Guerra comercial

El consumo de alimentos de proximidad, clave para contrarrestar los aranceles

Comprar productos de kilómetro cero contribuirá a mitigar las sacudidas que provoquen las políticas de Trump y ayudará a minimizar el impacto sobre el sector agroalimentario, aseguran los productores

Los aranceles de Trump resucitan el fantasma de la inflación

Gente comprando en un supermercado

Gente comprando en un supermercado / H.Bilbao - Europa Press - Archivo

María Jesús Ibáñez

María Jesús Ibáñez

Barcelona
Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En plena guerra comercial con Estados Unidos, con decenas de productos agroalimentarios marcados por los aranceles que ha decidido imponer la Administración Trump, el consumo de alimentos de proximidad emerge como elemento clave para minimizar el impacto que estos gravámenes pueden tener sobre el bolsillo de los ciudadanos. Y es que, como vienen advirtiendo desde hace días diversos analistas, las políticas adoptadas por EEUU sobre sus importaciones afectarán tanto directa como indirectamente sobre el comercio exterior español y podrían acabar provocando a medio plazo un nuevo repunte de la inflación. Además, como recuerdan fuentes del sector agrario, "quienes consuman kilómetro cero estarán contribuyendo también a que el impacto de esas medidas sobre los productores locales sea menor", indica un portavoz de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), uno de los grandes sindicatos del campo español.

"Tenemos la suerte de que en este país hay una agricultura y una ganadería tan diversificadas que es posible comer alimentos distintos en cada época del año, y que la red de distribución, de pequeños comercios y de supermercados, es tan amplia que todos estos productos llegan rápidamente a todas las casas", detalla la misma fuente. El concepto de proximidad en este contexto, insiste el mismo interlocutor, "es que un fresón que se ha recogido en Huelva pueda estar en la mesa de una familia de Barcelona al día siguiente".

Para otras entidades, como Joves Agricultors i Ramaders de Catalunya (JARC), "evidentemente incentivar el consumo de productos locales ayudará a amortiguar las sacudidas que pueda sufrir el mercado con estas nuevas políticas arancelarias", admite también una portavoz, que matiza, sin embargo, "que eso no resolverá el problema que tienen, por ejemplo, sectores como el aceite de oliva o el vino". La clave para aceiteros y viticultores es "que se les den facilidades para diversificar mercados"

Raquel Serrat, coordinadora nacional de Unió de Pagesos, reclama también más contundencia en las respuestas e insiste en que "la caída de consumo interno, un exceso de oferta y los efectos del cambio climático llevan ya un tiempo incidiendo en el sector, con lo que ahora se hace más necesario tomar medidas a corto plazo, situación que ya se plantea la Unión Europea". En todo caso, insisten todos ellos, "que no se aproveche la inestabilidad para pagar peor a los productores.

Una estrategia para la soberanía alimentaria

Mientras tanto, el Gobierno español trabaja en el despliegue de la Estrategia Nacional de Alimentación (ENA), un documento que recibió la luz verde del Consejo de Ministros el pasado enero y que reivindica, entre otras cuestiones clave, la promoción del consumo de alimentos de temporada y de proximidad como herramienta no solo para sortear crisis arancelarias como la actual, sino, sobre todo, como práctica que ayuda a reducir la huella de carbono (al minimizar el transporte de alimentos), a generar empleo e iniciativas de emprendimiento locales y a fijar la población en el territorio, especialmente en zonas rurales amenazadas por el envejecimiento de quienes allí viven.

El documento prevé medidas para el consumo de productos ecológicos, para terminar con el desperdicio alimentario o para apoyar la agricultura familiar. Además, en materia de innovación y tecnología, contempla el uso de la inteligencia artificial y la I+D+i para "estimular medios de producción más eficientes y mejor adaptados". Eso implica, entre otras cuestiones, "el diseño de nuevos alimentos, el desarrollo tecnológico de todos los procesos, nuevas fórmulas de comercialización o buscar incentivos fiscales para el desarrollo. La estrategia recoge finalmente medidas de cara al consumidor, como el etiquetado y el fomento de campañas de información para evitar las noticias falsas

La ENA, que también hace hincapié en la alimentación saludable, la innovación y la tecnología y el papel de los consumidores, se ha complementado a nivel autonómico con regulaciones como la catalana, que aspira a que el 50% de los productos que se sirvan en comedores de titularidad pública (escuelas, hospitales y residencias de ancianos) sean de kilómetro cero, o promociones específicas como la que ha lanzado Canarias, con su campaña 'Consume local o nos vamos a la mierda'.

Suscríbete para seguir leyendo