Empleo
“Nunca me dio de alta en la Seguridad Social”: el testimonio del farmacéutico que debe seguir trabajando con 78 años
El caso de un farmacéutico de Bérgamo evidencia los riesgos de no vigilar las cotizaciones sociales: tras 25 años en la farmacia de su exmujer, hoy, con 78 años, no tiene pensión y debe seguir trabajando para mantener a su hijo

¿Te imaginas descubrir que no cotizaste en 25 años? El caso de un farmacéutico que indigna a Italia


Esther Chapa
Esther ChapaRedactora SEO Activos
Periodista especializada en SEO en Activos, vertical económico de El Periódico de España, dentro del Grupo Ibérica.
Graduada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), máster en Periodismo y Nuevos Perfiles Profesionales por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC). Cursando actualmente Máster en SEO por BIGSEO.
La trayectoria profesional comienza como becaria en el Departamento de Comunicación en IFEMA, Feria de Madrid, y continúa como redactora en el portal web Estrategias de Inversión.
La historia de un farmacéutico de 78 años residente en Bérgamo (Italia) ha generado conmoción en el país tras salir a la luz a través del medio Fanpage.it. El profesional sanitario, que prefiere mantener el anonimato, trabajó durante 25 años en la farmacia familiar, un negocio propiedad de su entonces esposa. Sin embargo, tras un despido sin indemnización y al revisar su situación ante la Seguridad Social, descubrió algo demoledor: jamás se habían abonado las cotizaciones correspondientes a un cuarto de siglo de trabajo.
“Mi exmujer y yo teníamos una farmacia: ella era la dueña. Trabajé allí desde 1975 hasta 2000. Luego me echó sin indemnización y sin pagarme las cotizaciones”, relató con amargura el farmacéutico. Este grave incumplimiento legal lo dejó sin derecho a pensión contributiva, obligándolo a seguir activo laboralmente a una edad en la que esperaba estar disfrutando del retiro.
Sin pensión, sin indemnización y con un hijo a su cargo
Después de ser expulsado del negocio familiar, el septuagenario intentó obtener ayuda de los sindicatos italianos. Sin embargo, el tiempo jugó en su contra. Al no haberse denunciado en su momento la ausencia de pagos a la Seguridad Social, los organismos laborales poco pudieron hacer. “Inmediatamente después de dejar de trabajar me di cuenta del problema. Pero no había cotizaciones registradas. Fui a los sindicatos, pero sin resultados”, explicó.
Durante años decidió no iniciar acciones legales, tratando de rehacer su vida en silencio. Sin embargo, la llegada de un nuevo hijo cambió sus planes: “Desde hace diez años mi vida ha cambiado. Tengo otro hijo al que me gustaría dejarle algo”, subrayó.
Hoy, con 78 años, el farmacéutico continúa trabajando de forma autónoma, prestando servicios puntuales en farmacias de amigos y conocidos. “Mis piernas todavía me sostienen y puedo hacer unas horas, pero son situaciones improvisadas, sin contrato estable”, lamenta.
El riesgo de no vigilar las cotizaciones: una advertencia para trabajadores y autónomos
Este caso ha encendido las alarmas sobre la importancia de vigilar que las cotizaciones a la Seguridad Social se estén realizando correctamente, algo fundamental tanto para empleados como para profesionales que trabajan con familiares o en pequeños negocios. “Nunca me preocupé porque cuando las cosas van bien no piensas que pueda haber algo mal”, confesó el farmacéutico, quien ahora se enfrenta a las duras consecuencias de esa confianza.
El testimonio también destaca cómo los conflictos personales pueden complicar el acceso a derechos laborales. Al intentar retomar contacto con su exmujer y los actuales dueños de la farmacia, recibió una negativa rotunda: “Cuando me dijeron que ya no tenía derecho a nada, nunca más supe de ellos. Hay mucho resentimiento, porque estamos hablando de cientos de miles de euros en juego”.
Una lección sobre previsión laboral y legal
Aunque la justicia italiana investigó el caso, la falta de documentación y el tiempo transcurrido hicieron inviable reconstruir un historial laboral que acreditara los pagos pendientes. Por ello, no se pudo dictar una sentencia que obligara al pago de las cotizaciones retroactivas ni a otorgar una indemnización justa.
Su historia sirve como advertencia no solo en Italia, sino para miles de trabajadores en toda Europa que confían en la buena fe de sus empleadores o socios. Revisar periódicamente los registros de cotización y exigir contratos claros puede evitar dramas personales como el que vive este farmacéutico de Bérgamo.
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