IA
El mensaje de Bill Gates: jornada laboral de dos días
En este escenario, la sociedad podría permitirse el lujo de trabajar mucho menos sin sacrificar su calidad de vida

Bill Gates, cofundador de Microsoft / BLOOMBERG
La conversación sobre el futuro del trabajo ha dado un giro radical, y una de las voces más influyentes del sector tecnológico, Bill Gates, ha puesto sobre la mesa una predicción que redefine por completo nuestro concepto de la vida laboral. Si hace un año, tras la irrupción de ChatGPT, el cofundador de Microsoft sugería una semana de tres días, su visión se ha vuelto aún más audaz: una jornada laboral de dos días podría ser la norma en un futuro no tan lejano. Esta propuesta, lanzada durante una entrevista en "The Tonight Show" con Jimmy Fallon, no surge de la ciencia ficción, sino de una profunda reflexión sobre el avance imparable de la inteligencia artificial (IA). Para Gates, la IA no es un enemigo que viene a quitarnos el empleo, sino el catalizador de una nueva era de bienestar y propósito humano.
La premisa fundamental de Gates es que la tecnología alcanzará un punto en el que la producción de bienes y servicios esenciales será tan eficiente que la necesidad de mano de obra humana se reducirá drásticamente. Él imagina un mundo donde la IA, al volverse "gratuita y común", se encargará de resolver problemas fundamentales como la fabricación, la logística, el transporte y la producción de alimentos. En este escenario, la sociedad podría permitirse el lujo de trabajar mucho menos sin sacrificar su calidad de vida. Lejos de ser una amenaza, esta transformación liberaría a las personas para centrarse en aspectos más enriquecedores de la existencia, como la conciliación familiar, el desarrollo personal, la mejora de la salud física y mental, y la búsqueda de pasiones creativas.
La IA como catalizador de un nuevo paradigma laboral
La visión de Gates no se limita a reducir horas, sino a redefinir el propósito mismo del trabajo. En su análisis, el papel del ser humano en la economía cambiará de ejecutor de tareas a supervisor, estratega y creador. La productividad se dispararía gracias a sistemas de IA que optimizarían cada proceso, permitiendo que una jornada de dos días genere el mismo o incluso mayor valor que una de cinco en la actualidad. Este cambio de paradigma representa una evolución desde la Revolución Industrial, que nos ató a horarios rígidos, hacia una revolución de la inteligencia, que nos liberaría de ellos. La diferencia clave, según advierte Gates, es la velocidad del cambio. Mientras que la industrialización tardó generaciones en asentarse, la IA está avanzando a un ritmo exponencial, lo que obliga a gobiernos, empresas y a la sociedad en general a prepararse para una transición acelerada. La idea de que los robots y algoritmos se ocupen de lo "básico" permitiría a la humanidad explorar nuevas fronteras del conocimiento y la experiencia.
La reconfiguración de las profesiones
Ante la pregunta inevitable de qué trabajos sobrevivirán, Gates ofrece una perspectiva matizada. Sectores como la medicina y la educación, lejos de desaparecer, se verán profundamente beneficiados. La IA podría proporcionar "excelentes consejos médicos" accesibles para todos o actuar como un "tutor excepcional" personalizado para cada estudiante, democratizando el acceso a servicios de alta calidad. Sin embargo, los roles que dependen de la empatía, el juicio ético y la conexión humana, como el del médico o el maestro, seguirán siendo insustituibles. Por otro lado, los trabajos que Gates considera más seguros a largo plazo son aquellos anclados en habilidades humanas intrínsecas: la creatividad, las relaciones interpersonales y las actividades físicas o deportivas. Su comentario jocoso de que "no queremos ver a ordenadores jugando al béisbol" ilustra una verdad más profunda: hay ciertas experiencias que, por su naturaleza, valoramos que sigan siendo puramente humanas. El futuro, por tanto, no sería de desempleo masivo, sino de una reorientación hacia profesiones que exalten lo que nos hace únicos.
Del escepticismo a la utopía
La audaz predicción de Gates puede sonar utópica, pero refleja un cambio en su propia percepción. Hace poco más de un año, en el podcast de Trevor Noah, se mostraba más cauto, afirmando que la sociedad "no estaba preparada" para una IA dominante. Su optimismo actual sugiere que el ritmo de la innovación ha superado incluso sus propias expectativas. Además, esta visión de una jornada laboral reducida no es meramente teórica. Ya existen ejemplos concretos que validan sus beneficios. El famoso programa piloto del Reino Unido sobre la semana de cuatro días demostró un aumento de la productividad, una drástica reducción del estrés y el agotamiento de los empleados, y una mejora en la retención de talento. Gobiernos como el de Tokio y países como Bélgica o Francia ya han implementado o están probando modelos similares con resultados positivos. Estos experimentos demuestran que trabajar menos horas no solo es viable, sino deseable, sentando las bases para que la visión de dos días de Gates, impulsada por la tecnología, sea el siguiente paso lógico en la evolución del trabajo.
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