Capítulo 1. El campo

Antes, de las sobras de comida se hacían croquetas, potajes o torrijas... Estas son nuestras croquetas contra el despilfarro alimentario

Por María Jesús Ibáñez

Comida que acaba
en la basura

Un tercio de la comida que se produce en el mundo acaba desperdiciada. Y eso, como puedes imaginar, tiene unos efectos terribles en la economía, en la equidad alimentaria y en la sostenibilidad del planeta. El objetivo de la ONU para 2030 es que el despilfarro se rebaje a la mitad. Pero no va a ser fácil. Consciente del problema, EL PERIÓDICO quiere explicar con datos, imágenes y testimonios, qué podemos hacer cada uno para reducirlo.

El primer lugar en el que se puede empezar a evitar el desperdicio es el mismo campo de cultivo. No se sabe exactamente cuál es la cantidad de verduras, fruta y carne que se pierden en el camino, pero la mayoría de las veces ocurre porque no cumplen los estándares de la industria para ser comercializados. Para explicaros cómo intentar evitar este derroche, hemos acompañado a la Fundació Espigoladors, que se dedica a recoger los productos que quedan en la finca tras la cosecha.

Datos del sector

De ensuciarse las manos (mejor dicho, los guantes). De eso trata el trabajo que la Fundació Espigoladors lleva a cabo desde hace una década en los campos de cultivo de Catalunya. Cuando los agricultores dan por terminada la cosecha, llegan ellos para recoger el producto sobrante, todo aquello que se ha descartado porque no cumple los mínimos para ser comercializado. "Tenemos un modelo agrario sujeto a las exigencias de un mercado que quiere frutas y verduras de un mismo tamaño y sin manchas", explica Marc Farrés, coordinador de los espigueos en la zona del Baix Llobregat. "Nosotros aprovechamos esos alimentos que no cumplen los requisitos y les damos una segunda vida", agrega. Si el desperdicio alimentario es, en términos globales, del 30%, en el caso de la fruta y la verdura sube hasta el 45%.

En la finca de Cal Pelut, en pleno parque agrario del delta del Llobregat, una veintena de voluntarios doblan la espalda para recoger pimientos rojos y verdes y berenjenas. El campo pertenece a uno de los 233 productores que ceden sus terrenos para que la fundación haga su labor. "Al final, lo que hacemos no es más que recuperar una práctica que había sido tradicional, la del espigueo, pero que había desaparecido en las zonas agrarias periurbanas", cuenta Raquel Díaz, directora de la fundación. En estas acciones participan sobre todo voluntarios, pero también es cada vez más relevante la participación de colectivos como el de las personas con discapacidad, las escuelas o los propios beneficiarios de los productos que se recogen.

"De lo que se trata, sobre todo, es de pasar de una vez por todas a la acción", proclama Díaz. "Estamos en una situación de emergencia climática y de emergencia social… Y eso no está pasando en un país lejano, sino que está pasando aquí mismo, al lado de nuestras casas, donde hay gente que no puede alimentarse suficientemente y de modo correcto", recuerda la directora de Espigoladors. Además de recoger los excedentes en el campo, la entidad también tiene un obrador para transformar alimentos en mermeladas o patés y trabaja con empresas, comedores escolares y cooperativas agrarias, a las que asesora y ayuda a elaborar su propio plan contra el desperdicio alimentario.

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Consejo

Si te ha sobrado arroz,
guárdalo y caliéntalo
en el microondas con
un cubito de hielo.
De esta forma
aportarás la humedad
necesaria para que el
arroz quede en su punto.

Consejo

Si te ha sobrado arroz, guárdalo y caliéntalo en el microondas con un cubito de hielo.
De esta forma aportarás la humedad necesaria para que el arroz quede en su punto.

Un reportaje de El Periódico

Textos: María Jesús Ibáñez
Ilustraciones: Andrea Hermida-Carro
Imágenes: Ferran Nadeu
Coordinación: Rafa Julve