Proyectos
Magnanni lleva sus zapatos de lujo de Almansa al mundo
La compañía de la familia Blanco, con sede en Albacete, exporta el 98% de sus 55 millones de ventas, sobre todo a Estados Unidos, y tiene a Arabia Saudí en el foco

Sebastián y Rocío Blanco, dos de los seis hermanos de la familia fundadora de Magnanni, en el muestrario de la compañía en su sede de Almansa (Albacete). / José Luis Roca
Juan Carlos Lozano
Juan Carlos Lozano«Por dos milímetros tiro al suelo una pieza entera de piel». Sebastián Blanco, CEO de la empresa familiar Magnanni, pone esta frase escuchada muchas veces a su padre en los talleres como ejemplo del nivel de exigencia de la compañía. Un nivel de exigencia que es marca de la casa y que ha llevado a la firma, que fabrica zapatos artesanos de lujo a unos 400 euros el par, desde Almansa (Albacete) a casi cualquier rincón del mundo.
Magnanni, nacida en 1954, en plena posguerra española, como Blangar (el comienzo de los apellidos de los dos socios originales: Blanco y García), exporta el 98% de su producción (unos 55 millones de euros en ventas) fundamentalmente a Estados Unidos, que acapara el 55% de la facturación. Y ahí radica precisamente uno de los dolores de cabeza actuales del CEO: «Lo de los aranceles es un problema muy importante», resalta Blanco, que confiesa que han tenido que parar la construcción de una planta en Almansa por la incertidumbre que generan las tasas impuestas por Donald Trump. «Habrá negociaciones pero tendremos que repartir los costes entre todos y mejorar la eficiencia», añade.
Objetivo, 100 millones
La exportación es, pese a todo, santo y seña de Magnanni. De los 340.000 pares al año que fabrican, apenas unos pocos miles se pueden encontrar en España. Tras Estados Unidos, los grandes compradores de la empresa están en los Países Bajos, Alemania y Japón. Y el futuro apunta en la misma línea. Blanco confía en alcanzar a medio plazo (entre seis y nueve años) una facturación de 100 millones de euros. ¿Cuáles son las bases de su plan estratégico? Poner en marcha una línea de mujer y de accesorios como carteras o maletines, algún punto de venta más en París, donde ya tienen una tienda propia, incrementar la venta on line (ahora supone alrededor del 17% del negocio) y sobre todo buscar más mercados, centrándose especialmente en los asiáticos. Por concretar, Blanco cree que el país que más crecerá será Arabia Saudí: «A tres años será muy interesante porque quieren ser el nuevo Dubái», explica, al tiempo que reconoce que «las asignaturas pendientes son China y la India».
No hay que olvidar que un 10% del negocio ya procede de las ventas de cinturones, una línea que surgió «casi de casualidad», según Blanco, cuando algunos clientes empezaron a reclamar cinturones que hicieran juego con los colores de sus zapatos.
Mejor prémium
Pero ¿cuál es el proceso que permite vender zapatos por 400 euros desde Almansa? «Es un concepto prémium, no de lujo», subraya el directivo. «El consumidor prémium tiene un toque de pasión con racionalidad, es apuesta por la artesanía y es perfección», continúa. La clave, sin embargo, hay que buscarla en los años 95-96 del siglo pasado. «Ahí tuvimos que ver qué queríamos ser de mayores. Estaban entrando actores nuevos en el mercado, los grandes grupos de moda entraban a competir a precio y también estaban los grandes grupos de lujo, como LVMH, Richemont, Gucci, Ferragamo...», enumera el CEO de Magnanni.
La empresa ha decidido paralizar la construcción de una planta en Almansa por la incertidumbre de los aranceles
La solución fue posicionarse en un nivel alto y ofrecer al menos las mismas terminaciones que el gran lujo pero con el 50% menos de precio. Para ello, la línea de producción de los zapatos es meticulosa, con muchos procesos que no están en otras marcas más estandarizadas. Pero además, Magnanni cuenta con dos valores añadidos: el tipo de construcción, denominada boloñesa, que proporciona un calzado más flexible y cómodo que la habitual terminación Goodyear, y las coloraciones, en la que trabaja un numeroso equipo con combinaciones de pigmentos secretas, pero cuyos resultados van encaminados a colores que no son uniformes y que se inspiran en los matices de la naturaleza. «En el tintado se emplean varias capas de color, lo que nos permite diferenciarnos y acercarnos a los colores de la naturaleza, donde ves tonos que mezclan verdosos, marrones, naranjas», detalla Blanco.
También el secreto está en la piel. La compañía compra en las principales cabañas ganaderas, que están en Centroeuropa, y adquieren más piel al final del invierno, porque los animales han pasado la estación más fría en establos, más protegidos contra rozaduras y golpes y también con más grasa, que hace más tersa la piel.
Magnanni está estructurada como un holding en el que cada uno de los hermanos (son seis) tienen una parte igual de la compañía. Aparte de Blanco como CEO, otros hermanos se ocupan de controlar la calidad en la cadena de producción, el diseño, compras, el proceso en Portugal... Rocío es la responsable del negocio en Francia y de la comunicación institucional. El futuro del calzado de lujo pasa por encontrar el equilibrio perfecto entre el zapato de vestir y el deportivo. El zapato híbrido es el próximo foco.
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