
Biometano: una oportunidad renovable que echa raíces en el territorio

Joan Batalla, presidente de Sedigas / SEDIGAS
La transición energética no es un desafío del futuro. Es una necesidad del presente. En un contexto en el que Europa y España se han fijado metas claras de descarbonización, seguridad de suministro y autonomía energética, necesitamos soluciones viables, seguras y escalables. Y una de ellas —quizás de las más desconocidas, pero también de las más prometedoras— es el biometano.
El biometano es un gas 100 % renovable, producido a partir del tratamiento de residuos orgánicos — de origen agrícola, ganadero, urbano e industrial— que, tras un proceso de depuración, puede inyectarse en la red gasista o utilizarse como combustible. Es una solución energética probada, madura y segura, ya plenamente desplegada en muchos países europeos. En Francia, Alemania, Italia o Dinamarca, existen cientos de plantas funcionando con normalidad, integradas en el territorio, generando empleo local y reduciendo las emisiones. Más de 1.500 en toda Europa.
España no parte de cero. Nuestro país dispone del tercer mayor potencial de producción de biometano de la Unión Europea. Sin embargo, su desarrollo aún es incipiente. La buena noticia es que contamos con las condiciones necesarias para impulsarlo: recursos disponibles, tecnología probada y una red de infraestructuras energéticas preparada para integrar este gas renovable.
Una tecnología madura, probada y segura, clave para el proceso de transición energética
Desde Sedigas, creemos firmemente que el biometano es parte imprescindible del mix energético del futuro. No solo por su capacidad de descarbonización, sino por su contribución directa a otros objetivos estratégicos: economía circular, gestión sostenible de residuos, reactivación del medio rural contribuyendo a la cohesión territorial y desarrollo industrial verde.

Instalación de producción de biometano en Alemania. / SEDIGAS
Pero sabemos que no basta con destacar sus beneficios técnicos. Es fundamental que el desarrollo del biometano cuente con respaldo social. Y para lograrlo, hay que ganarse la confianza de las comunidades locales. Lo que llamamos “licencia social para operar” es tan importante como los permisos administrativos. Porque ningún proyecto energético, por bien diseñado que esté, tendrá éxito si no se construye con y para el territorio.
En este sentido, es natural que surjan dudas o incluso recelos ante la instalación de nuevas infraestructuras. El miedo a lo desconocido, el ruido mediático o las campañas de desinformación pueden generar incertidumbre en la ciudadanía. Y es nuestra responsabilidad, como sector, despejar esas dudas con transparencia, información rigurosa y voluntad de diálogo.
El biometano no huele, no contamina ni altera el entorno cuando se gestiona correctamente. Las plantas están diseñadas con estrictos estándares ambientales y de seguridad. Son silenciosas y discretas -muchas veces pasan desapercibidas-. Además, convierten residuos en energía limpia y útil, y generan un subproducto —el digerido— que puede utilizarse como fertilizante orgánico. En resumen: donde algunos ven un problema, nosotros vemos una solución.
El biometano es parte imprescindible del mix energético del futuro
Para garantizar un despliegue responsable, en Sedigas hemos elaborado un Decálogo de Compromisos para el desarrollo del biometano en España que recoge los principios éticos y técnicos que deben regir la actividad del sector: respeto al entorno, transparencia en la operación, diálogo constante con las comunidades y generación de valor compartido. No se trata solo de cumplir la ley, sino de construir confianza.
Porque la transición energética no debe imponerse. Debe ser un proceso participado, compartido, en el que todos —ciudadanía, empresas, instituciones— avancemos en la misma dirección. Y para eso necesitamos más pedagogía, más escucha y más cercanía.
El biometano, además, encaja perfectamente en el modelo de transición justa que defiende la Unión Europea: es local, promueve la innovación, diversifica la economía de las zonas rurales y puede generar hasta 60.000 empleos directos e indirectos en España de operación y mantenimiento si se desarrolla todo su potencial.
En un momento de incertidumbre geopolítica, tensión en los mercados energéticos y urgencia climática, no podemos permitirnos desaprovechar una solución tan clara y con tantos beneficios cruzados. El biometano no es una promesa de futuro. Es una realidad que ya funciona en Europa, y que España está en disposición de liderar.
Por eso, desde Sedigas hacemos un llamamiento a todos los actores —instituciones, gobiernos locales, tejido empresarial, asociaciones y ciudadanía— para que se sumen a este impulso. Con rigor, diálogo y con mirada de largo plazo.
Porque el futuro no se espera: se construye con confianza. Y el biometano nos invita a construirlo desde lo local, con visión y responsabilidad.
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