Nuevos negocios
La economía circular gana terreno
La necesidad de gestionar mejor los recursos, en el camino hacia una economía con cero emisiones netas, está transformando el consumo y el diseño de los productos hacia la reutilización, la reparación y el pago por uso
En los dos próximos años entrarán en vigor nuevas normas de devolución de envases, cálculo de huella de carbono,
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Ecoparc2, de los residuos urbanos obtiene energía, biofertilizantes y agua para regar / ELISENDA PONS


Glòria Ayuso
Glòria AyusoPeriodista
El crecimiento económico no tiene por qué estar atado a un mayor consumo de recursos y a la generación de residuos, según empiezan a demostrar algunos datos. Se observa un incipiente desacoplamiento: la generación de residuos municipales, si bien aún se sitúa en los 477 kilos por persona al año en Catalunya, cayó un 1,3% en 2022 y un 1,6% en 2023, años en los que el producto interior bruto (PIB) creció un 5,5% y un 2,26%, respectivamente. Aunque “la progresión es aún muy lenta, es importante que ya lo veamos”, resalta la directora del Área de Economía Circular de la Agència de Residus de Catalunya, Pilar Chiva. Diversos factores influyen en el cambio: la creciente concienciación ambiental de los consumidores, el interés de las empresas en recuperar materias primas cada vez más caras y escasas, la identificación de nuevas oportunidades de negocio, y el desarrollo de normativa para recortar las emisiones responsables de la crisis climática y la sobreexplotación de los recursos naturales.
“El 80% del impacto ambiental se decide en el momento preliminar del diseño de un producto”, indica Chiva. Este diseño debe tener en cuenta, para empezar, si el producto es realmente necesario, qué tipo de materiales requiere, la reducción de su cantidad y cómo recuperarlos para su reaprovechamiento, reparación o reciclaje.
Depósito y devolución
En Catalunya, el 32% de los residuos terminó enterrado en vertederos en el último año. La legislación europea indica que el máximo permitido será del 10% en 2035. Para que sea posible, las cosas deben cambiar mucho. Emitir CO2 y enviar residuos al vertedero será cada vez más caro.
Los productores de bebidas, en caso de no lograr recuperar el 70% de los envases que han introducido, deberán implantar un sistema de depósito, devolución y retorno en 2025 en el que se cobrará unos céntimos de más por cada artículo. El consumidor recuperará el dinero al devolver el envase. Se vuelve de esta forma a una práctica que era habitual hace unas cuatro décadas, y que ya está implantada en países como Alemania, donde los supermercados han habilitado un espacio independiente con máquinas de devolución. Pero más allá de intentar mejorar la recogida y reciclaje de los residuos, las administraciones ofrecen formación y subvenciones para que el sector productivo se acoja a la economía circular.
No solo reciclar
“Los diseñadores, a estas alturas, tenemos que ser más ambiciosos. No conformarnos en usar materiales reciclados, sino observar todo el ciclo del producto”, explica el diseñador industrial Curro Claret. “La economía circular no es reciclar, ya que esta es la última opción, pues destruye materiales y requiere nueva energía para crear otros”, alerta la consultora de empresas y experta en gestión de los recursos Verónica Kuchinow. Como alternativa existe la reutilización, la reparación y la remanufactura, en torno a los cuales están apareciendo nuevos modelos de negocio. Este último concepto hace referencia a la puesta a punto de los viejos equipos por parte de los propios fabricantes, para devolver la máquina al mercado con las mismas garantías que si fuera nueva. Sucede principalmente con maquinaria pesada que de hierro o acero, cada vez más caros. “Con su reaprovechamiento se alcanzan costes de producción hasta un 25% menores”, indica Kuchinow. Según la Comisión Europea, la economía circular podría aumentar el PIB un 0,5% adicional en la Unión Europea de aquí a 2030 y crear unos 700.000 nuevos puestos de trabajo, 70.000 en España.
Nuevos modelos
El cambio de modelo ya hace tiempo que está en marcha, mediante el paso de muchas empresas de la venta de artículos a la prestación de servicios. Las lavanderías colectivas, el 'renting' de impresoras, la compartición de bicicletas o de electricidad son ejemplos de que a “las empresas les interesa alargar al máximo la vida útil del producto, y se preocupan del mantenimiento y la reparación”.

Las lavanderías de autoservicio implican máquinas con una vida útil larga, y un gasto eficiente de energía y agua. / EP
Cambio de hábitos
Los hábitos del consumidor también se transforman: el estudio de Wallapop La Red de cambio indica que el 94% de los españoles ya se plantea en 2024 adquirir artículos reutilizados. Proliferan las tiendas de ropa de segunda mano y canales de intercambio. Las propias grandes firmas se abren a nuevas prácticas: Ikea recompra el mueble al cliente, mientras que Decathlon arregla artículos para revenderlos. También aparecen iniciativas como las Bibliotecas de cosas, en las que los ciudadanos pueden acudir para tomar prestados objetos como un taladro, que se usa de forma ocasional, ocupa espacio en casa y evita su deshecho tras apenas usarlo.
Pese a los avances, Claret reconoce que “toda la industria no puede cambiar de un día para otro". Unas 350 iniciativas optaron al proyecto estratégico de economía circular para la transformación de la economía española (PERTE), que en marzo se resolvió con la concesión de 165,5 millones a 102 propuestas, con el fin de “incrementar la competitividad de los sectores industriales”.
Nuevas normas
Nuevas normas fomentan el cambio. Las grandes empresas deberán informar sobre sostenibilidad en 2025, y las pymes cotizadas en 2026, incluyendo las emisiones de toda su cadena de valor y la gestión de residuos.
La Comisión Europea exige que todos los productos en el mercado incluyan requisitos de durabilidad, reutilización, eficiencia energética y reciclabilidad, además de su huella ambiental. Cada producto tendrá un pasaporte digital con toda la información para combatir el lavado verde. La Comisión establecerá plazos para los requisitos de ecodiseño en productos prioritarios como ropa, muebles, neumáticos, detergentes, electrónica y acero.
Derecho a reparar
La nueva reglamentación busca eliminar la obsolescencia programada y garantizar el derecho a reparar, ya que muchos ciudadanos no encuentran piezas de recambio. Cada año, se generan 35 millones de toneladas de residuos de productos aún útiles, que emiten 261 millones de toneladas de CO2 y cuestan a los consumidores 12.000 millones de euros en nuevos productos.
Los Estados miembros tienen hasta julio de 2026 para adoptar esta directiva, que obligará a los fabricantes a asegurar que sus productos sean reparables a un precio y plazo razonables tras la garantía. Además, se crearán plataformas en línea para ayudar a los consumidores a encontrar servicios de reparación y tiendas de productos reacondicionados, fomentando nuevos negocios y talleres.
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