Emprendimiento

Los 1.000 millones que convirtieron a Boston en el paraíso de la innovación médica (y otras lecciones para que Barcelona lo sea)

En esta región estadounidense conviven 18 de las 20 compañías más importantes del mundo en este sector, que mueve el equivalente a 120.000 millones de euros al año

“No pidas permiso, sé cabezota y ve a saco”: Crónica del viaje de 19 emprendedoras catalanas a Boston, una de las capitales mundiales de la innovación médica

Vistas al centro de Boston desde uno de sus puertos

Vistas al centro de Boston desde uno de sus puertos / El Periódico

Paula Clemente

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Barcelona
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El grupo sonríe relajado al escuchar la pregunta, señal evidente de que no es la primera vez que se la plantean. “Hay muchas delegaciones que vienen a buscar la receta secreta del éxito”, reconoce Vidharta (Vee) Deonorain, directora sénior de desarrollo económico y alianzas del Massachusetts Life Sciences Center, una agencia semipública encargada de promover el sector de las ciencias de la vida en esta región estadounidense. Ni ella, ni el director ejecutivo de la Oficina Internacional de Comercio e Inversión de Massachusetts, Jeevan Ramapriya, ni la secretaria de desarrollo económico dentro de la Commonwealth de Massachusetts, Yvonne Hao, ofrecerán, pese a todo, una respuesta muy concreta. “Es resultado de la combinación de muchas cosas”, vendrán a contestar ante una veintena de emprendedoras procedentes de Catalunya que viajaron a Boston para aprender todo lo que puedan de una ciudad que lidera la liga de la innovación tecnológica aplicada al universo de la salud. Su sector.

Las han llevado allí Foment del Treball y el Consulado General de Estados Unidos en Barcelona –responsables de un programa de formación llamado Jump Startup for Woman in Deeptech–, en colaboración con Acció (Generalitat de Catalunya), la aerolínea Level, la fundación Tech Barcelona y el despacho RCD. Su misión principal es ayudar a estas empresarias (o futuras empresarias) a tomar nota de recursos, contactos y estrategias para hacer llegar sus proyectos a Estados Unidos, pero ¿quién desdeñaría la oportunidad de tratar de averiguar qué ha convertido a Boston en un líder mundial en este campo? Especialmente, cuando Catalunya trabaja duramente en convertirse en otro.

Lo que atestiguan varios informes, como uno de la propia Acció, es que Massachusetts es la región del mundo que más inversión ha captado en los últimos años para proyectos tecnológicos relacionados con la salud. Son líderes, también, en cuanto a que 18 de las 20 compañías más importantes del sector de las ciencias de la vida tienen presencia allí. Están, por ejemplo, Takeda, Moderna, Sanofi, Pfizer, Novartis, AstraZeneca, Biogen, Merck… La firma de estudios de mercado Ibis World le atribuye un PIB de casi 640.000 millones de dólares (casi el doble que el de Catalunya), generado en grandísima medida por el sector salud. Sin ir más lejos, en su listado de principales industrias aparecen hasta tres subsectores vinculados con el entorno sanitario (salud y seguros médicos, las farmacéuticas y los hospitales) y entre todos ellos suman una facturación de 135.000 millones de dólares (unos 120.000 millones de euros).

Tenemos la más alta y fuerte economía del conocimiento, un acceso muy grande al capital riesgo (somos el número 1 en volumen de capital riesgo por habitante) y nos estamos convirtiendo en uno de los mejores sitios para vivir”, aventura, para tratar de empezar a explicar el origen de esta potencia, el jefe de la Oficina Internacional de Comercio e Inversión. “En pocas millas tenemos centros académicos médicos de primer nivel, compañías farmacéuticas y biotecnológicas, un paisaje muy fuerte en cuanto al capital riesgo y muchísimas instituciones académicas, y todos ellos han estrechado mucho sus lazos y colaboración en la última década”, apuesta Keely Benson, directora del Massachusetts eHealth Institute. “Nuestro mayor empleador son los hospitales, tenemos muchos que son líderes mundiales y que reciben mucho dinero para investigación, además de escuelas médicas increíbles”, suma Hao, la secretaria de desarrollo económico de la Commonwealth de Massachusetts.

La decisión política que lo cambió todo

Lo curioso es que, incluso así, hace 15 años, estados como New Jersey, o ciudades como San Diego o San Francisco llevaban la delantera a Boston, en esta industria. ¿Qué puso, entonces, realmente, la rueda a rodar? Ninguna duda: la decisión política de comprometer 1.000 millones de dólares (casi 900 millones de euros) de inversión pública en que la industria de las ciencias de la vida arrasara en Boston. “Y funcionó, ahora somos líderes mundiales en este sector”, celebra esta última cargo público y antigua emprendedora de éxito.

