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Sector vitivinícola

Pere Llopart, presidente de Corpinnat: "Nuestras bodegas merecen ayudas equiparables a las que reciben las DO"

"Una estrategia contra el descenso de consumo es la pedagogía: enseñar al consumidor que no debe meterlo todo en el mismo saco y mostrarle que tras el vino hay tradición, cultura y relaciones sociales", afirma el bodeguero de la marca colectiva

Corpinnat empieza a captar también bodegas de Clàssic Penedès y aspira a duplicar los socios en dos años

Entrevista a Pere Llopart, presidente de la marca colectiva de espumosos Corpinnat

Entrevista a Pere Llopart, presidente de la marca colectiva de espumosos Corpinnat / JOAN REVILLAS

María Jesús Ibáñez

María Jesús Ibáñez

Subirats
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Pere Llopart i Llopart (Sant Sadurní d'Anoia, 1967) viene de una larga saga de viticultores, que echó raíces en el núcleo de Els Casots, en Subirats (Alt Penedès) hace ya varios siglos. Desde el pasado mayo, Llopart preside la marca colectiva de vinos espumosos Corpinnat, que este viernes presenta sus últimos resultados y los objetivos para el próximo ejercicio, después de haber incorporado en las últimas semanas a tres nuevos socios. Llopart atiende a EL PERIÓDICO en las instalaciones de la bodega familiar, Celler Llopart, en un enclave privilegiado al pie de la sierra del Ordal.

Corpinnat acaba de anunciar una ampliación de la marca colectiva, ¿qué supone esto para el proyecto?

Pues supone una reafirmación de que la marca colectiva es fuerte, que hay bodegas que hacen un esfuerzo para incorporarse a un proyecto como el de Corpinnat, que tiene unos criterios muy cualitativos, muy restrictivos, muy exigentes...

¿Cuáles son esos requisitos, grosso modo?

Lo más importante y uno de los criterios más restrictivos es que toda la vinificación, todo el proceso completo del espumoso, se elabora en las propias bodegas, desde la entrada de las uvas, el prensado, la vinificación. Eso significa que nos autoobligamos a no comprar vino o mosto fuera.

No se externaliza el proceso...

Correcto, sí. Bueno, el cultivo de la uva puede ser en la viña propia, pero también puede ser comprada, siempre dentro del territorio. Y aquí también tenemos uno de los valores fuertes de Corpinnat, el compromiso con los viticultores a los que les avanzamos el precio al menos con un año de antelación. Les damos un precio mínimo de compra, que este año ha sido de 0,92 euros el kilo y que se va actualizando con el IPC. De este modo, nuestros proveedores conocen por adelantado a qué precio mínimo venderán su cosecha.

¿Es necesario también que esos proveedores cultiven dentro de un territorio?

Exacto, nuestro lema es: territorio y calidad. Y sabiendo a quién compramos nuestra materia prima, podemos garantizar que la uva proviene de un territorio muy concreto, que es el corazón del Penedès. De hecho, el significado de Corpinnat es ese mismo, el 'cor del Penedès', donde se produjeron los primeros espumosos del Penedès.

Son una marca relativamente joven.

Nacimos en 2015-2016 y nos dimos a conocer públicamente en 2018. Se ha hecho mucho trabajo en estos años, pero todavía hay mucho más por hacer. Además, es un esfuerzo que se hace con recursos propios, porque no formamos parte de ninguna denominación de origen. Sí lo estuvimos durante un tiempo, al principio, porque los seis fundadores de Corpinnat pertenecíamos a la DO Cava. Pero si lanzamos la marca en abril de 2018, en enero de 2019 ya nos salimos, porque no se entendió que creáramos una marca colectiva.

¿Y Clàssic Penedès existía ya?

Clàssic Penedés nació antes que nosotros, pero en ese momento no nos sentimos identificados, porque, insisto, nosotros habíamos nacido dentro de la DO Cava. Por lo tanto, en ese momento ya no se valoró esta posibilidad. Después sí que hemos tenido conversaciones con ellos.

¿Las hay todavía?

Las tenemos intermitentemente. Son conversaciones que no se han acabado ni se han suspendido. Y bueno, dentro de Corpinnat hay un debate también sobre esta cuestión y supongo que dentro de Penedès también debe de haberlas...

Hubo un momento en el que se planteó un tercer escenario: que la Generalitat promoviera una DO de Espumosos de Catalunya.

Esto sonó durante un tiempo y no es una vía que se haya explorado a fondo.

¿Cómo es vuestra relación con la Generalitat? ¿Os ayuda en la promoción comercial de la marca fuera de Catalunya, por ejemplo? ¿Tenéis ayudas a reconversiones?

