telekom y se convirtió en el tercer operador del mercado tras la compra de Sprint (propiedad de la japonesa SoftBank) en 2018. Ninguna de las compañías americanas tiene capital público.

En China, el número es similar al de Estados Unidos, con tres operadores, pero en este caso son de propiedad estatal. China Mobile, China Unicom y China Telecom se reparten un mercado de 1.400 millones de habitantes. Solo China Mobile tiene más de 850 millones de clientes y el tercer operador tiene 250 millones, la mitad de la población europea.

Estas cifras se traducen en que un operador en Europa cubre a 5 millones de ciudadanos, en Estados Unidos a 107 millones y en China a unos 467 millones, lo que deja entrever que el tamaño de las empresas europeas será de forma casi inevitable mucho menor que el de sus competidores.

El marco regulador

Diferencias abismales
en la normativa

Europa

Tras el fin de los monopolios en los 90, la política de telecomunicaciones se centró la competencia mediante el aumento del número de operadores, la preferencia por nuevos entrantes y el rechazo a la consolidación. La meta era y es tener los precios más bajos. Las fusiones bloqueadas por los reguladores disminuyeron en todas las regiones excepto en Europa, donde su número aumentó de 7 en 2018 a 18 en 2019 (frente a 6 bloqueadas en Estados Unidos), según la OCDE.

En la actualidad, la Comisión Europea está analizando la unión Orange-MásMóvil pero en julio anunció que la paraba 'sine die'. Pero no solo eso, el socio del sector de Telecomunicaciones de KPMG, Javier Arenzana, explica que para que haya economías de escala en el continente, los Estados deben renunciar "a cuestiones a las que ningún país quiere renunciar, como la gestión del espectro, elementos de seguridad nacional o tener potestad sobre los datos".

Estados Unidos

En Estados Unidos, el monopolio de AT&T se dividió en siete compañías regionales en los 80, que con la llegada de las comunicaciones móviles se incrementó todavía más. Cada operadora tenía su propio estándar y el país se dividió en muchos sistemas inoperables entre sí.

El único punto en común era que todos se regían por la misma autoridad política. Y eso facilitó mucho que en los 90 se iniciase un proceso de fusiones sin parangón, que resultó primero en cuatro grandes jugadores y tras la unión de T-Mobile y Sprint en 2018 se redujese a tres. La Comisión Federal de Comunicaciones, el regulador estadounidense, dio su beneplácito, y en 2020 Estados Unidos reforzó su carácter oligopolístico y el poder de fijación de precios de los operadores.

China

En China las comunicaciones se gestionaron también como un monopolio hasta que en los 90 el Gobierno se dio cuenta de que la competencia fomenta el crecimiento y creó China Telecom y China Unicom para que compitieran entre ellas. Pero siempre con la infraestructura en sus manos. “Una preocupación básica era la seguridad: el control del Gobierno sobre el flujo de información se vería amenazado si la infraestructura de comunicaciones quedaba en manos de ciudadanos particulares o de empresas extranjeras”, explica en un informe sobre la expansión de este mercado en ese país del profesor del Centro de Estudios Chinos de la Universidad de Hawai, Eric Harwitt.

China fomenta la competencia entre las empresas de telecomunicaciones de su país, pero siempre con la infraestructura en sus manos.

Eso no evitó que China Unicom creara 'joint ventures' indirectas con empresas extranjeras para absorber financiación, adquirir experiencia y hacer frente a su competidora, China Telecom. Unicom creó más de 40 empresas intermediarias y más de 20 empresas extranjeras invirtieron en ella (incluidas France Telecom y Deutsche Telecom y Bell Canadá). Un cambio de Gobierno llevó al desmantelamiento de esos acuerdos y la compañía se lanzó a cotizar en bolsa. En 2002, Unicom poseía más de una cuarta parte del mercado nacional, el resto estaba en manos de China Telecom y a partir del 2000 de la compañía resultante después de su escisión, China Mobile.

El impacto sobre los usuarios

Mejores precios, pero
menos consumo

La fragmentación generalmente es "buena para el consumidor" y se traduce en mejores precios, según el socio del sector de Telecomunicaciones, Medios y Tecnología de EY Parthenon, Aitor Gutiérrez. Un ejemplo es la evolución de las tarifas hacia ofertas de “más por menos”. Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones, el brazo de la ONU encargado de regular las telecomunicaciones a nivel internacional, un contrato de telefonía móvil (uso mensual de 140 minutos de telefonía, 70 SMS y una transferencia de datos de 2 GByte) cuesta 38,10 dólares de media en 2021 en Estados Unidos, 19,10 dólares de media en España y 9,60 dólares en China, tres países con una renta per cápita muy distinta. Esto se traduce en que en Estados Unidos un ciudadano gasta el 0,71% de su renta en telefonía móvil, en España, el 0,84%, y en China, el 1,1%. A escala mundial, esta tasa es de 6,6%.

"Pero para las empresas esta situación puede resultar peligrosa si la presión en precios les impide invertir lo necesario en mantener y renovar las redes (por ejemplo, del 4G al 5G o del cobre a la fibra)", añade Gutiérrez. Los operadores estadounidenses invierten mucho más per cápita que los europeos, lo que se traduce en un mayor uso de la banda ancha. Mientras en los 80 y 90 Europa lideraba la industria de las telecomunicaciones, ahora difícilmente una compañía del continente aparece en el ranking de empresas más innovadoras.

El desgaste de
las empresas

Menos ingresos y
menor capitalización

"La elevada competición suele perjudicar la rentabilidad (de las empresas), disminuyendo el valor de la acción y facilitando la entrada de inversores extranjeros", explica Aitor Gutiérrez. Mientras las empresas estadounidenses han creado más de 280.000 millones desde 2010, en Europa se ha destruido un valor similar.

Entre las diez principales operadoras, solo una es europea: Deutsche Telekom. Y la explicación es americana: "Más de la mitad viene de T-Mobile, que le da una valoración de múltiplos de negocio del mercado norteamericano", explica Javier Arenzana. La segunda mayor es Comcast, una operadora de cable estadounidense que cuenta con un gran negocio de medios que justifica su valor.

La operadora estatal saudí es la número 15, con una capitalización de unos 50.000 millones, por delante de Telefónica, en el número 27, con la mitad de valoración que la saudí. Orange es la 20 y Vodafone la 24.

Un reportaje de El Periódico

Textos: Sara Ledo
Diseño: David Jiménez
Infografías: Ricard Gràcia, Ramon Curto
Coordinación: Rafa Julve