Una de cada 350

El Sant Jordi 2025 venderá aún 25.000 rosas catalanas: el último productor del Maresme se resiste a abandonar

Joaquim Pons anunció el año pasado que iría abandonando la actividad a medida que sus rosales dejen de dar flores

Los agricultores que se dedicaban a la flor cortada se han ido reorientando los últimos años hacia la planta ornamental para eludir la competencia extranjera

Joaquim Pons, el último productor de rosas de Sant Jordi catalanas: "No es económicamente factible"

Joaquim Pons, copropietario de Flors Pons, en Santa Susanna en año pasado

Joaquim Pons, copropietario de Flors Pons, en Santa Susanna en año pasado / Anna Mas

María Jesús Ibáñez

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Barcelona
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Apenas una de cada 350 rosas que se vendan este Sant Jordi habrán sido cultivadas en Catalunya. El resto, hasta los siete millones de flores que se calcula que se regalarán este 23 de abril, llegarán del sur de España y, en su mayoría, de países de Latinoamérica, como Colombia o Ecuador, o incluso de Kenia. Las rosas catalanas -del Maresme, para ser exactos-, serán las aproximadamente 25.000 flores que espera recoger para este día el agricultor Joaquim Pons, que se dedica a este cultivo desde hace décadas en el municipio de Santa Susanna.

Uno de los invernaderos de Flors Pons en el Maresme, el único productor de rosas por Sant Jordi en Catalunya

Uno de los invernaderos de Flors Pons en el Maresme, el único productor de rosas por Sant Jordi en Catalunya / ANNA MAS

Ha decidido que irá abandonando la actividad a medida que sus rosales dejen de ser productivos. El año pasado, cuando era ya el único productor catalán de rosas de Sant Jordi, Pons anunció que se retiraba. En 2023, su producción había sido de 50.000 flores. Este año, confía en poder llegar al menos a la mitad.

El caso de Joaquim Pons ilustra el ocaso de un sector, el de la flor cortada del Maresme, que, pese a la buena salud de tradiciones como la Sant Jordi, no ha podido resistir la dura competencia extranjera, ni el encarecimiento de los costes de producción, ni la presión urbanística, ni la falta de relevo generacional, ni el cada vez más evidente cambio climático.

"Él, junto con una veintena más de payeses de la zona, son los últimos de un negocio que fue muy próspero, con cooperativas como la de Vilassar que llegaron a tener asociados a 500 cultivadores", recuerda con nostalgia Genís Vinyals, agricultor en Cabrera de Mar. "Aquella gente hizo que las flores, y en particular los claveles, que produjeron masivamente y que exportaban a todo el mundo, se convirtieran en todo un emblema de esta comarca", destaca Vinyals, también responsable sectorial en el sindicato Unió de Pagesos.

Ramo de rosas cultivadas por Joaquim Pons en Santa Susanna (Maresme), en una imagen tomada el año pasado.

Ramo de rosas cultivadas por Joaquim Pons en Santa Susanna (Maresme), en una imagen tomada el año pasado. / ANNA MAS TALENS / EPC

"Ahora, tal y como están las cosas, sobre todo en cuanto a costes, nadie está por la labor de plantar nuevos rosales y montar invernaderos", indica el agricultor, que explica que otro de los problemas de la flor es que requiere de muchas horas de trabajo y de una mano de obra especializada que no siempre es fácil de encontrar. Por eso, desde hace ya unos años, el sector se ha reinventado y se ha reorientado hacia la planta ornamental, "que ha encontrado muy buena salida".

Así, quienes este Sant Jordi quieran regalar rosas catalanas siempre tendrán la opción de adquirir un tiesto con un pequeño rosal, "que además tiene la ventaja de que es más duradero, porque la flor aguanta más días sin secarse y la planta le va a dar rosas durante más tiempo", destaca el agricultor.

Geranios y aromáticas

Cultivar plantas ornamentales, lo que incluye en el caso del Maresme sobre todo geranios y plantas aromáticas, "tiene un coste algo más bajo". Y como su transporte es más caro que el de la flor cortada, "la competencia extranjera es menor", agrega el producto de Cabrera. También han optado por esta alternativa cultivadores de Alicante, Murcia y Almería, que combinan la planta ornamental con la huerta. "Nosotros, los productores catalanes, tenemos la ventaja de estar más cerca, a un día menos de viaje en camión, de Francia, que es una gran consumidora de planta viva y que es nuestro principal mercado a la hora de exportar", resalta Vinyals.

En conjunto, en España, la flor cortada y la planta viva conforman un sector que factura un promedio anual de 780 millones de euros, con un aumento progresivo de la superficie dedicada al cultivo de ambas. A la flor cortada se dedican unas 1.208 hectáreas de superficie (fundamentalmente en invernadero) y a la planta ornamental, unas 4.915 hectáreas. Eso convierte a España es el quinto productor de la Unión Europea de estos dos cultivos, según datos del Ministerio de Agricultura.

Y a pesar de la gran entrada de rosas que se produce durante los días previos a Sant Jordi, lo cierto es que la balanza comercial española del sector de flor y planta es positiva desde el año 2016. En 2023 (el último ejercicio completo del que hay datos) fue el segundo máximo de la serie histórica con un total de 262 millones de euros exportados (un aumento del 2,5% respecto al año anterior y del 15,4% respecto al periodo 2018-2022). El principal destino de las exportaciones españolas es la UE. Dentro de la UE, el principal destino en valor es Francia con el 27% del total exportado.

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