Y, claro, el debate, una vez fuera de sus instalaciones, está servido. ¿Está eso al alcance de Barcelona? ¿Tenemos semejante cantidad de dinero público a nuestra disposición? ¿Hay fondos de inversión con tanto capital? ¿Tenemos tan claro que queremos despuntar en el sector de las ciencias de la vida como para meter todos los huevos en la misma cesta? Y, lo que casi es más importante, ¿tenemos la cultura necesaria para acompañar y sostener toda esta serie de decisiones políticas? A juzgar por lo que opina este foro improvisado de catalanes en Boston: no, no, no, no y no. “Lo nuestro es sistémico”, lamenta uno de sus participantes.

“No es solo porque sean listos, es una cuestión de densidad, de entorno”, opinará, más adelante, uno de los asesores dentro de los Harvard Innovation Labs, el valenciano Jorge Cortell. Y también una cuestión de experiencia. Según apuntará este emprendedor en serie, mientras que la tasa de empresas biotecnológicas que viven más de 6 años apenas supera el 10% de media a nivel mundial, es del 28% en el área de Boston, y del 96%, en las inmediaciones de Harvard. “¿Cuál es la clave? Muy tonta pero muy obvia. Generalmente, donde fallan las empresas biotecnológicas al principio es en los primeros estudios, en los primeros días de laboratorio: que si el frigorífico se ha calentado, que si me dejé la ventana abierta… aquí no pasa porque nos encargamos de eso”, ejemplifica.

"Aquí queremos ser los mejores"

En cualquier caso, la diferencia cultural será muy palpable al visitar las instalaciones de Engine Ventures (un fondo de inversión surgido del MIT y estrechamente relacionado con esta reputada institución) y conocer a Israel Ruiz. Él se presenta como un niño que, criado en l’Hospitalet de Llobregat (Barcelonès), quiso ser astronauta hasta que un profesor le dijo que era mucho más sabio estudiar ingeniería industrial. Tras mucho tumbo, consiguió una de las becas de La Caixa y terminó en Boston, donde vio claro que si hubiese manifestado su ambición de llegar a la luna allí, la respuesta hubiese sido que qué tipo de ayuda necesitaba para lograrlo. “Aquí no somos hombres, ni mujeres… aquí queremos ser los mejores”, resume 25 años después de aquel flechazo.

La comitiva catalana, encabezada por Josep Sánchez Llibre (Foment del Treball), en las inmediaciones de Engine Ventures, fondo liderado por Israel Ruiz (en el centro).

La comitiva catalana, encabezada por Josep Sánchez Llibre (Foment del Treball), en las inmediaciones de Engine Ventures, fondo liderado por Israel Ruiz (en el centro). / El Periódico

Hoy, completamente inmerso en la cultura norteamericana, habla claro a las emprendedoras: si el coste de llevar tu empresa a EEUU te parece muy alto, no eres lo que buscamos. Lo llama el ‘test del emprendedor’, una forma de averiguar cuánto se está dispuesto a sacrificar por estar allí. Horas más tarde, la emprendedora catalana Ana Maiques, ahora también asentada en Boston, confesará otra de las perlas que le soltó el propio Ruiz al conocerle: "Con esta mentalidad de ‘botiguera’ no llegarás a ningún lado, aquí”. “Tres minutos con él me cambiaron la vida”, admite Maiques, que también recuerda otro gran mantra. “No pidas permiso, ya pedirás perdón si resulta que estás pisando a alguien”.

Ahora bien, la cofundadora y consejera delegada de Neuroelectrics también aprovecha para verter una importante dosis de realidad. Ella confiesa haber decidido dar el salto una vez vio que tenía clientes allí, haber estado dos años viajando cada semana de Barcelona a Boston para asegurar el tiro y haber mandado antes a una compañera a montar la filial para garantizar que la decisión tenía sentido. “No vengáis a pecho descubierto, porque aquí te arruinas en un minuto”, concluye la misma. Sobre todo, porque el cambio de mentalidad se entrena –según se desprende de su historia–, pero la falta de dinero, supone el mismo callejón sin salida allí que en Catalunya. Solo que en Estados Unidos, los 18 millones de euros que levantó Qida el año pasado y que son la mayor ronda de financiación privada del 2023 en este sector, son migajas.