Entrevista
Corinna Hawkes (FAO): "Cada vez comemos más alimentos ultraprocesados y los saludables son más caros"
La directora de Sistemas Alimentarios de la FAO alerta de cómo se están disparando los problemas nutricionales en las zonas urbanas
La UB impulsa un observatorio para la investigación y la acción alimentarias
María Jesús Ibáñez
María Jesús IbáñezPeriodista
Redactora en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA desde el año 2002. Especialista en Alimentación.
La FAO, el organismo de la ONU que se ocupa de la agricultura y de la alimentación, ha puesto esta semana el foco en los problemas de alimentación que, cada vez más, sufren también los habitantes de las grandes ciudades. Lo ha hecho en un encuentro internacional titulado Fam Zero (Hambre Cero), que se clausura este viernes en Barcelona y en el que cuestiones como la actividad agraria, el cambio climático y la escasez de agua, el desperdicio de alimentos y los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) han ocupado buena parte de las intervenciones.
¿Qué hace la FAO por los sistemas alimentarios, que son los que de usted dependen?
Pues mire la FAO es el guardián del segundo de los objetivos de desarrollo sostenible: terminar con el hambre en el mundo. Eso significa que tenemos la responsabilidad de hacer un seguimiento del progreso en relación con ese objetivo. Así que, desde la FAO estamos midiendo el hambre, la inseguridad alimentaria y la nutrición... Y lo que muestran los datos que manejamos, puedo darle algunas cifras específicas, es que 757 millones de personas en el mundo padecieron hambre en 2023, y se espera que, si bien esa cifra disminuirá hasta 2030, seguirá habiendo 582 millones de personas enfrentándose al hambre en esa fecha. Así que estamos muy lejos de lo que queríamos, de lo que el mundo quiere que logremos.
¿Y esa población afectada dónde se encuentra?
Si analizamos un índice que se denomina escala de experiencia en inseguridad alimentaria, que es un indicador que se obtiene a partir de preguntar a las personas si consideran que sufren inseguridad alimentaria según una escala validada, resulta que 2.300 millones de personas la padecen de modo moderado o grave. Y la mayoría de esas personas viven en áreas urbanas. Y aunque, en las zonas rurales, que son más extensas, hay relativamente más personas que padecen inseguridad alimentaria, en términos de números absolutos, las cifras son mayores en las áreas urbanas y densamente pobladas.
¿Tienen detectadas las causas?
La incertidumbre económica. Y las desigualdades económicas. Y las desigualdades de género. Y los conflictos. Y también la naturaleza cambiante del suministro de alimentos. Lo que significa que tenemos más alimentos ultraprocesados y que los alimentos más saludables son más caros. Y hay una urbanización que cambia los recursos de que disponen las personas para preparar alimentos saludables en casa. Cuando combinas esto, te encuentras que sea cada vez más difícil abordarla. Estamos analizando, de forma específica, el sistema alimentario urbano, porque el 70% de las personas del mundo que padecen inseguridad alimentaria viven en ciudades, y el planeta se está urbanizando cada vez más.
O sea, que quienes vivimos en ciudades estamos yendo por mal camino en relación a lo que comemos
Los más afectados son los que tienen bajos ingresos porque pueden no tener acceso, un buen acceso físico, a alimentos saludables, pero también pueden no tener acceso a la energía, el combustible y la refrigeración en sus hogares, que son necesarios para llevar una alimentación en condiciones. Es posible que no tengan la vivienda requerida, las cocinas y el equipo que se requieren. Y es posible que estén tan estresados por tener tantos trabajos que no tengan tiempo para cocinar. Todo eso supone que no pueden preparar una comida saludable y nutritiva aunque esta esté disponible. No van a poder hacer el cambio alimentario a menos que también trabajemos en sistemas de infraestructura y en la mejora de los sistemas económicos y laborales que den a las personas tiempo para preparar alimentos saludables y nutritivos en casa. Todo eso implica analizar la igualdad de género, la igualdad laboral y la igualdad de ingresos. Por lo tanto, analizar las desigualdades es una parte clave de la solución. No se trata solo de ponerlo a disposición del gobierno, se puede trabajar a nivel local.
Eso lo estamos viendo ya en la dieta mediterránea, que se pierde
La dieta mediterránea es un indicador de que se están erosionando muchas formas de prácticas alimentarias asociadas con la buena salud. Y mucho de eso tiene que ver con la naturaleza cambiante del suministro de alimentos. Cada vez tenemos más alimentos que se pueden vender a un costo menor y que son cómodos para que las personas los coman. Y muchos de ellos tienen un alto contenido de grasas, azúcar y sal.
Uno de los problemas contra los que luchan es el despilfarro alimentario...
Sí, es un tema que nos preocupa. De entrada, debemos distinguir entre las pérdidas y el desperdicio de alimentos. Ambos son muy importantes. Y los datos más recientes muestran que, en realidad, hubo muchas más pérdidas de alimentos de lo que pensábamos originalmente. Por ello, estamos tratando de ayudar a los agricultores a reducir esas pérdidas, no solo por el dinero que supone, sino porque, además, durante el proceso de cultivo, se utilizan unos recursos ambientales que se desperdician. Y lo mismo ocurre con la pesca. Hemos desarrollado una aplicación que está diseñada para recopilar datos para que podamos medir sobre el terreno los alimentos, tanto las pérdidas como los desperdicios de alimentos. Con ella estamos viendo, por ejemplo, que el 14% de los alimentos que se producen en el mundo, un valor de 400 000 millones de dólares, se pierden desde la cosecha hasta la venta minorista. Y luego otro 17% se desperdicia en el comercio minorista.
El cambio climático ha ocupado buena parte de las conferencias del encuentro internacional que le ha traído a Barcelona, ¿cómo lo abordan ustedes en la FAO?
Bueno, el cambio climático es una realidad con la que tienen que lidiar todos los sistemas alimentarios. Es simplemente una realidad que a los agricultores les resulta cada vez más difícil cultivar y producir alimentos nutritivos. Porque también sabemos que el cambio climático afecta a la calidad nutricional de los cultivos. También sabemos que afecta a la seguridad alimentaria., porque esa seguridad alimentaria la forman alimentos diversos, nutritivos y seguros. Es más: los sistemas agroalimentarios se ven afectados por el cambio climático, pero también ellos contribuyen al cambio climático, porque liberan CO2 en sus procesos de producción. Lo que he estado viendo aquí, en esta reunión, es que los gobiernos y las autoridades regionales entienden ampliamente que los sistemas agroalimentarios son vitales para abordar los problemas climáticos y que ya están trabajando en ello.
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