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Abadía Retuerta, mucho más que una bodega cerca del Duero

El grupo, propiedad de la multinacional farmacéutica suiza Novartis, engloba vino, hotel, gastronomía, ‘wellness’ y una división de experiencias únicas

Imagen Enrique Valero, CEO de Abadía Retuerta, en Sardón de Duero (Valladolid)

Imagen Enrique Valero, CEO de Abadía Retuerta, en Sardón de Duero (Valladolid) / Activos

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El consejero delegado de Abadía Retuerta, Enrique Valero (Sevilla, 1964), es abogado de formación y se define como una persona con una marcada vocación humanista, a pesar de lo cual se declara también como un profesional al que le encantan los datos: "Sin datos no vas a ninguna parte -recalca-. Yo puedo ver a las 6.45 de la mañana cuánto ha vendido la bodega, el hotel, el spa, el restaurante... No tengo que hablar con nadie. Esto es producto de una inversión muy importante que hicimos en 2017 con KPMG". 

No es el primer contraste alrededor del proyecto. Abadía Retuerta es un conjunto de 700 hectáreas que aglutina bodega y hotel, pero que además es un destino gastronómico -estrella Michelin incluida-, de wellness y que cuenta con una división de experiencias únicas que van desde montar en globo hasta una vendimia personalizada. Tiene su epicentro en una antigua abadía situada cerca de Valladolid, a orillas del río Duero, fundada en el siglo XII y que ha sido restaurada con mimo. 

Propiedad farmacéutica

Otro de los contrastes es que el proyecto, cuyo emblema más conocido es el vino, no es propiedad de una familia aristocrática. Su dueña es una multinacional, la farmacéutica suiza Novartis, que posee el 100% desde los años 80, cuando se llamaba Sandoz y compró Prodes, un fabricante de semillas que poseía la finca. "Novartis está encantada por la parte social del proyecto, por haber recuperado el patrimonio natural, el histórico y sobre todo el impacto social de tener 160 familias trabajando y viviendo allí". Sin olvidar, claro, que el complejo da beneficios y que genera una facturación de unos 18 millones de euros anuales. "Hemos multiplicado por tres la plantilla y por cuatro el negocio, que ya es sostenible", explica Valero. 

El consejero delegado recuerda su aterrizaje en el proyecto. "Cuando llegué, en 2009, me dijeron: ‘Oiga, nosotros queremos gestionar esto de forma responsable y crear un referente a nivel mundial y para eso tiene usted 700 hectáreas, el río Duero, un vino que no tiene denominación de origen pese a estar en parte en la denominación Ribera del Duero...’". El problema es que la denominación de origen les dijo que no podían formar parte: "Yo estoy contento de que nos dijeran que no, porque no seguimos la ruta más fácil, que era la de tener el apellido de la familia. Cogimos una ruta un poco más compleja". El premio llegó en 2022 cuando Abadía Retuerta logró la Denominación de Origen Protegida de Vino de Pago.

Pata fundamental

El vino, claro, es la pata fundamental del proyecto. De la facturación de 18 millones de euros, el 60% procede de sus caldos, y el 40%, del hotel y todos los servicios que engloba. Alrededor de un tercio de la producción de vino, que oscila según los años entre 600.000 y 750.000 botellas, se exporta. El 5% se destina concretamente a Estados Unidos. 

¿Cómo afronta el grupo la amenaza arancelaria detonada por Donald Trump? "Habrá que buscar alternativas en otros mercados que compensen un poco y luego compartir entre el importador, el distribuidor, el retail y nosotros ese 20% de aranceles", desgrana Valero, quien admite que les va a afectar como sector porque "las empresas vitivinícolas son razonablemente pequeñas". "La mayoría somos pymes", añade. 

Respecto a mercados concretos, el CEO del grupo explica que "para el vino de calidad español, donde está posicionado Abadía Retuerta, es muy importante Suiza, México, Canadá y, por supuesto, Estados Unidos". "Obviamente, el tema arancelario nos afecta, no son buenas noticias, pero en nuestro caso particular estamos en un segmento que es más resiliente por temas de precio", argumenta. Valero explica que la marca Abadía Retuerta "no se encuentra en la franja comercial que está entre 10 y 20 euros, está por encima de 40, con lo cual, claro que afecta pasar a 50 euros, no te gusta y el consumidor tiene productos alternativos, pero es más resiliente a los precios". Además de compartir los mayores costes producto de los aranceles, es decir, además de socializar ese dolor, la filosofía se mantiene: "Tendré que intentar no perder el foco en que nuestro consumidor final siga disfrutando de nuestros vinos. No se trata de ahorrar costes ni de bajar la calidad, sino de ver cómo pasamos entre todos este temporal". 

Vista general de la bodega y el hotel Abadía Retuerta

Vista general de la bodega y el hotel Abadía Retuerta / Pancho R.Eguiagaray

De huésped a apóstol

Parte del día a día es centrar permanentemente el foco en el cliente. "La magia de Abadía Retuerta se produce cuando conectas la experiencia del cliente con la del empleado. Tú no puedes vender excelencia si tu empleado -o, mejor dicho, tu equipo- está mal pagado, el comportamiento no es ético, no tienen beneficios, no conocen el producto, no tienen formación, no hay transparencia en la información... Así que hemos creado un proyecto, el EVP (employee value proposition) que es muy potente porque no solo afecta a la parte salarial, que también es importante, sino a la claridad de objetivos, cómo contribuyes tú al todo, cómo mides la calidad, las redes sociales, cómo las mides cuando se va el huésped, cómo formas al equipo como unos estándares muy altos... Siempre digo que en Abadía Retuerta entras como huésped y sales como apóstol", resalta Valero. 

"En la búsqueda de la excelencia hemos entrado a formar parte de asociaciones como Leading Hotels of the World o Círculo Fortuny, donde nos unimos con marcas muy diversas e instituciones que van desde el Museo del Prado hasta el Museo Thyssen, pasando por compañías como Loewe, Natura Bissé y Vega Sicilia", prosigue.

Para Valero hay otro aspecto fundamental: "fijar la población en las zonas". "A los políticos en Castilla y León les digo que hay que dejar de hablar de la España vaciada y pasar a hablar de la España de las oportunidades. El trabajo de la política es que las comunicaciones lleguen y eso ya se tiene, no solo en coche o en tren, sino también en fibra óptica. Cuando llegué en 2009, éramos 47 y hoy somos 160. Eso son familias. Nosotros somos una empresa que pertenecemos a una multinacional, con lo cual tenemos esa visión de largo plazo y de ir invirtiendo. Hay que devolver más de lo que se recoge, pero tenemos la agilidad, la forma, la pasión y el alma de una empresa familiar", concluye.