Industria textil

¿Qué pasará, a partir de ahora, con Mango? Lo que se sabe y lo que no del futuro de la cadena textil catalana

Jonathan Andic se compromete a mantener el legado de su padre ante la plantilla de Mango

Isak Andic: del mercadillo al imperio textil

Una tienda Mango en Passeig de Gràcia, en Barcrelona.

Una tienda Mango en Passeig de Gràcia, en Barcrelona. / David Zorrakino /Europa Press

Paula Clemente

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Su futuro es, ahora mismo, de lo más incierto, pero ni dentro ni fuera de la empresa parece haber dudas de lo que va a ocurrir, por lo menos a corto plazo. La cadena de tiendas de ropa Mango acaba de perder a su fundador y gurú, Isak Andic, en un accidente de montaña. El empresario (el más rico de Catalunya y quinta fortuna de España) hacía ya un tiempo que no llevaba las riendas de este coloso de más de 2.500 tiendas, que, de hecho, conducía un directivo ajeno a la familia, pero estaba unido al negocio hasta el punto de considerarlo casi como un hijo. Y ahí parte de la enjundia de las incógnitas que deja su fallecimiento: ¿Quién ocupará su lugar, por simbólico que sea, como representante de la familia Andic? ¿Quién heredará una fortuna que se estima en 4.500 millones de euros? Si son sus hijos, ¿van a respetar los deseos de su padre o van a apostar por movimientos más arriesgados, como los que su primogénito intentó los años que estuvo al mando? Ahí va un resumen de lo que se sabe, lo que se intuye y lo que se desconoce del futuro de la cadena textil catalana más importante.

En términos de propiedad, Mango pertenece al grupo Punta Na, la empresa a través de la cual Isak Andic (único propietario que figura en los papeles) gestionaba sus propiedades. La más importante es la cadena de ropa, pero también hay inversiones inmobiliarias. En el caso concreto de Mango, él poseía el 95% del capital, tras dejar el 5% en manos de Toni Ruiz, el actual consejero delegado del grupo. Este directivo fue la apuesta de Andic para reflotar una empresa que llevaba años en crisis. Ruiz lo ha logrado con creces, tejiendo una alianza profesional y personal con el fundador de la marca que terminó en esta cesión del capital.

De hecho, Isak Andic era presidente no ejecutivo de Mango (un cargo más simbólico que fáctico) y Toni Ruiz, consejero delegado. El consejo de administración lo completan cuatro consejeros independientes (Jordi Canals, Jordi Constans, Jorge Lacaya y Marc Puig, de las perfumerías Puig) y tres directivos de la compañía: Jonathan Andic (el primogénito de Isak Andic), Daniel López y Margarita Salvans. Esta composición es fruto de un trabajo de profesionalización de la compañía en la que llevaba años trabajando el propio Andic para poder hacerla crecer con salud y sin la intervención de la familia.

Fuentes de la compañía aseguran que Andic no tenía ninguna intención de sacar la empresa a bolsa o de compartir el accionariado con un socio, ni aunque éste aportara mucho dinero para obtener grandes cosas para Mango. Se intuye que al profesionalizar los órganos de gobierno, conseguía una dirección firme y sólida que lograra hacer crecer la empresa sin la implicación de terceros. De todos modos, lo que parece claro es que el gran detonante fue la época que dejó Mango en manos de su hijo Jonathan. Andic padre empezó a ceder más protagonismo a su primogénito, que por aquel entonces ya era vicepresidente ejecutivo. Aquellos años (de 2014 en adelante), Mango vendió menos y acumuló pérdidas de más de 100 millones de euros. De ahí que Isak Andic volviera a implicarse, buscando a un líder con experiencia a quien ceder el testigo de la dirección de Mango. De ahí, también, que se haya deshecho siempre en elogios sobre Ruiz. “A este hombre se lo debo todo”, cuenta el presidente de la empresa editora de Forbes, Andrés Rodríguez, que le dijo Andic hace no mucho.

Habrá que esperar a que se lea el testamento, algo que tendría que ocurrir dentro de los 15 días que siguen al fallecimiento. Todo hace pensar que no tardará mucho en abrirse, pero, de momento, solo hay especulaciones. Lo más previsible es que haya dejado su 95% de Mango a repartir a partes iguales entre sus tres hijos y que sea Jonathan Andic, el primogénito (según avanzaba ayer El Confidencial), quien ostente la presidencia no ejecutiva. Es un cargo más simbólico que otra cosa, pero en el caso de su padre, servía para que marcara el camino que él quería que siguiera Mango, algo que Ruiz se encargaba de tratar conseguir.

