Opinión
De conquistar el mar a fabricar chips
La UE ha decidido que desde España se lidere el desarrollo de los semiconductores fotónicos. Para Vigo esta es la gran oportunidad para iniciar su próxima transformación industrial

El Odón de Buen, el buque más moderno de la flota científica española, constuido en Armón Vigo. / Alba Villar
En noviembre de 2024, la Comisión Europea otorgó a España el liderazgo en la investigación y el desarrollo de chips fotónicos, con la creación del programa PIXEurope. Con 400 millones de inversión, España tiene comprometidos 124 millones, de los cuales la mitad los inyecta el Estado y el resto la propia Comisión. En este proyecto están involucrados el ICFO de Castelldefels (Barcelona), el Centro Nacional de Microelectrónica de Madrid, la Universidad Politécnica de Valencia y la Universidad de Vigo.
"La creciente demanda de la sociedad digital está generando una expansión exponencial en el mercado global para circuitos integrados fotónicos", explica la Comisión. Un mercado que puede crecer el 400% en una década hasta llegar a 1,5 billones de euros.
La carrera para conquistar el liderazgo tecnológico en el mundo sigue acelerándose. Y la Unión Europea necesita despertar para poder enfrentarse a Estados Unidos, China y otros países asiáticos que también juegan en la división de honor de las nuevas tecnologías, como Taiwán, Corea del Sur y Japón.
En esta carrera a por todo, cada día estamos expuestos a nuevos avances y disrupciones tecnológicos que convierten en obsoleto el descubrimiento del día anterior. "La fabricación de un chip de última generación consiste en cientos de pasos y una cadena de suministro que recorre muchos países", explica Chris Miller en una de las obras imprescindibles para entender el sector: 'La guerra de los chips'. Incluye desde encontrar las materias raras de las que se componen los semiconductores hasta diseñar el prototipo más complejo. Una búsqueda con implicaciones de alto riesgo geopolítico y económico que obligará a las grandes potencias a elegir entre dos alternativas: entenderse o enfrentarse.
En este mundo, hablar de las propiedades y el futuro del silicio, del arseniuro y el nitruro de galio, del fosfuro de indio o del grafeno es de lo más habitual. Las necesidades urgentes de tecnologías de última orden aplicadas a la defensa, por ejemplo para defendernos contra ataques de drones, obligan a recordar los orígenes del Silicon Valley californiano. De cómo la Segunda Guerra Mundial y el impulso y la financiación facilitada por el Gobierno de Estados Unidos sirvieron para iniciar la primera gran revolución de una nueva era. La colaboración público privado es imprescindible, sin que ello tenga que ser una merma en el progreso de los avances. La UE, tan sepultada en burocracia y regulaciones, tiene aquí su prueba de fuego. O despierta o será el tapete -bonito, pero intrascendente- sobre el que los otros jugarán sus piezas.
Es en medio de este tablero en que la UE quiere colaborar en serio donde juega Vigo. Indra -participada en un 28% por el Estado- anunció en junio la compra del 37% de Sparc, fundada en 2022, con el objeto de fabricar chips. En el capital de Sparc también participa con el 31,8% la entidad estatal SETT (Sociedad Española para la Transformación Tecnológica), y en otro 8%, Vigo Activo. Los 17,2 millones comprometidos inicialmente de inversión deben servir para crear, no solo empleo, sino también para poner a la ciudad gallega en el mapa definitivo de uno de los sectores más estratégicos de la actualidad gracias a la fabricación de chips y la apuesta por la tecnología fotónica.
Europa, sepultada en burocracia, tiene en la apuesta por el desarrollo de semiconductores su prueba de fuego
Hay dos apuestas de ‘activos’ en la portada de este número. La primera consiste en aproximar al lector el abecé del mundo de los semiconductores y su derivada fotónica. La segunda apuesta es acercarse a la economía de la primera población en habitantes de Galicia : 295.000 habitantes, a los que deben sumarse cerca de 200.000 más del área metropolitana.
Como sigue sin descanso el diario decano de la prensa española, 'Faro de Vigo' (fundado en 1853), en sus páginas, la economía de esta región vive fundamentalmente de dos grandes focos: el mar y el metal. Por mar se entiende todo el negocio relacionado con la economía azul. Desde las empresas pesqueras, dominadoras absolutas del mercado español, presentes en todos los océanos, hasta el sector de la construcción naval. Los astilleros de Vigo, como cuenta el subdirector del diario, José Carneiro, son líderes mundiales en la construcción de buques científicos: desde dedicados a la oceanografía hasta los sísmicos. El sector del metal se mueve alrededor de la inversión del holding empresarial de automóviles Stellantis, cuyo embrión se encuentra en la fabricación del primer Citroën en 1958.
Vigo, que se aferra también a su oferta turística impulsada por su incombustible alcalde Abel Caballero, no quiere ser un espectador de Tercera División en el escenario europeo, sino agarrarse al nuevo futuro. Ha dado un primer paso decisivo. Queda marcar los siguientes. El más importante: el trabajo en equipo y la colaboración con el resto de España y de Europa es fundamental para liderar esta nueva revolución que ya tenemos encima nuestro.
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