Guerra comercial

La tregua arancelaria de Trump llega a su fin: el daño en la economía ya está en marcha

La pausa de 90 días en la guerra comercial, que vence el 9 de julio, no ha podido evitar el impacto negativo de la incertidumbre en las empresas y en la actividad

Donald Trump.

Donald Trump. / EFE

Rosa María Sánchez

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Madrid
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Mientras la Comisión Europea apura los plazos para negociar un acuerdo comercial con EEUU antes del 9 de julio -que es cuando, en principio, vence la tregua dispuesta por Trump-, la economía europea y la española tratan de digerir los daños ya causados por la guerra arancelaria. Contienen el aliento para que el escenario no empeore, para que no se materialice el que Trump dejó en suspenso el 9 de abril por un espacio de 90 días (con un arancel adicional del 20%, para los productos de la UE y las consiguientes represalias europeas hacia los de EEUU), para que no se haga realidad la amenaza posterior de un arancel general del 50% y para que, si es posible, se de marcha atrás en algunas de las subidas arancelarias ya en marcha.

"En cualquier caso, esto va de aumentar los aranceles. Lo que queremos es que el acuerdo sea lo menos malo posible para las empresas", asume Marta Blanco, presidenta de la Comisión de Relaciones Internacionales de CEOE. "Además, necesitamos un acuerdo que sea claro y determinante. Que no deje puertas abiertas. Que nos permita saber qué va a pasar en el futuro", añade Blanco, que también es directora del Departamento de Internacional y Organismos Multilaterales y está en permanente contacto con las patronales europeas.

De momento, hay daño que ya está hecho: el Banco de España calcula que aunque los aranceles se queden como ya están, la economía española crecerá este año tres décimas menos (el 2,4%), sobre todo, por el efecto de la incertidumbre económica sobre la decisiones de gasto e inversión de familias y empresas. Para un escenario similar, la Comisión Europea ha recortado en cuatro décimas su previsión de crecimiento de la zona euro (hasta el 0,9%).

En el caso español, el empeoramiento de las perspectivas tiene que ver, sobre todo, con los efectos indirectos. Y es que, según el análisis del Banco de España, la economía española tiene más que perder por un aumento de los niveles de incertidumbre (hasta 3 décimas de menor crecimiento, en promedio de los tres próximos años) o por un endurecimiento de las condiciones financieras provocados por una escalada del conflicto comercial (también, hasta 3 décimas) que por el puro aumento de los aranceles (un máximo de 0,16 décimas, en el peor de los supuestos). Ello es porque, en general, el peso de las exportaciones españolas a EEUU no es muy elevado, aunque sí hay empresas que están especialmente expuestas (de los sectores de vino, aceite de oliva, farmacia, perfumes, metal o componentes de automoción, entre otros). 

Ninguna empresa ha solicitado, por ahora, los créditos del ICO aprobados por el Gobierno en apoyo de las exportadoras

El daño ya está hecho. Desde el 5 de abril, las ventas de la UE sufren un nuevo arancel general del 10%. El 2 de abril entró en vigor un nuevos arancel del 25% a los automóviles fabricados fuera de EEUU y desde el 4 de junio es efectivo el nuevo arancel del 50% al acero y el aluminio. El arancel efectivo medio que soportan las ventas españolas a Estados Unidos ha pasado del 3% en 2023 al 12% en el momento actual. Si finalmente llegaran a implementarse los "aranceles recíprocos" anunciados por EEUU el 2 de abril (en suspenso durante 90 días), el arancel efectivo medio sobre las exportaciones españolas aumentaría hasta el 18%, según los cálculos del Banco de España. 

El daño ya está hecho. La Unión de Empresas Siderúgicas (Unesid) sostiene que el nuevo arancel del 50% para el acero y el aluminio está afectando directamente a las exportaciones españolas, que superaron las 250.000 toneladas en 2024, provocando cancelaciones y la paralización de nuevas operaciones. La asociación alerta sobre el riesgo del desvío de excedentes globales de terceros países hacia Europa, con el consiguiente ingreso de acero producido sin respetar estándares ambientales y sociales. Así, según la directora general de Unesid, Carola Hermoso, en los primeros meses de 2025 han aumentado las importaciones desde terceros países. "No tenemos certeza de que sea un efecto provocado por los aranceles, pero creemos que probablemente si responde a estas medidas”, sostiene Hermoso. 

El daño ya está hecho. La errática política arancelaria de Trump ha llevado la incertidumbre económica global a máximos históricos. Desde mediados de marzo, el índice de Incertidumbre de Política Económica (EPU, por su sigla en inglés) alcanzó niveles récord, por encima de los anotados durante la pandemia y el atentado de las torres gemelas. Tras el anuncio de la tregua arancelaria, el 9 de abril, se ha producido una cierta desescalada del índice de incertidumbre global, si bien aún se mantiene en niveles similares a los que siguieron al estallido del covid.

