Política monetaria
Lagarde defiende que el BCE no aclare qué hará con los tipos por el "excepcionalmente alto" nivel de incertidumbre
La presidenta de la autoridad monetaria argumenta que anunciar una senda de tipos limitaría su capacidad de reacción

La predienta del BCE, Christine Lagarde. / Boris Roessler/dpa


Pablo Allendesalazar
Pablo AllendesalazarPeriodista
Redactor de economía desde 2004. Tras estudiar en las universidades de Málaga, Edimburgo y el País Vasco, trabajé durante tres años en la Agencia Colpisa-Redacción Central de Vocento. Desde 2007, en la delegación de Madrid de EL PERIÓDICO. Vicepresidente de la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE).
Los golpes propinados por Donald Trump al tablero geopolítico internacional han hecho saltar por los aires los planes más o menos previsibles del Banco Central Europeo (BCE) para el corto y medio plazo. La autoridad monetaria de la zona euro, así, abrió la puerta la semana pasada a pausar las bajadas de los tipos de interés oficiales en su reunión de abril, cuando hasta ahora se esperaba que abaratara el precio del dinero hasta el verano. Su presidenta, Christine Lagarde, se ha esforzado este miércoles por justificarlo: "El nivel de incertidumbre que estamos afrontando es excepcionalmente alto".
Si bien no los ha citado directamente, la sombra del presidente estadounidense, su política arancelaria y su posición sobre Ucrania y Rusia han sobrevolado en todo momento su intervención en la conferencia anual de observadores del BCE que organiza la Universidad Goethe de Frankfurt. "Un índice de incertidumbre sobre la política comercial se sitúa actualmente cerca de 350, más de seis veces su valor medio desde 2021. Y los indicadores de riesgo geopolítico se sitúan en niveles no vistos desde la Guerra Fría, al margen de guerras y grandes atentados terroristas", ha destacado.
O dicho de otra forma: "Las certezas establecidas sobre el orden internacional se han visto alteradas. Algunas alianzas se han tensado y otras se han estrechado. Hemos visto decisiones políticas que habrían sido impensables hace solo unos meses". Un contexto que, ha justificado, obliga al BCE a ser menos claro de lo habitual sobre la senda que seguirán los tipos de interés. "Cuando el tamaño y la distribución de las perturbaciones se vuelven muy inciertos, no podemos ofrecer certidumbre comprometiéndonos con una senda de tipos concreta. De lo contrario, la orientación anticipada podría limitar la agilidad de la política (monetaria) ante cambios bruscos en el entorno de inflación", ha argumentado.
Incertidumbre y volatilidad
Lagarde, en esta línea, ha subrayado que el impacto de las tensiones mundiales sobre la inflación es más difícil de prever que en el pasado y pueden tener unos efectos más volátiles sobre la misma. Así, la guerra comercial y el mayor gasto en defensa (un sector con una capacidad de producción constreñida) podrían en principio elevar el nivel general de precios. Pero al mismo tiempo, los aranceles estadounidenses también podrían reducir la demanda de exportaciones de la UE y reorientar el exceso de capacidad de China hacia Europa, lo que podría reducir la inflación.
La zona euro, ha añadido, está particularmente expuesta a algunas de estas perturbaciones, ya que está "muy abierta al comercio y forma parte de cadenas de suministro integradas", por lo que es probable que la fragmentación del comercio mundial provoque cambios de precios "mayores y más perturbadores". Asimismo, la unión monetaria depende "en gran medida" de las importaciones de energía, lo que supone una debilidad ya que "es probable que los riesgos geopolíticos impulsen una mayor volatilidad de los tipos de cambio (el dólar es el valor de referencia para estos suministros) y de los precios de la energía y las materias primas, como hemos visto en las últimas semanas".
De ahí que el BCE haya optado por dejar más abierto qué hará con los tipos de interés en el futuro más inmediato y que esté trabajando con "varios escenarios" relativos a los cambios en los aranceles y la política fiscal y qué implicarán en el crecimiento y la inflación. "Mantener la estabilidad en una nueva era será una tarea formidable. Requerirá un compromiso absoluto con nuestro objetivo de inflación (2% a medio plazo), la capacidad de analizar qué tipos de perturbaciones requerirán una reacción monetaria y la agilidad para reaccionar adecuadamente", ha advertido Lagarde.
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