¿Dónde están ahora los expertos del vídeo viral de hipotecas? La trágica historia de Simón Pérez y Silvia Charro

En 2017, un vídeo que debía ser una sencilla intervención sobre hipotecas fijas o variables se convirtió en un fenómeno viral por motivos muy distintos a los económicos. Simón Pérez, entonces profesor de finanzas, y Silvia Charro, asesora inmobiliaria, protagonizaron un momento mediático que cambió sus vidas para siempre. El estado alterado en el que aparecían, aparentemente bajo los efectos de drogas, desencadenó un escándalo que los llevó a la ruina profesional en apenas una semana.

Ambos fueron despedidos. Perdieron credibilidad, red de apoyo familiar y su estabilidad económica. Pasaron de vivir en condiciones acomodadas a residir en un coche, mientras intentaban ganarse la vida como podían, entre clases particulares y asesorías puntuales. Pero ese fue solo el primer acto de una espiral que continúa descendiendo.

Hoy, Simón y Silvia sobreviven retransmitiendo en directo su vida a través de plataformas como Kick. Sus contenidos, sin embargo, están lejos de una simple bitácora personal. Sus directos son espectáculos extremos donde consumen drogas, aceptan retos insalubres y peligrosos a cambio de dinero, y se exponen a una audiencia compuesta en su mayoría por adolescentes.

Una economía de la humillación en directo

Desde lanzarse objetos, destrozar electrodomésticos o ingerir bebidas energéticas en tuppers sucios, hasta fumar drogas en plena retransmisión, cada directo es una ruleta rusa emocional y física. Silvia, apodada por sus propios seguidores como “Chusa”, mostró en un podcast un test de cocaína positivo. Simón, por su parte, ha tenido crisis de salud en plena emisión, visiblemente afectado por sustancias y una alimentación precaria.

El fenómeno es inquietante no solo por el estado de la pareja, sino por la participación activa de su comunidad: jóvenes que les lanzan propuestas cada vez más turbias y les pagan para llevarlas a cabo. Desde gritar que están locos en la calle hasta gestos que rozan lo ilegal.

Del emprendimiento al desastre

Tras el escándalo inicial, intentaron recuperar su vida montando Neotecalia, una consultora económica, sin éxito. Posteriormente, fundaron Green Capital, una empresa de derivados del cannabis medicinal con sede en Macedonia del Norte. Llegaron a recaudar más de un millón de euros y firmar con 90 inversores. Pero la operación fracasó. Hoy, varios de esos socios les reclaman judicialmente por los fondos desaparecidos.

Economía, adicciones y la banalización del sufrimiento

Lo que podría haberse quedado en una anécdota viral más, se ha convertido en un reflejo descarnado de la economía digital más perversa: la que explota la vulnerabilidad humana para monetizar el dolor. Los retos por dinero, la constante exposición a las drogas, la interacción con una audiencia que pide cada vez más… todo ello sitúa a Simón y Silvia en un limbo entre el espectáculo y la tragedia.

Simón, que llegó a enseñar en la Escuela Internacional de Administración y Finanzas, y Silvia, que trabajó para Engel&Völkers, son ahora un triste ejemplo de cómo el sistema puede devorarse a sí mismo. Lo que comenzó como una caída por consumo y exposición, se ha convertido en una economía circular de la humillación, financiada por espectadores en busca de emociones extremas.

El entretenimiento basado en la precariedad

Simón y Silvia no solo son un caso de estudio sobre el poder destructivo de la viralidad, sino sobre cómo las plataformas digitales han abierto un nuevo mercado: el del entretenimiento basado en la precariedad. Su historia pone en jaque los límites de la libertad de expresión, el papel de las plataformas de streaming, y la salud mental en el ecosistema digital.

También plantea interrogantes económicos de fondo: ¿qué ocurre cuando el capital social y el conocimiento técnico no bastan para mantenerse a flote? ¿Cómo se monetiza una marca personal arruinada? ¿Y qué responsabilidad tiene el espectador que da donaciones en este tipo de emisiones?

A ocho años del vídeo viral que lo cambió todo, la historia de Simón Pérez y Silvia Charro es un recordatorio de que la fama repentina, las redes sociales y la falta de apoyo institucional pueden generar un cóctel explosivo.