OPINIÓN
Salida a bolsa de la empresa familiar
Las compañías cotizadas tienen una visión más a corto plazo, de rentabilidad y asunción de riesgos, frente al largo plazo, la continuidad y la prudencia típica de las firmas vinculadas a apellidos

Marc Puig, presidente ejecutivo del grupo Puig / Toni Mateu


Jordi Tarragona
Jordi TarragonaConsejero de familias empresarias
Está siendo noticia en los últimos días la posible próxima salida a bolsa de una de les empresas familiares referentes: Puig. Referente como empresa y como familia empresaria. Fundada a principios del siglo XX, expandida e internacionalizada por los cuatro hermanos de la segunda generación, con la tercera actualmente en el gobierno y la cuarta llegando a la mayoría de edad.
No es lo mismo la empresa del fundador que la de los hermanos o los primos, y no digamos primos hermanos. A medida que pasan las generaciones, la ley de la entropía origina un creciente desapego y visiones divergentes si no se actúa para mantener la unidad. El ADN no garantiza la transmisión de las capacidades empresariales, por lo que es en beneficio de la propia familia propietaria que, si el negocio crece y se desea continuar con él, se vaya externalizando la dirección e incluso el gobierno, como mejor garantía de la profesionalidad de ambos. Lo ideal es que "ni la empresa necesite a la familia, ni la familia a la empresa".
Liquidez o nuevos recursos
Cuando la compañía adquiere una determinada dimensión se puede plantear si también externalizar parte de la propiedad, dando entrada a un fondo o saliendo a bolsa. Al planificar el relevo generacional, puede ser una de las opciones a tener en cuenta. La salida a bolsa de la empresa familiar es la máxima expresión de su profesionalización. Se exigen estructuras de gobierno (consejo de administración) independientes y la máxima transparencia. Salir a bolsa da liquidez a las acciones, facilitando la siempre complicada determinación de su valor, y permite acceder a un mercado para la compraventa. Si bien ambos pueden tener diferente objetividad y facilidad según se cotice en el mercado continuo o en el alternativo.
Algunas no cotizan por el temor a perder las riendas. Otras, en cambio, planifican mantenerlas incluso estando en minoría
La salida al mercado bursátil puede ser con las acciones existentes, para simplemente dar liquidez, o con emisión de nuevas, para obtener recursos. Una cuestión importante que debe plantearse la familia empresaria al salir a bolsa es con qué porcentaje del capital hacerlo, lo que se conoce técnicamente como free-float. En Inditex se sitúa por encima del 25%; en Cementos Molins, sobre el 10%. Si se supera el 50%, la familia corre el riesgo de perder el control, aunque hay familias empresarias como la farmacéutica Reig Jofre que planifican mantener las riendas estando en minoría. Algunas familias empresarias no cotizan por ese temor, es el caso del Corporación Alimentaria Guissona (aunque los Alsina afirman que no es una empresa familiar) cuando decidió parar el proceso de salida a bolsa.
No es lo mismo una empresa familiar cotizada que no cotizada, no es lo mismo un consejo de administración o una junta general con el papá, las tías y los primos que sin familiares. La empresa cotizada tiene una visión más a corto plazo, de rentabilidad y asunción de riesgos, frente al largo plazo, la continuidad y prudencia típica de las familiares. El gestor tiene más poder, se comparte más información, los objetivos son más claros. Los procesos de decisión son más profesionales y racionales, en principio ("no es oro todo lo que reluce"). Hay muchos accionistas y tienen la salida más fácil. Hay más tendencia al endeudamiento y al dividendo, frente a la autofinanciación y la reinversión que caracteriza a las familiares. La duración de los cargos es más corta que los "eternos" familiares.
Vinculación emocional
Un estudio de Credit Suisse y Thomson Reuters demuestra que, de forma continuada, las empresas cotizadas familiares son más rentables que las no familiares. Seguramente porque el control familiar frena los desmanes en que puede caer la puramente inversora como el caso Enron nos recuerda. La salida a bolsa de la familia empresaria, si esta desea continuar siendo propietaria a largo plazo, debe cuidar la vinculación emocional y el orgullo de pertenencia de los accionistas, para que estos también deseen continuar siendo propietarios de una empresa rentable y con futuro.
El control de los diferentes miembros del clan frena los desmanes en que pueden caer las firmas puramente inversoras
Pero la inmensa mayoría de las empresas familiares no tienen dimensión ni para cotizar en el mercado secundario. Por lo tanto, ¿qué pueden aprender de las que están en bolsa? Las prácticas de buen gobierno, que llevan a evitar la endogamia, el nepotismo, el secretismo, el cortoplacismo, la confusión (de capacidad y propiedad, de cajas, de la sobremesa con el consejo).
El fundador de Puig dijo a uno de sus hijos: "En la vida hay cinco etapas importantes: aprender a hacer, hacer, enseñar a hacer, hacer y dejar de hacer". Tal vez con la salida a bolsa llegarán a la quinta etapa como familia empresaria.
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