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Nueva cultura laboral: La Generación Z valora más la libertad de horario que el salario
Las firmas de recursos humanos detectan que ha cambiado la forma de relacionarnos con el trabajo tras la pandemia: poder conciliar la vida personal y profesional cuenta cada vez más en las negociaciones laborales. Lo demandan los jóvenes, pero también los más veteranos.
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Teletrabajo / JORDI OTIX


Juan Fernández
Juan FernándezPeriodista
A finales de la década pasada, en el sector de los recursos humanos hizo fortuna una expresión que identificaba un fenómeno novedoso que empezaba a darse en los entornos laborales –sobre todo en grandes compañías de EEUU, pero también en las de algunos países europeos–, y que comenzaba a inquietar a los responsables de las áreas de personal: la gran renuncia. Agotados tras inacabables jornadas en las que soportaban cargas de trabajo cada vez más exigentes, muchos empleados estaban optando por pedir el finiquito y darse de baja de sus empresas. Luego llegó la pandemia, que mandó parar el mundo, y los meses de confinamiento forzado llevaron a muchos a descubrir el teletrabajo y a vivir una experiencia que causó un notable impacto emocional en la población.
El final de las medidas de aislamiento sanitario permitió recuperar la actividad en los centros de trabajo y con el paso de los meses la mayoría de las compañías fueron retirando a sus empleados la opción de teletrabajar, que pasó de ser un derecho casi universal a convertirse en un privilegio al alcance de unos pocos y solo por uno o dos días a la semana.
Sin embargo, algo parece haber cambiado en la forma como nos relacionamos con el trabajo tras el covid. Lo prueban los sondeos que continuamente hacen las agencias de contratación entre los empleados y los candidatos a los puestos vacantes, y lo confirman los profesionales de este sector a partir de las inquietudes que detectan en las entrevistas de trabajo. Avisan de la irrupción de una nueva cultura laboral.
"El trabajo, que en el pasado era el eje sobre el que organizábamos la vida, está pasando a ser un mero recurso para mantener nuestra forma de ser y de vivir, pero ya no es el valor supremo que determina nuestras biografías, como ocurría antes, ni el éxito profesional es la quintaesencia de nuestras metas personales", resume Vicenç Álvaro, director de marketing y estrategia de candidato de la firma de servicios laborales y gestión de talento Manpower. Según un sondeo realizado a finales de 2022 por esta entidad, ocho de cada diez trabajadores reconocían que la pandemia les habÍa cambiado su forma de entender el empleo.
Generación Z
Este nuevo paradigma laboral lo están impulsando, sobre todo, las nuevas generaciones de jóvenes que en los últimos años se han incorporado a las empresas y que llegan con una escala de valores y unas expectativas muy diferentes a las que imperaban hasta ahora en las empresas. Un reciente estudio de la consultora de recursos humanos Randstat Research revela que el 56% de los trabajadores de la Generación Z (los nacidos entre la segunda mitad de los años 90 y el final de la década del 2000) estarían dispuestos a abandonar sus actuales destinos profesionales si estos llegaran a colisionar con sus estilos de vida, frente al 38% de los 'baby boomers' que dan esa misma respuesta. El 40% de los jóvenes que participaron en esta encuesta aseguran que preferirían estar desempleados antes que ser infelices en sus puestos de trabajo, frente al 25% de los veteranos que se plantean algo semejante.
"Los jóvenes han llegado a un mundo laboral mucho más incierto que el que encontraron sus padres, pero esto no les intimida. Se saben la generación mejor preparada y no les da miedo cambiar de trabajo. De hecho, lo prefieren antes de quedarse en una empresa que no esté alineada con sus valores o que les ofrezca condiciones laborales que les impida su desarrollo personal", señala Reyes Suarez, responsable de equipo de Randstad, que destaca el cambio en las relaciones de poder que se está produciendo en las propias entrevistas de trabajo. "Antes, las empresas eran las que tenían la sartén por el mango. Ahora, ese mango es compartido. Los candidatos presentan hoy demandas que hace poco eran impensables", apunta esta experta en recursos humanos.
Entre esas peticiones, la flexibilidad horaria, la conciliación con la vida personal y la posibilidad de teletrabajar se han convertido en las estrella del momento. "No les preocupa el número de horas que han de dedicar al trabajo, sino saber que van a poder adaptar sus obligaciones laborales a sus estilos de vida. Quieren asegurarse de que van a poder hacer algo aparte de trabajar y esto lo plantean abiertamente en las entrevistas", explica Vicenç Álvaro, que reconoce que esta percepción "menos rígida y más flexible de la vida laboral", lejos de convertirse en una exigencia exclusiva de los jóvenes, está calando en las empresas entre otros grupos de edad más provectos.
