Opinión | OPINIÓN

Martí Saballs Pons

Martí Saballs Pons

Director de Información Económica de Prensa Ibérica.

Quién lo hubiera previsto hace seis meses

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca abrió la caja de los truenos en el contexto económico y político mundial. Seis meses después, la situación en los mercados es mejor de lo que se predijo

El BCE pone fin a su foro anual en Sintra (Portugal) con un mensaje de prudencia

El BCE pone fin a su foro anual en Sintra (Portugal) con un mensaje de prudencia

Que la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, empiece citando al filósofo nihilista alemán Friedrich Nietzsche al principio de su última conferencia, pronunciada en la ciudad portuguesa de Sintra durante la reunión de banqueros centrales, evidencia el signo de los tiempos. "Es nuestro futuro el que establece la ley de nuestro hoy" fue la cita que utilizó. 

Cada uno puede interpretar la frase del pensador como quiera, aunque Lagarde, para complementar esa referencia, también abusó del sustantivo incertidumbre, que empieza a estar gastado de tanto mencionarlo por medio mundo. Incertidumbre, hay que recordarlo, ha habido siempre, solo que ahora los medios de transporte de la información y el acceso a esta son mucho más rápidos que antes y afectan a muchos más agentes implicados. La transmisión, con sus verdades y sus mentiras, de los aconteceres de la rúa ocurren sin el freno de mano puesto. Y las consecuencias de cada decisión ponen a prueba las teorías de las probabilidades y los teoremas de juegos de los que salen premios Nobel.

Del futuro solo podemos profetizar posibles escenarios. De un extremo al otro. Hay economistas populares, discípulos de Nostradamus, que cobran un potosí por soltar predicciones apocalípticas a audiencias espantadas desde hace 25 años. Basta con echar una mirada atrás a lo ocurrido en los últimos cinco años para poder justificar cualquier tipo de agorero

Y... sin embargo, unos datos básicos. Hay que animarse en medio de estas temperaturas achicharradoras. La inflación y los tipos de interés en la zona euro están en el deseado objetivo del 2%, el mejor de los mundos financieros al que aspira cualquier banquero central. Ni en la cúspide del Banco Central Europeo (BCE) habrían imaginado este escenario hace 12 meses... Mucho menos hace seis meses, cuando Donald Trump amenazaba al planeta con sus aranceles y otras lindezas.

Claro, no se cansan de repetir Lagarde y su vicepresidente, el español Luis de Guindos, que hay que estar alerta, no bajar la guardia y etcétera, etcétera, porque en cualquier momento puede producirse un shock de oferta que puede cambiar el panorama de la noche a la mañana. Por ejemplo, si se hubieran cumplido las amenazas iranís de haber bloqueado el estrecho de Ormuz, por donde pasa el 20% de la producción de petróleo mundial, estaríamos ahora previendo una nueva ola inflacionista.

Si el valor de las empresas en bolsa es el barómetro de expectativas de crecimiento futuras, se justifica que lo peor ha podido pasar. Los principales mercados de renta variable rozan o han sobrepasado sus récords históricos. El Ibex 35 español sigue en los alrededores de los 14.000 puntos, cifra que no se recordaba desde antes de la explosión de la crisis de 2008. El 54% de las empresas europeas ofrecieron en el primer trimestre beneficios por encima de lo esperado frente al 76% de buenas notas de las empresas americanas que cotizan en el índice bursátil S&P 500. 

¿Y la guerra arancelaria? Es tal la cantidad de información dispersa, idas y vueltas, rumores y certezas, alrededor de todo ello que los inversores han apostado por la prudencia y el ya se verá. Las previsiones de crecimiento de la zona euro en 2025, con un consenso del 0,9%, asumían los efectos de la nueva imposición de tarifas arancelarias. Cualquier marcha atrás será beneficiosa para las economías de la UE. Las decisiones fiscales del nuevo Gobierno de Alemania puede impulsar más las tasas de crecimiento que, por el momento, lidera España, cuyo PIB puede crecer cerca del 3% en 2025.

En la órbita europea, dos incógnitas para el segundo semestre: ¿qué hay de la mejora y aceleración de las rutinas burocráticas y la vetocracia bruselense? y ¿cómo puede evolucionar Francia, inmersa en una eterna crisis política que puede acabar afectando la transformación necesaria de la Unión?

Hay más: el dólar se ha devaluado el 10% frente al euro, el oro sigue al alza, las criptomonedas han vuelto a resucitar y los precios de la vivienda no dan la impresión de que se tomen un respiro. Además, la temporada turística volverá a ser de récord y las medusas ya han regresado con fuerza a partes de nuestro litoral.

En medio de este panorama, Ucrania está dejando de recibir las defensas necesarias para repeler la nueva ofensiva rusa; nadie puede poner la mano en el fuego sobre qué más tiene que ocurrir en Oriente Medio y Próximo a propósito de Irán e Israel (más la tragedia de Gaza), China observa atentamente lo que ocurre en el panorama internacional más preocupada por recuperar aliento económico y los emiratos y jeques árabes siguen inyectando dinero donde haga falta. Empieza el segundo semestre con mejores perspectivas que hace seis meses. Lagarde ya puede pensar en la próxima cita de Nietzsche que usará. ¿Del superhombre, quizá?