Sector bancario
El BBVA se inclina por seguir con la opa al Sabadell pero lo condiciona al apoyo de los grandes accionistas
El banco no ha tomado aún la decisión y contempla desistir si comprueba que no tiene el respaldo de los principales inversores de ambos bancos

BBVA confía en que el Gobierno no complique la opa y pide que informe con la bolsa cerrada


Pablo Allendesalazar
Pablo AllendesalazarPeriodista
Redactor de economía desde 2004. Tras estudiar en las universidades de Málaga, Edimburgo y el País Vasco, trabajé durante tres años en la Agencia Colpisa-Redacción Central de Vocento. Desde 2007, en la delegación de Madrid de EL PERIÓDICO. Vicepresidente de la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE).
El BBVA se inclina por seguir adelante con su oferta de compra (opa) sobre el Sabadell, pero todavía no ha tomado una decisión al respecto porque está tanteando a los grandes inversores de ambos bancos para ver si cuenta con su apoyo, según ha adelantado 'Bloomberg' y ha podido confirmar este diario. La opción de desistir, por lo tanto, sigue sobre la mesa, como también la de llevar ante la justicia la decisión del Gobierno de que, caso de que la opa triunfe, las dos entidades no pudieran fusionarse hasta dentro de al menos tres años, ampliables en otros dos. La entidad, cuyo consejo de administración se reunió el miércoles para comenzar a analizar las distintas opciones, ha declinado hacer comentarios.
"Estamos en el análisis y la evaluación de las distintas alternativas", aseguró el mismo miércoles el responsable del negocio del BBVA en España, Peio Belausteguigoitia, durante su intervención en un curso organizado por la Asociación de Periodista de Información Económica (APIE). El banquero recordó que los administradores y los gestores de la entidad tienen el "deber de estudiar todas las alternativas y posibilidades dentro de su análisis" porque tienen el "deber fiduciario" de proteger los intereses de sus accionistas. Todas las opciones, apuntó, están sobre la mesa: mantener la oferta, retirarla, y llevar la decisión del Ejecutivo a la sala de lo contencioso-administrativo del Tribunal Supremo.
El ejecutivo, con todo, defendió que la operación sigue teniendo sentido, con un argumento similar al que sostenía el banco antes de la decisión del Gobierno: "El racional de la operación es impecable. Es un racional de crecimiento. La operación es buena para España, Catalunya y los clientes". En la misma línea, sostuvo que "es importante pensar que este tipo de operaciones van a ocurrir en los próximos años en el sector financiero y otros sectores, y es importante que desde España lideremos operaciones que son importantes para Europa". De ello pareció deducirse que el BBVA se inclina por seguir adelante. La clave es que solo lo hará si logra convencer a los principales fondos accionistas de ambos bancos.
Sentido económico
La decisión final, así, está condicionada a los números que ha hecho el banco para evaluar si la transacción sigue teniendo sentido económico y a las posibilidades que compruebe que tenga de convencer de ello a los grandes accionistas institucionales de las dos entidades. La condición del Gobierno limita las sinergias que podrá obtener la entidad. Calculó 850 millones de euros de ahorro de costes para justificar la operación: 450 millones por gastos de administración y tecnología, 100 millones por el menor coste de la financiación mayorista en los mercado, y 300 millones por la reducción de empleo y sucursales.
Entre sus planes, así, estaba cerrar 300 oficinas y realizar un ajuste de plantilla (ERE). Sin embargo, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, aseguró el martes que los dos bancos no podrían hacer este tipo de recortes ligados a la integración, si bien no negó que puedan realizar ajustes justificados por otros motivos. El BBVA estima que todavía podría conseguir la mayoría de las sinergias (sobre todo las ligadas a la tecnología y los gastos administrativos), aunque más lentamente. Pero está por despejar que convenza a los grandes inversores de ello.
El banco presidido por Carlos Torres, así, siempre ha defendido que podría hacer la opa y demorar la petición de fusión (fiscalmente le podría interesar, incluso, por el impuesto a la banca). También viene asegurando desde hace meses que, incluso en ese caso, podría obtener la mayoría de las sinergias. Además, el Gobierno encargó la vigilancia del cumplimiento de su condición a la Secretaría de Estado de Economía, para la que no está prevista más intervención reglada que la petición de dos informes de seguimiento a los dos bancos entre seis y dos meses antes de que acabe el plazo inicial de tres años. El Ejecutivo no ha optado por encargar la vigilancia a la CNMC, que es la que tiene la capacidad sancionadora si se producen incumplimientos. Ello ha sembrado dudas sobre la efectividad del requisito de no fusión impuesto por el Ejecutivo.
Cuerpo, de hecho, confió hasta cierto punto el cumplimiento a la buena voluntad del BBVA y a la expectativa que pueda tener el banco de que el Ejecutivo de turno le apruebe la fusión con el Sabadell dentro de unos años. "En el momento en el que el BBVA decida seguir adelante con esta operación, entiendo que tiene que tener en su punto de mira la capacidad de maximizar el valor de esta operación y obtener las sinergias que conlleva la propia fusión de las dos entidades. Los incentivos están sobre la mesa, son positivos para que el BBVA cumpla con la protección de los intereses generales y, por tanto, pueda ser un win-win, en el cual al final de este proceso el BBVA acaba cumpliendo la condición (del Gobierno) porque va en la línea de su propio interés de maximizar el valor de la propia compañía", ha defendido.
Hitos y plazos
Si el BBVA decide mantener la opa, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ya ha estimado que el folleto de la operación (que recoge todas sus características y riesgos) podría recibir luz verde dentro de "en torno a tres semanas", con lo que el periodo de aceptación de la oferta para los accionistas del Sabadell comenzaría en la segunda quincena de julio. El plazo de aceptación de la oferta puede ser de entre 30 a 70 días. En una entrevista a EL PERIÓDICO, el presidente del BBVA, Carlos Torres, desveló que lo más probable es que el BBVA apostase por alargarlo hasta septiembre.
Durante las próximas semanas y meses, otros dos hitos pueden complicar aún más la opa. Por un lado, el Sabadell está explorando la venta de su filial británica TSB y los bancos interesados (Barclays y Santander, principalmente) tienen hasta este viernes para presentarle ofertas. Si la operación se cierra más adelante, el banco catalán tendrá más capital para remunerar a sus accionistas y convencerles de que no acudan a la opa. En esta línea, venda o no TSB, el Sabadell tiene previsto anunciar su plan estratégico para el periodo 2025-2027 el próximo 24 de julio, que incluirá un aumento de la remuneración a sus propietarios, también con el propósito de que digan no al BBVA.
De hecho, si el banco de origen vasco decide seguir adelante, una de las claves del proceso es cómo afectaría la decisión del Gobierno a los accionistas del Sabadell, ya que la condición de no fusión resta sentido económico a la operación, con lo que podría llevarles a decidir no aceptar la oferta del banco competidor. Es en lo que confía la entidad de origen catalán, que ha estimado que el requisito del Ejecutivo haría que las sinergias de la operación se redujeran a casi cero mientras dicha condición este vigente y posteriormente serían entre un 28% y un 35% más bajas de lo estimado por el BBVA.
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