El daño ya está hecho. La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha estimado que, con el nivel actual de aranceles, el comercio global caerá este año el 0,2% (frente al crecimiento del 2,7% que se esperaba antes de las tensiones arancelarias) y anticipa que el desplome podría llegar al 1,5% si Trump reactiva los aranceles suspendidos durante la tregua de 90 días. Lo cierto es que en la primera mitad del año se ha observado una reactivación del comercio exterior que los economistas atribuyen a una fuerte anticipación de compras en todo el mundo antes de la imposición masiva de aranceles. En el caso de España, el comercio exterior se ha acelerado en la primera parte del año: las exportaciones han crecido el 0,8% hasta abril y las importaciones lo han hecho el 5,1%, cuando venían de crecer el 0,2% y el 2,5% respectivamente en el conjunto de 2024.

Archivo - Operario en una fábrica industrial

Un operario en una fábrica industrial / Javier Sánchez - Europa Press - Archivo

La Encuesta del Banco de España sobre la Actvidad Empresarial (EBAE) muestra que casi el 30% de las empresas españolas declaran verse afectadas negativamente por el conflicto arancelario, aunque este efecto negativo operaría principalmente a través de canales indirectos asociados al aumento de la incertidumbre o la menor actividad económica global.

Más del 45% de las empresas afectadas declaran que tienen previsto trasladar el incremento de costes derivado de los nuevos aranceles a sus precios de venta; un 34% de ellas prevé diversificar su cadena de suministro buscando proveedores en otros países, y un 28% tiene intención de abrir nuevos mercados en el extranjero.

Un 21% de las empresas declararon su intención de anticipar compras de suministros ante la incertidumbre sobre la política arancelaria. Y esto último aparece ya como una tendencia en los datos oficiales de comercio exterior del mes abril, que muestran que las empresas españolas se han lanzado a hacer acopio de determinados productos estadounidenses -gas, medicamentos y maíz, sobre todo-, antes de que sus precios se puedan disparar por la respuesta de la UE a la guerra arancelaria declarada por Trump.

El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, saluda al ministro de Economía, Carlos Cuerpo, en Washington.

El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, saluda al ministro de Economía, Carlos Cuerpo, en Washington. / Ministerio de Economía.

Al menos de momento, ninguna empresa se ha acogido a la línea de créditos del ICO dispuestos por el Gobierno para apoyar a las exportadoras españolas afectadas por los aranceles de EEUU, según han confirmado fuentes del Ministerio de Economía.

En el actual clima de incertidumbre global y ante los erráticos anuncios arancelarios de Donald Trump, las empresas españolas llevan meses instaladas en una actitud prudente, en la que prefieren no adoptar grandes decisiones para evitar dar un paso en falso, resume Sandra Fombuena, experta en aduanas de EY. Durante estos meses de inestabilidad, las empresas sí han estado buscado cómo minimizar los efectos de un posible aumento mayor de los aranceles de EEUU, ya sea chequeando la clasificación u origen aduanero del bien exportable o realizando análisis de impacto para preparar estrategias que lo mitiguen.

Poco o nada está trascendiendo de las conversaciones entre la Comisión Europea y EEUU para la negociación de un nuevo marco arancelario. Según Fombuena, es difícil esperar una eliminación total de los aranceles que ya están en marcha, los acuerdos alcanzados por EEUU hasta ahora - como el firmado con Reino Unido – sugieren que podría mantenerse el arancel general del 10%. Los sectores estratégicos como el sector tecnológico o la industria del acero y aluminio o aquellos con mayor déficit comercial, como el sector de la automoción, difícilmente se podrán beneficiar de un alivio arancelario si no se llega a un acuerdo, se atreve a pronosticar Fombuena.

Desde el punto de vista del Banco de España, "la evolución reciente de las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y algunos de sus socios —por ejemplo, Reino Unido— sugiere que existe margen para alcanzar acuerdos que fijen unos aranceles menos severos que los establecidos por la Administración estadounidense a principios de abril, en su mayoría suspendidos actualmente", argumenta el regulador en su último informe trimestral.

"No obstante, no puede descartarse un escenario en el que las negociaciones en curso —entre Estados Unidos y la UE y otras grandes economías mundiales— fracasen o alumbren unas mayores trabas al comercio internacional que las vigentes en los últimos meses”, advierte el Banco de España. Tampoco puede descartarse que las negociaciones (y, por consiguiente, la tregua) se alarguen más allá de la fecha del 9 de julio. "Eso sería una buena señal", interpreta Fernando Moraleda, experto en el sector agroalimentario y asesor en LLYC. "Veo difícil que el 9 de julio esté cerrado un acuerdo. Es probable que haya una prórroga. Y eso será señal de que las negociaciones avanzan", añade.

"Yo creo que estamos más cerca de un acuerdo que de un desacuerdo", anticipa Moraleda, y argumenta que EEUU evitará meter al sector agroalimentario en la guerra comercial, pues las posibles represalias de Europa sobre el sector de la soja y el maíz podrían poner en pie de guerra a la base electoral agricultora de Donald Trump. "El loby de la soja y del maíz es extraordinariamente influyente en la Administración norteamericana", apunta.

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