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Simancas, el barrio que quiere ser el nuevo 'silicon valley' madrileño

Un antiguo polígono industrial del este de Madrid es hoy sede de decenas de 'data-centers' y empresas tecnológicas. Por su subsuelo pasa actualmente más del 60% del tráfico de internet de toda España

Varias iniciativas empresariales, como Madbit y Silicon Alley Madrid, quieren emular en la zona la experiencia de 22@ de Barcelona y convertir el barrio en "la milla tecnológica" de la ciudad

Edificio del barrio tecnológico de Simancas, en Madrid (1)

Edificio del barrio tecnológico de Simancas, en Madrid (1) / JUAN CARLOS ROJAS

Juan Fernández

Juan Fernández

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Caminar por las calles del barrio madrileño de Simancas, ubicado en el distrito de San Blas-Canillejas, al este de Madrid, es una experiencia desconcertante. En pocos metros se puede pasar de contemplar la sede de alguna de las empresas tecnológicas más punteras del país a recibir la sombra de una nave industrial abandonada, tropezar con la grúa de un edificio de oficinas de última generación en plena construcción y rodear la valla de un solar en venta. Algo está pasando en esta zona en transformación, es fácil constatarlo, aunque lo más importante no sucede a ras de calle, sino en su subsuelo y tras los muros de algunos edificios.

Bajo el asfalto y las aceras de este rectángulo delimitado por las calles de Alcalá, Hermanos García Noblejas, Emilio Muñoz y las avenidas de Arcentales y la de Canillejas a Vicálvaro, se esconde el mallado de cables de fibra óptica más interconectado de España, heredero de la red troncal que instaló aquí Telefónica hace 20 años, y dos potentes subestaciones eléctricas de cuando el distrito albergaba fábricas de industria pesada, la mayoría ocupadas hoy por los discos duros de compañías de almacenamiento de datos como Interxion, que presume de gestionar más del 60% del tráfico de información que circula por internet en todo el país.

La película de Netflix o Disney que usted vio anoche, el anuncio que subió a su muro de Facebook y el mensaje que envió por WhatsApp, probablemente pasaron por aquí, pues esas entidades, y otras muchas de gran predicamento, tienen parte de sus servidores alojados en alguna de las tres sedes de Interxion o del resto de centrales de datos que hay en el barrio, como TRC, Alhambra Cloud, Exacloud o Nabiax, cuya torre de antenas señala el techo del skyline de Simancas.

Servicios digitales

Los datos son a la revolución digital lo que el hierro y el carbón fueron a la industrial. Atraídas por tantas opciones para albergar materia prima como brinda esta inusual concentración de 'data centers', en los últimos años se han mudado a estas calles numerosas empresas de servicios digitales, como Atos, ABB, Tecnocom, Eptisa, Adquira y otras que, sin dedicarse directamente al negocio de los bits, tienen en la tecnología su razón de ser.

Empresas de servicios digitales como Netflix, Disney, Facebook o Whatsapp, entre otras muchas, tienen sus servidores alojados en los 'data centers' que hay en el barrio

Es el caso de Moderna, la creadora de la vacuna contra el covid, que ha elegido OM Infinito, el vanguardista edificio de oficinas que preside la calle Julián Camarillo, para montar su primer laboratorio fuera de Estados Unidos, y donde tendrá por vecina a la farmacéutica Roche. O la marca de cosméticos L’Oreal, que acaba de inaugurar su nueva sede en la esquina noreste del barrio. O la promotora de festivales de música Primavera Sound, que dirigirá su expansión nacional desde sus nuevas oficinas recién abiertas aquí. 

La calle Julián Camarillo del barrio madrileño de Simancas concentra varios edificios de oficinas de reciente creación

La calle Julián Camarillo del barrio madrileño de Simancas concentra varios edificios de oficinas de reciente creación / JUAN CARLOS ROJAS

«Es el efecto bola de nieve: la presencia de tantas telecos juntas está atrayendo a nuevas firmas. Ven más fácil desarrollarse aquí que en otras partes de Madrid», explica Robert Assink, director general de Interxion, que llegó a Simancas en el año 2000 atraído por su privilegiada situación geográfica, próxima al aeropuerto y a la M-40, y en este tiempo ha visto cómo un vetusto polígono industrial trazado en los años 60 se transformaba en un moderno polo tecnológico cuyo rostro definitivo aún está por definir.

Para darle un empujón a ese proceso, en los últimos años se han puesto en marcha varias iniciativas empresariales que aspiran a convertir esta área en la «milla tecnológica» de la ciudad. Es el caso de Silicon Alley Madrid, que agrupa a una treintena de compañías digitales ubicadas en estas calles y toma prestado su nombre del homónimo barrio 'techy' de Nueva York. O Madbit, asociación impulsada por varias inmobiliarias que pretenden dotar al distrito de personalidad y denominación propias para conseguir que las TIC más innovadoras del país se instalen en las modernas sedes empresariales que están edificando. 

Es el efecto 'bola de nieve': la presencia de tantas 'telecos' juntas está atrayendo a nuevas firmas que ven más fácil desarrollarse aquí que en otras partes de Madrid

— Robert Assink, director general de Interxion,

Como 22@

«Nos inspiramos en experiencias como 22@ de Barcelona o King Cross de Londres, que en pocos años consiguieron revitalizar espacios industriales en desuso con el atractivo de la tecnología», apunta Amparo Fernández, secretaria de Madbit. Esta entidad se reunirá con el Ayuntamiento el 16 de marzo para solicitarle un paquete de medidas que incluye la creación de un distrito administrativo diferenciado, mejores dotaciones urbanas y una línea de autobuses que lo conecte con el cercano estadio Metropolitano, cuyo aparcamiento está vacío entre semana. «La idea es ponérselo fácil a quienes vienen a trabajar, pero también animar a más gente a vivir aquí», explica Fernandez.

En Simancas conviven los modernos edificios de oficinas de reciente creación con vetustos bloques de viviendas de perfil obrero

En Simancas conviven los modernos edificios de oficinas de reciente creación con vetustos bloques de viviendas de perfil obrero / JUAN CARLOS ROJAS

Desde la puerta de la monumental sede de Indra de la calle Miguel Yuste se escuchan los gritos de los niños que juegan en las pistas de baloncesto del parque El Paraíso. Y es que Simancas no es solo bits y oficinas. Al otro lado de la calle Emilio Muñoz se extienden las calles residenciales de edificios de ladrillo visto y tendederos en fachada que recuerdan el origen obrero e industrial del lugar. Aquí viven los 28.236 habitantes que hay censados el barrio, que miran con una mezcla de curiosidad y sospecha la transformación que vive el antiguo polígono industrial. 

«Si traen puestos de trabajo y no contaminan, bienvenidas sean esas empresas tecnológicas», declara Alejandro Quinteiro, secretario de la asociación vecinal Un Tobogán en Simancas, quien confirma que nadie les ha llamado para hablar de futuro, al menos de momento. Para ellos, las prioridades del barrio son otras: «También pedimos nuevas líneas de autobús, pero para llegar antes al hospital Ramón y Cajal, que hoy tardamos una hora. Y un nuevo centro de salud, que el viejo lo cerraron hace tiempo y seguimos esperando», reclama el líder vecinal.

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