Empresa de plásticos
Muere Eduardo Miralta, el hombre que 'bautizó' Tatay
El empresario lideró la tercera generación del grupo, que llegó a presidir, y ha fallecido a la edad de 80 años

Imagen histórica del grupo Tatay / Tatay

Eduardo Miralta Gonçalves de Faria, expresidente y primer ejecutivo de Tatay, falleció este sábado a la edad de 80 años, según ha podido confirmar EL PERIÓDICO de fuentes de la compañía de plásticos. Miralta Gonçalves de Faria fue hijo de Eduard Miralta Seix, quien en los años 50 dio un giro a la compañía familiar con la creación de Plásticos Tatay después de años de trabajar en un taller familiar dedicado a la bisutería metálica estampada que había fundado su padre, Eduard Miralta Baltà.
En la actual denominación de la compañía jugó un papel clave Miralta Gonçalves de Faria, ya que de niño se refería a su padre como 'tatay', que quiere decir 'papá' en filipino. El hecho de que el producto estrella de la empresa en los primeros años fuera el chupete convenció a Miralta Seix a denominarla de este modo.
Eduardo Miralta Gonçalves de Faria ha sido presidente de la compañía y también ejerció como consejero delegado en un grupo que a día de hoy tiene dos fábricas, una en Montornès del Vallès y la otra en Bucarest. Asimismo, el grupo cuenta con 1.200 referencias en el mercado y un almacén en Martorelles. La empresa operaba en 2022 en 65 países y tenía 200 trabajadores, según explicaba su entonces director general, Marc Costa, en una entrevista a este diario.
Tatay fue pionera en España en el uso de los procesos de inyección y extrusión de termoplásticos y durante los años 60 comenzó a manufacturar artículos de menaje para el hogar, de jardinería y de uso sanitario. En 2023, año de las últimas cuentas disponibles, facturó 32,4 millones de euros, con unos beneficios de 3,5 millones. La compañía marcó cifras más altas de negocio durante la pandemia, alcanzando unas ventas de 37,4 millones de euros en 2020 y de 40,2 millones en 2021.
La guerra de Cuba y los orígenes de la empresa
Eduard Miralta Seix, segunda generación del grupo y responsable del gran salto al plástico, explicaba que sus abuelos habían llegado de Marsella a Barcelona coincidiendo con la guerra de Cuba (1895-1898).
Según rememoraba en una entrevista a 'Nació Digital', en aquella época hicieron negocio acuñando espadas y medallas de metal en su casa en la calle Lancaster de Barcelona. Tiempo después, la empresa tuvo su taller en la calle Gomis, en el barrio de Vallcarca.
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