Lo estamos reclamando desde hace tiempo, porque, como no formamos parte de ninguna DO, en este momento como espumosos de Corpinnat no tenemos ninguna ayuda equiparable a las que sí tienen las denominaciones de origen. Nuestro interlocutor con la Administración es el Institut Català del Vi, el Incavi, aunque también hemos hablado directamente con la Conselleria d'Agricultura, y con ambos tenemos unas relaciones fluidas y sabemos que contamos con su reconocimiento. Pero ahora les estamos reclamando, además del reconocimiento, un apoyo económico e institucional, porque actualmente solo se tienen en cuenta los vinos amparados por las DO catalanas y los que no estamos allí, nos quedamos al margen.

Hablábamos antes de la vinificación a la propia finca, pero tienen ustedes otros criterios también muy estrictos.

Toda la producción es ecológica, desde la viña al proceso de elaboración. Y pedimos que la cosecha sea manual, porque creemos que recoger las uvas a mano permite realizar un proceso de selección de la fruta, ya antes de entrar en la bodega. Además, de ser un sistema respetuoso también con la planta, permite que la uva llegue con más calidad.

¿Y las variedades también las tenéis acotadas?

Sí y la previsión es que se acoten más... Las autorizadas son las variedades tradicionales de aquí, como el macabeu, el xarel·lo y el parellada. También están la garnacha, el monastrell y hemos incorporado el trepat, la malvasía de Sitges y el sumoll, que es una variedad, por ejemplo, que la DO Cava no reconoce. Y tenemos también dos variedades, digamos que extranjeras, que son el pinot y el chardonnay, que están limitadas y la intención es limitarlas más y con mucha seguridad, si no hay cambios, en unos años ya no estará permiso elaborar con ellas. Eso lo hacemos porque creemos que las variedades autóctonas están más adaptadas a nuestro clima, mientras que las foráneas, que son más tempranas, están menos adaptadas a lo que pueda pasar con el cambio climático.

¿Cómo ha ido la cosecha este año?

Muy bien, esta cosecha, por suerte, hemos respirado. Las viñas se han recuperado y hemos tenido de nuevo una buena vendimia como las que había habido años atrás. El calor de finales de verano nos hizo correr un poco a la hora de recoger la uva, con lo que ha sido una vendimia muy rápida. Nosotros, por ejemplo, en el Celler Llopart solemos estar cinco semanas con la cosecha y este año la hemos hecho en tres y media.

¿Y ahora qué pasa con este vino?

Las botellas de Corpinnat, en general, han de pasar un mínimo de 18 meses en reserva y a partir de aquí cada bodega decide según las referencias que tenga, más o menos largas. Nosotros partimos de los 22 meses hasta los 5 años, pero hay botellas que pertenecen al legado familiar que llegan a estar en reserva hasta 13 años. Aquí está habiendo un cambio en nuestro sector, con los años hemos ido viendo que muy bien elaborado y con viñas cualitativas, nuestros espumosos aguantan, evolucionan bien y mejoran con los años.

¿A ustedes los aranceles que va a aplicar Estados Unidos a las importaciones de vinos, les van a afectar?

Los datos que tenemos del año pasado muestran que nuestra exportación global no es elevada. Somos una excepción en el sector de los espumosos, que está exportando más volumen que lo que vende al mercado nacional, en un porcentaje del 60% frente al 40%. Nosotros estamos exportando entre un 18% y un 19%. Nuestro mercado es el mercado catalán... De hecho, el consumidor catalán es muy exigente, es un consumidor muy entendido en lo que se refiere a espumosos. El tema de Estados Unidos nos ha afectado, claro, pero sobre todo por la incertidumbre que se ha generado, por saber cómo acabará, por cómo ha estado evolucionando.

Hay también preocupación por el cambio de hábitos de consumo que se está detectando, especialmente entre la gente joven. ¿Les preocupa?

Bueno, sí, sí, es una afectación aún incipiente, de la que ya se habla mucho y que supongo nos acabará afectando más. Lo cierto es que de momento no tenemos datos, pero sí, hay una previsión de que la tendencia es esa.

¿Y están preparando alguna estrategia al respecto?

Lo que intentamos es valorizar nuestro producto, darlo a conocer no como una bebida alcohólica, sino como parte de nuestra cultura, incluso como un alimento. Yo creo que si hacemos un poco de pedagogía y le mostramos al consumidor que no hay que meterlo todo en el mismo saco, sino que le enseñamos a apreciar nuestros vinos, van a entenderlo y van a saber diferenciarlo. Tras el vino hay tradición, hay una cultura, es un complemento para las comidas, es un producto que forma parte de las relaciones culturales y sociales.

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