Construcción

La conexión entre los rascacielos de Benidorm y el ‘skyline’ de Qatar

La constructora alicantina Ecisa llegó a sumar proyectos por más de 700 millones en el emirato árabe, entre los que destacan cuatro torres de decenas de plantas para albergar hoteles de lujo

Una panorámica de la ciudad de Benidorm, el municipio con más rascacielos de Europa.

Una panorámica de la ciudad de Benidorm, el municipio con más rascacielos de Europa. / DAVID REVENGA

David Navarro

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La enorme reproducción de 16 metros de La’Ebb, la mascota del mundial, que protagonizó la ceremonia de inauguración no será el único trabajo de una empresa alicantina que podrán disfrutar quienes se acerquen hasta Qatar con motivo de la cita futbolística durante estos días. Además de la impresionante marioneta de la sanvicentera Carros de Foc, es probable que alguno de estos visitantes acaben alojados en alguno de los hoteles o pase junto a alguna de las infraestructuras que durante más de una década construyó en el país árabe la constructora alicantina Ecisa.

Un viaje que arrancó poco antes del estallido de la burbuja inmobiliaria en España y que, hasta que la filial que crearon en este emirato se segregó definitivamente de la firma alicantina, permitió dejar un legado de más de una docena de proyectos de envergadura, entre los que destacan cuatro imponentes rascacielos de hasta 53 plantas de altura que hoy forman parte del skyline qatarí. 

Y es que este tipo de edificación, y, en concreto, las más de 30 torres que a lo largo de su historia la firma fundada por Manuel Peláez ha construido en Benidorm -casi un tercio de las edificaciones de mayor altura de la ciudad llevan su sello-, tuvo mucho que ver con la decisión de dar este salto al Golfo Pérsico.

Corría el año 2007 y, aunque la burbuja aún no había explotado, ya se empezaba a intuir lo que podía ocurrir en unos meses. Fue entonces cuando los responsables de Ecisa decidieron salir al exterior en busca de nuevos mercados, que le permitieran navegar la tormenta que se avecinaba. Pero la elección no era fácil.

«El valor añadido que nosotros podíamos aportar y que más nos diferenciaba era esa experiencia en la construcción de rascacielos y en Europa no se construyen muchos», recuerda Enrique Peláez, el hijo del fundador de Ecisa que tuvo la responsabilidad de llevar a cabo esta expansión internacional y que, desde la salida de la familia fundadora del accionariado de la compañía, ahora propiedad del Grupo Urbas, está al frente de Peláez Consulting, junto a su hermano Javier Peláez

Las opciones

Durante varios meses, Peláez estuvo recorriendo países como Marruecos, Argelia, Libia o Dubai para analizar su mercado constructor, hasta que recaló en Qatar. Aunque posteriormente Argelia sería otro de sus mercados exteriores, inicialmente descartaron el Magreb por el gran peso del sector público en el negocio y la complejidad que esto implica. Así que el debate se centró en los países del Golfo Pérsico. «En Dubai ya había mucho hecho, mientras que Qatar iba algo más retrasado en esa transformación que estaban haciendo los países de la zona, no se había construido tanto aún, y vimos más oportunidades», recuerda el empresario.

Por entonces aún no se sabía que el pequeño emirato albergaría el Mundial -la designación como sede fue en 2010-, pero ya existía un plan director con las principales líneas de desarrollo que quería poner en marcha el país con el horizonte de 2030.

Además, Peláez tuvo la suerte de conseguir como socio local -un requisito indispensable para operar en el país- a Khaled Almarzouki, un hombre de negocios próximo a la familia real, que le ayudó «a entender el país y a generar los primeros contactos».

Curiosamente y, a pesar de que su fuerte eran los rascacielos, el primer proyecto de Ecisa en Qatar nada tuvo que ver con estos edificios. Nada más alejado: la compañía se adjudicó la construcción de la nueva Academia Militar del Reino y la zona deportiva anexa por unos 41 millones de euros.

A pesar de la aparente contradicción, Enrique Peláez destaca que fue toda una suerte, porque el contratista de los trabajos era la Private Engineering Office (PEO), la oficina privada del emir, lo que podía abrirles de par en par el mercado del país posteriormente, si tenían éxito. Y lo consiguieron.

Entre otras cosas porque durante la ejecución de las obras detectaron que el diseño del sistema de aire acondicionado no iba a tener la potencia necesaria para un recinto de estas dimensiones. Podría haber resultado fatal por el retraso que iba a ocasionar, pero desde Ecisa rediseñaron el proyecto y en la oficina del emir acabaron tan satisfechos que ni siquiera aplicaron al proyecto las penalizaciones previstas en caso de demora en este tipo de contratos.

Por si esto fuera poco, su segundo cliente fue la Qatar Foundation, la potente organización sin ánimo de lucro a la que el Gobierno qatarí tiene encomendada la tarea de transformar la economía del país desde una economía basada en el petróleo a otra basada en el conocimiento. Construyeron dos enormes centros de datos por un importe de casi 100 millones de euros. «Eran los dos clientes con mayor reputación que podíamos tener en el país y eso nos ayudó mucho», asegura el ahora consultor.