Según el último 'Informe sobre la flexibilidad laboral en España' de Infojobs, el 65% de los trabajadores confiesan que tener un horario adaptado a sus circunstancias personales es un hecho diferencial a la hora de aceptar una oferta de contrato. Otro reciente estudio de Randstat revela que un tercio de los españoles que estaban en búsqueda de empleo han rechazado en el último año una propuesta de trabajo porque no les ofrecía suficiente flexibilidad horaria.
Beneficios intangibles
Esta nueva forma de relacionarnos con el trabajo está obligando a las empresas a reajustar sus incentivos a la hora de cuidar sus plantillas. "En el pasado, el salario era la única herramienta de negociación que había. Ahora, no vale con subir el sueldo un 10% para retener el talento, hay que ofrecer otros beneficios intangibles, como la flexibilidad horaria, la posibilidad de trabajar en remoto algún día de la semana o disponer de días adicionales de descanso y de planes de salud mental, que son cuestiones cada vez más valoradas, sobre todo entre los jóvenes", señala Laura Urúe, directora de talento de la consultora de recursos humanos Catenon.
En 2022 había en España 2,7 millones de personas menores de 29 años trabajando, pero el tiempo corre a favor de este grupo de población. Se estima que en 2030 la Generación Z supondrá ya el 30% de la masa laboral de todo el país y sus demandas apuntan a estar cada vez más presentes en las negociaciones laborales. "En realidad, muchas de estas cuestiones ya las plantearon otras generaciones, como los Millennials o los de la Generación X, pero antes se quedaban en papel mojado. La diferencia es que los jóvenes de ahora sí exigen que el trabajo no colisione con sus vidas personales y que ese equilibrio sea real, no solo teórico. Antes, al final, acabábamos echando las horas que hicieran falta en la oficina", distingue Reyes Suárez.
En 2019, la Organización Mundial de la Salud incluyó por primera vez el burnout –o estrés laboral– en su clasificación internacional de enfermedades, reconociendo que era una de las principales causas de trastorno mental en los países avanzados. El médico pediatra Eduardo Vara conoce bien esa dolencia. La sufrió en sus propias carnes durante la pandemia, cuando la enorme carga laboral que tuvo que afrontar pasando consulta en un centro de atención primaria de Barcelona acabó haciéndole colapsar y pedir una baja.
Aquella experiencia le animó a investigar la relación que tradicionalmente hemos mantenido con el trabajo. "En el pasado nos educaron a vivir por y para él. Especialmente si te dedicabas a uno de esos oficios considerados vocacionales, donde parecía que todo estaba permitido con tal de que cumplieras con tu obligación laboral, aunque te costara la salud. Curiosamente, burnout se traduce como estar quemado, pero nunca se alude a que es el trabajo lo que te quema, no tú. La responsabilidad parece recaer sobre ti", señala.
Trampas
Para el autor de 'Maldito trabajo', el ensayo donde explica las "trampas" que pueblan los ecosistemas laborales, la nueva actitud que muestran los jóvenes en este terreno supone una enmienda a la totalidad a la forma como hemos percibido el trabajo en el pasado. "Ellos han visto dónde conduce aquella forma de actuar y la rechazan. Las generaciones anteriores acabaron agachando la cabeza y entraron por el aro, con el resultado ya comprobado. Pero los jóvenes reivindican su derecho al descanso y a su tiempo personal para ellos mismos. El trabajo no es lo más importante de sus vidas, y es sano que lo vean así", analiza.
El próximo jueves, la principal reivindicación de los sindicatos en las marchas del 1 de mayo aludirá, precisamente, a esta cuestión. "Por la reducción de jornada, para ganar tiempo de vida", reza el lema elegido por Comisiones Obreras y UGT para celebrar el Día del Trabajo este año. La petición se lanza en el contexto de la negociación por la reducción de la jornada laboral a 37 horas y media semanales, que la ministra del ramo, Yolanda Díaz, ha anunciado que aprobará el martes en el Consejo de Ministros.
La medida cuenta con el rechazo de los empresarios, que ponen el acento en el coste que tendrá en sus partidas de personal, pero las firmas de recursos humanos creen que este debate está superado en la sociedad, y también está rebatido por la fuerza de los hechos. "No es cierto que reducir el tiempo de trabajo y dar flexibilidad horaria baje la competitividad de las empresas. Al contrario, la mejora. Un trabajador que se siente bien tratado es más productivo y tiene menos riesgo de sufrir burnout. Es una posible baja laboral menos", advierte Laura Urúe.
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