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Lo que significa TACO
El término -formado con las iniciales de ‘Trump always chickens out’, Trump siempre se acobarda- sirve para definir una estrategia económica que triunfa en los círculos bursátiles

Donald Trump firmando un paquete de aranceles el 2 de abril. / EP
Afamados economistas e inversores han acuñado el acrónimo TACO. No significa como la palabra española “taco”, no es un exabrupto ni tampoco un plato mexicano, sino que sirve para definir una estrategia económica. Usando las iniciales de la expresión Trump always chickens out (“Trump siempre se acobarda”), el término ha triunfado en los círculos bursátiles.
Desde Nouriel Roubini, profesor de la Universidad de Nueva York (NYU), hasta Martin Wolf, periodista de Financial Times, pasando por directores de estrategia de fondos de inversión, han alertado de que el presidente de Estados Unidos suele dar marcha atrás en sus decisiones cuando los mercados no las respaldan. No es algo nuevo; antes le pasó a muchos otros. Quizá el caso más sonado fue el de Liz Truss, que siendo primera ministra del Reino Unido anunció un plan de recortes que produjo una caída de los mercados tal que se la llevó por delante a ella y su plan.
El ejemplo de los aranceles
Este año con Donald Trump se ha puesto de manifiesto exageradamente todo lo anterior con el famoso Día de la Liberación, que desencadenó una fuerte ola de ventas y un desplome bursátil. Fue entonces cuando el presidente norteamericano flexibilizó su postura y decidió retrasar unas semanas la aplicación de los aranceles. Así seguimos ahora, con continuos cambios de tasas, sectores y geografías.
El riesgo es que el presidente de EEUU acabe obstinándose en sus políticas para demostrar que no es ningún cobarde
Los trumpistas defienden que es una astuta táctica de negociación, pero los inversores se quejan de que lo peor para su trabajo es no creer en la palabra del presidente del primer país del mundo, porque eso supone que no hay previsibilidad en la economía.
El profesor de la Universidad de Londres Alex Dryden explica que si los inversores se acostumbran a las continuas rectificaciones de Trump, esto acabará provocando una mayor volatilidad en los mercados, puesto que nadie creerá nada y, cuando pasen las cosas, ya será demasiado tarde y vendrán los pánicos financieros.
O lo que es lo mismo: una vez que los inversores empiecen a asumir que Trump siempre va a ceder, construirán sus carteras en torno a esa expectativa. Los rumores de cambios económicos radicales —como aumentos significativos de aranceles— comenzarán a ignorarse, y los inversores se inclinarán por posiciones más arriesgadas creyendo que la escalada se evitará en el último minuto… hasta que eso no pase y el desplome sea inevitable.
También en España
Más allá de las fronteras norteamericanas, la estrategia TACO puede aplicarse a muchos líderes que no han cumplido su palabra: José Luis Rodríguez Zapatero, con la crisis inmobiliaria, y Mariano Rajoy, con la bajada de impuestos, por citar dos ejemplos. En esos casos, también los mercados —con la famosa prima de riesgo— obligaron a dar marcha atrás.
No estamos libres, por tanto, de la disciplina de los mercados o, si se prefiere, de los líderes que ignoran que las políticas públicas se financian con deuda que pagan inversores de todo el planeta. Eso es lo que verdaderamente significa la estrategia TACO y la lección que deberíamos haber aprendido también por estos lares tras la dureza de la crisis de 2008.
Si los inversores creen que el inquilino de la Casa Blanca siempre va a ceder, construirán sus carteras en torno a esa expectativa-
Pero me temo que estos seis meses horribilis de Trump —con sus idas y venidas de aranceles; la guerra de Ucrania sin terminar en 24 horas; la directora de la Reserva Federal, Lisa Cook, que sigue en su puesto; el cierre de la administración (shutdown) y el conflicto en Gaza— no han sido suficientes.
El peligro de la mentalidad de este acrónimo, y lo que realmente es una amenaza de la estrategia TACO, aquí y en Sebastopol, es que a Trump le haya sentado mal que lo llamen gallina y acabe, por eso mismo, obstinándose en sus políticas para demostrar que no es ningún cobarde.
Un presidente que se empecina y sigue adelante con políticas arriesgadas a pesar de todas las señales de advertencia es un verdadero peligro en Estados Unidos y en cualquier país del mundo, incluido el nuestro.
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