Crisis hídrica

La sequía vuelve a frenar a la hidroeléctrica y empuja a otro verano crítico

La producción eléctrica de los embalses vuelve a caer tras la tregua de los meses de invierno y el sector se expone a otro mal año tras el desplome histórico de 2022

Una parcela de cereal afectada por la sequía.

Una parcela de cereal afectada por la sequía. / EP

David Page

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La gran sequía amenaza con volver a provocar una sacudida en la generación de electricidad en España. Tras un 2022 históricamente malo para la hidroeléctrica en el mercado español, vino una efímera tregua de aumentos de producción en los meses de invierno, pero ahora la falta de lluvias vuelve a impactar de manera directa a la generación de las plantas hidráulicas.

Las fuertes precipitaciones durante las últimas semanas del año pasado y primeras del actual, a la postre casi puntuales, propiciaron que en el primer trimestre del año la producción de las centrales hidroeléctricas registraran incrementos tras el desplome del año pasado. Entre enero y marzo la generación hidroeléctrica fue un 66% superior a la de los mismos meses del pésimo 2022, pero la recuperación parece que va a ser sólo temporal.

Terminado el invierno, la hidroeléctrica ha roto la tendencia y los saltos de agua han empezado a registrar caídas de producción en relación al pasado ejercicio, con descensos del 15% en abril (con 1.531 gigavatios hora, GWh) y del 31% en la primera quincena de mayo (con 754 GWh), según los registros de Red Eléctrica de España (REE), el gestor del sistema eléctrico y de la red de transporte de alta tensión. La persistente sequía amenaza con mantener las caídas de generación.

Reservas a la baja

El sector eléctrico y el propio Gobierno evitan hacer previsiones sobre el volumen de generación hidroeléctrica durante los próximos meses y menos durante el conjunto del año, dada la especial dependencia de este tipo de instalaciones de la evolución de los siempre inciertos registros de precipitaciones pluviales, aunque las previsiones no auguran grandes lluvias a medio plazo y de manera estable. Desde las compañías energéticas, no obstante, se teme abiertamente otro verano a la baja y otro mal año en su conjunto para la hidroeléctrica, tras el pésimo 2022.

De momento, los embalses españoles siguen vaciándose semana tras semana y cuentan ya sólo con reservas de apenas un 48% de su capacidad total (frente al casi 69% de la media de la última década para estas fechas), según los datos que hace públicos del Ministerio para la Transición Ecológica con sus boletines hidrológicos semanales.

La reserva actual de los embalses destinados en concreto a la producción hidroeléctrica es mayor al conjunto de las reservas hídricas españolas, con un llenado del 66,6% de su capacidad, que también acumula continuos descensos desde hace meses y que están muy por debajo de la de media de la última década (del 78,1%) y del último lustro (72,7%).

Un 2022 de récord negativo

2022 fue un ejercicio histórico para la hidroeléctrica. Históricamente malo. Las centrales hidroeléctricas hundieron su producción lastradas por la sequía, marcando un nuevo récord negativo. La hidráulica apenas generó 17.900 gigavatios hora (GWh) en todo 2022, un 40% menos que el año anterior y el peor registro de toda la serie histórica de más de tres décadas de Red Eléctrica de España (REE), el gestor del sistema eléctrico.

El año pasado al desplome de la hidróeléctrica se sumaron otros factores que provocaron un vuelco en el reparto de tecnologías para generar electricidad y empujó al sistema eléctrico a engancharse a los combustibles fósiles. Además de la sequía, durante meses la aportación de la eólica ha sido mucho menor de la esperada, con caídas acumuladas hasta la recta final del ejercicio, y las exportaciones de electricidad a Francia y Portugal se dispararon hasta máximos históricos por los propios problemas de los países vecinos (con la mitad del parque nuclear galo parado y el desplome de la producción hidroeléctrica lusa también por la sequía).

El resultado fue que las eléctricas dispararon la quema de gas el año pasado para producir toda la electricidad necesaria para cubrir la demanda. Las centrales de gas elevaron un 53% su producción de electricidad durante 2022, hasta los 68.183 GWh, según los datos de REE. Los ciclos combinados se colocaron así como la principal tecnología de generación eléctrica en el país, concentrando casi una cuarta parte de toda la energía producida (un 24,7% del total) y batiendo a la nuclear y a la eólica.

Y las centrales de carbón aún operativas, en vías ya del apagón total, también elevaron un 56% su producción -hasta los 7.797 GWh, el mayor dato de los últimos tres años-, aprovechando los altos precios de la electricidad en el mercado mayorista, que les ha permitido volver a ser rentables a momentos.

Un vuelco en la generación de energía que provocó que el sistema eléctrico rompiera una tendencia de cuatro años consecutivos de reducción de emisiones de CO2 y que había llevado a marcar mínimos históricos en el último trienio. Durante 2022 las compañías eléctricas provocaron con sus plantas de generación la emisión de 44,5 millones de toneladas de CO2 equivalentes, lo que supone un fuerte incremento del 24% en relación al año anterior.

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