A partir de ahí empezaron a llegar los contratos de las empresas privadas… Y los rascacielos. El primer proyecto de este tipo fue la torre Bin Samikh, un edificio de 45 plantas y 220 metros de altura destinado a albergar un hotel que, durante sus primeros años, estuvo gestionado por Meliá.

Tras él vendrían encargos como el del Waldorf Astoria, también conocido como torre Buzwair, por el nombre del promotor que había tras el edificio, el jeque Saad Mohammed Fahad Buzwair. Otro gigante de 45 plantas que trata de reproducir la estética art déco del Waldorf Astoria original, que se finalizó en 1931 en Park Avenue, en Nueva York. Una obra cuyo presupuesto se disparó por encima de los 120 millones de euros.

También el JW Marriott, con un total de 53 alturas y una piscina exterior a media altura, sobresaliendo de su fachada. Un edificio de 120.000 metros cuadrados construidos. Por último, Ecisa también es la responsable del complejo del hotel Mercure, algo más modesto en sus dimensiones, con «sólo» 22 plantas.

A estos proyectos se sumaron también la contratación de varios complejos residenciales, como el Bilal Plaza o tres torres de apartamentos en La Perla, una isla artificial en el entorno de Doha, la capital qatarí.

Cambio de socio

Por el camino, Ecisa cambió de socios locales. Fue en 2014 cuando el fondo Al Alfia, liderado por el jeque Mohammed bin Hamad Al Thani, hermano del emir, tomó el relevo al primer aliado de los alicantinos en la filial qatarí y entró también en el accionariado de la compañía en España, con un 25%. Un porcentaje que se convertiría en mayoritario a partir de 2017, cuando se decidió desgajar la filial del país árabe de su matriz, que pasó a estar controlada directamente por el fondo de los Al Thani.

En total, los trabajos contratados por Ecisa durante esta etapa llegaron a sumar 700 millones de euros, según los cálculos de Enrique Peláez. Pero, más que la cifra, el empresario destaca que esta expansión fue lo que permitió que la empresa sobreviviera y no acabara desapareciendo, como le ocurrió a otras muchas compañías del sector por entonces. Aunque, eso sí, al final el precio a pagar fue la salida de la familia fundadora de la compañía, que en el año 2021 Al Alfia acabó vendiendo al Grupo Urbas, a cambio de una participación en el mismo.

Durante este tiempo, Ecisa llegó a emplear a más de 1.500 personas en Qatar, tal y como recuerda el que fuera director general de la filial, Luis Andreu. Entre ellos, unos 30 españoles que se desplazaron desde Alicante para transferir todo el conocimiento y saber hacer de la firma.

El principal problema con el que se topó el equipo no fue de índole técnico, sino la falta de mano de obra especializada y, sobre todo, la complejidad burocrática que ralentizaba cada paso que había que dar en la obra.

A pesar de las críticas que la celebración del Mundial ha provocado, por la falta de respeto del régimen a los derechos de las mujeres o del colectivo LGTBIQ, Andreu asegura que todos los que estuvieron allí en aquella etapa recuerdan con cariño su estancia en el país. Entre otras cosas, porque tenían claras las diferencias culturales con que se iban a encontrar y que son comunes a todos los países de la zona. Y, sobre todo, se muestran orgullosos del legado que han dejado allí.

El mármol copa la mayor parte de las exportaciones alicantinas al país

Más allá de la presencia de Carros de Foc en la ceremonia inaugural y del legado de Ecisa, la principal relación de la provincia con Qatar es a través del sector del mármol, un material muy apreciado en todo el mundo musulmán. De esta forma, de los escasos 11,1 millones de ventas que las empresas alicantinas realizaron en este emirato árabe, hasta 4,8 millones -el 43%- se correspondieron con envíos de piedra natural trabajada. «Para nosotros todo el mundo árabe es un mercado clásico. De hecho, esta zona es, junto con Estados Unidos, uno de nuestros principales mercados en el exterior», apunta el presidente de la Asociación Mármol de Alicante, el noveldense David Beltrá. Considerado todo un símbolo de lujo, es habitual que las zonas nobles de todos los edificios públicos utilicen este material, por lo que las calidades y, por tanto, el precio de los productos que se mandan es más elevado que la media.

El país carece de canteras propias significativas, por lo que importa todo el mármol que necesita de Turquía, Egipto y España, entre otros centros productores que existen en el mundo. En el caso español, tiene especial predilección por el color crema marfil que sale de las canteras de la provincia, aunque también son buenos consumidores de marrón, según explica Beltrá, que señala que en estos momentos hay empresas que tienen personal desplazado en Qatar para aprovechar y establecer relaciones con motivo de la celebración del Mundial.

Más allá del mármol, entre las exportaciones alicantinas al país también ocupa un lugar destacado el calzado, con unos dos millones de euros el año pasado, además de juguetes o muebles. También se enviaron alrededor de 650.000 euros en frutas, entre las que destacan los cítricos y las granadas. En cuanto a las importaciones directas, la partida más voluminosa -aunque apenas suma un millón- son los polímeros de plástico, según datos del Icex.

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