Lo había dicho hasta en público: él estaba formando a sus hijos para ser buenos accionistas, no gestores de la compañía. Su deseo era que Mango fuera una embarcación propiedad de su familia, pero que el capitán fuera alguien ajeno a ella. Fuera porque el único de los hijos implicados seriamente en ella ya lo había intentado en el pasado, fuera por los buenos resultados que estaba dando la gestión profesional de la compañía, pero Andic tenía claro que este era el modelo que quería para una empresa que empezó él desde cero hace 40 años. 

Todo parece indicar que sí, pero, como bien señala una fuente del sector “la incógnita real es el medio-largo plazo”. De entrada, hay tres elementos que llevan a pensar que no habrá cambios bruscos a corto plazo. El primero lo apunta el consultor experto en empresa familiar, Jordi Tarragona: que, habiendo sido Isak Andic presidente del Instituto de Empresa Familiar (IEF) y habiendo tomado todas las precauciones que ha tomado en los últimos años para profesionalizar la gestión de la empresa, lo más probable es que lo tuviera todo muy atado (por poder, podría, incluso, poner condiciones a que los hijos heredaran esas acciones). El segundo, que la empresa cuenta con un consejo de administración muy profesionalizado y con una relación personal importante con Andic, que presumiblemente les aconsejarían en contra de cualquier decisión extremada en un momento en que la empresa va tan bien. El tercero, lo importante que es el concepto de familia para esta familia, y lo claro que había sido Andic con sus deseos. 

El propio Jonathan Andic ha participado este martes en un acto de homenaje interno a su padre en las oficinas de la empresa en Palau-solità i Plegamans. Allí ha deslizado que la intención de la familia es mantener el legado de su padre y, de hecho, ha animado a los 3.000 trabajadores que le escuchaban a hacerlo. "Esto es solo el principio: sigamos honrando su memoria y su legado, manteniendo vivos los valores y enseñanzas que nos dejó", ha dicho el también directivo de Mango, según un comunicado difundido por la propia empresa. "Que su ejemplo nos inspire a ser mejores cada día y a seguir construyendo juntos el Mango del futuro", ha añadido.

Ese es, realmente, el gran misterio. Si bien lo más probable es que no haya cambios de momento (hay que tener en cuenta, también, lo repentino del fallecimiento) nadie esconde que, a la práctica, disponer del 95% de acciones de Mango les daría poder para hacer casi lo que quisieran. Podrían cambiar completamente el consejo de administración, por ejemplo, para montar uno más afín a su visión; podrían querer más capital para llevar a cabo crecimientos más ambiciosos y dar entrada a un fondo de inversión o incluso valorar la salida a bolsa; puede que alguno de los hijos quiera vender su parte… las posibilidades son infinitas. Cabe mencionar que es sabido que la relación entre Isak Andic y su hijo Jonathan había llegado a ser muy tensa, lo que lleva a pensar (una teoría también apoyada por las decisiones que tomó cuando obtuvo la vara de mando) que podría tener una visión estratégica distinta a la de su padre. 

Existe aún un último elemento en esta escena. Contó este fin de semana en Rac1 el amigo íntimo de Andic, Lluís Bassat, que el fundador de Mango había firmado los estatutos para constituir la Fundación Mango. Esta sería su forma de estructurar una ayuda y aportación social que hacía tiempo que llevaba a cabo de manera informal: tanto ayudando a pequeños emprendedores del sector, como financiando proyectos sociales. Su plan era que esta fundación se llevara una parte “muy importante” de los beneficios de Mango (fueron 172 millones de euros en 2023), lo que significa, leído en sentido contrario, que los dividendos a repartir entre la familia serían menores. “Es de suponer que todo esto está hablado con los hijos y ellos han dado su visto bueno [a la Fundación]”, opina una de las fuentes consultadas. Incluso así, esto cambiaría por completo lo que ingresarían los tres hijos del negocio de Mango, ya no solo porque tienen que repartir en tres partes lo que quede después de reinvertir en el crecimiento del negocio para el año siguiente, sino porque buena parte del pastel se iría ahora a una Fundación, que, además, se iba a convertir en la nueva apuesta personal de Andic, ahora que veía Mango orientada hacia el éxito. 

Primero hay que abrir el testamento, ver qué dice exactamente y confirmar que el accionariado quedará como se prevé que quede. Los hijos tienen 6 meses para aceptar (o no) la herencia (aunque se contempla un plazo de otros 6 meses si se necesitara más tiempo). A continuación viene el pago del impuesto de sucesiones. Es cierto –teoriza Tarragona– que al ser una empresa familiar tienen una reducción del 95% en la base imponible, pero luego eso les quita el derecho a determinadas bonificaciones. En cualquier caso, este tipo de gestiones no interrumpen el curso de los hechos. Es decir, si Isak Andic ha nombrado herederos a sus tres hijos (y, por lo menos en la parte económica, a un misterioso Henry aparecido en la esquela) y estos aceptan, pasarían a ser desde ese mismo momento los dueños de ese 95% de Mango. 

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