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Opinión

¿Cómo puede afectarnos una posible corrección de los mercados financieros?

Se da la paradoja de que, estando en uno de los momentos de mayor incertidumbre geopolítica y económica en mucho tiempo, las bolsas están, sin embargo, cerca de máximos históricos en activos diversos

Un panel informativo en el Palacio de la Bolsa de Madrid, a 17 de octubre de 2025, en Madrid (España).

Un panel informativo en el Palacio de la Bolsa de Madrid, a 17 de octubre de 2025, en Madrid (España). / Eduardo Parra - Europa Press

Los mercados financieros tienen una conexión con la economía real superior a la generalmente percibida. Un ejemplo es lo que sucede en los Estados Unidos, economía cuya evolución siempre termina impactando en el resto. Allí los consumidores detentan una proporción de patrimonio muy elevada invertida en la bolsa. Por lo tanto, si esta cae en exceso, el norteamericano medio deteriora su confianza y eleva su ahorro precaución. Este hecho puede lastrar el mayor epígrafe del producto interior bruto (PIB), el consumo, y con ello el crecimiento de la economía. Al mismo tiempo, si los empresarios perciben que dicho consumo puede ralentizarse materialmente, moderan sus inversiones, agravando el empeoramiento.

Los elevados déficits y la deuda pública de países como EEUU, el Reino Unido y Francia suponen una espada de Damocles

Otro ejemplo claro del efecto de los mercados en la economía real es el siguiente. Si los inversores en deuda, ya sea corporativa o soberana, perciben un aumento del riesgo económico, elevan la rentabilidad exigida a sus inversiones. Este hecho puede derivar en un efecto contagio por el cual todos los tipos de interés terminen elevándose. Como consecuencia, los empresarios pueden, de nuevo, ralentizar sus inversiones y los compradores de casas retrasar sus decisiones, lastrando el crecimiento del PIB.

Así, si los mercados están muy relacionados con el devenir económico, conviene entender si existe un riesgo serio o no de experimentar correcciones. Hoy por hoy se produce la paradoja de que, estando en uno de los momentos de mayor incertidumbre geopolítica y económica en mucho tiempo, los mercados financieros están, sin embargo, cerca de máximos históricos en activos diversos. Las bolsas han subido casi ininterrumpidamente de fondo desde hace años. El indicador que mejor muestra si dicha bolsa está cara o barata por fundamentos de largo plazo es el denominado múltiplo PER (price earning ratio), el valor agregado del índice bursátil dividido entre su beneficio. Pues bien, esta ratio se sitúa ya con cierta nitidez por encima de medias históricas de manera generalizada, no solo en el boyante sector tecnológico.

Es decir, se puede decir que la bolsa está cara. Además, su volatilidad, importante indicador de percepción de riesgo, se sitúa en niveles muy razonables. La deuda corporativa, por su parte, ha visto que su rentabilidad diferencial frente al activo libre de riesgo exigida por los inversores ha caído hasta niveles mínimos.

Inversores tolerantes

Cuando se produce la situación antes mencionada de cierta exuberancia de los mercados financieros, significa que los inversores están siendo muy tolerantes con el riesgo económico y geopolítico, no perciben un nivel excesivo del mismo. Sin embargo, otros indicadores realizados ad hoc para recoger el sentimiento general de los agentes económicos sí muestran que existe una notable preocupación respecto al riesgo antes señalado. Por lo tanto, al no ser coherente la situación, lo normal es que en algún momento se termine corrigiendo. O se moderan los riesgos de manera muy notable, o podrían corregir los mercados financieros.

¿Es previsible que a corto plazo se mitiguen sensiblemente los mayores riesgos existentes? No lo parece. Por un lado, los elevados déficits y la deuda pública de países relevantes como Estados Unidos, Francia y el Reino Unido implican una espada de Damocles para los mercados. Si los inversores se cansaran en un momento determinado y elevaran las rentabilidades exigidas a los bonos soberanos, podría haber un efecto contagio a la economía.

Aranceles y defensa

Por otro lado, la inestabilidad de Donald Trump y su convicción respecto a medidas perjudiciales para su economía, como los aranceles y los ataques a la independencia de su banco central, implican otro riesgo material. Finalmente, la actitud de Rusia testeando la unidad de la OTAN con acciones de guerra híbrida podría terminar acelerando el gasto en defensa de muchos países europeos. Este hecho elevaría en mayor medida los déficits fiscales y, de nuevo, podría tensionar el mercado de bonos soberanos, elevando sus rentabilidades y lastrando las economías. Estos riesgos no tienen por qué plasmarse con total virulencia, pero tampoco deberían ser ampliamente descartados por los mercados.

La economía real española podría verse afectada, pero no de forma dramática, al no tener las familias excesiva exposición

En definitiva, parece que, cara a la gestión de riesgos, habría que apostar por uno de los dos escenarios potenciales futuros en años venideros, porque ambos en paralelo no deberían subsistir mucho tiempo: una reducción de los riesgos económicos y geopolíticos o una cierta corrección a la baja de los mercados en algún momento. Parece más probable lo segundo y la economía real europea y española podrían verse parcialmente afectadas negativamente, si bien no dramáticamente, al no mostrar las familias una excesiva exposición a mercados.