Carburantes

Las ayudas francesas hunden el negocio de la gasolina en la frontera española: "Si esto sigue así tendremos que tomar medidas"

El reducido precio de los carburantes en el país vecino amenaza con tener efecto en cadena sobre la economía de las localidades limítrofes

Una gasolinera en la frontera con Francia.

Una gasolinera en la frontera con Francia.

Nacho García

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La Junquera es uno de esos lugares a los que pocos pertenecen pero donde encuentras a personajes que no podrían estar en ningún otro sitio. La localidad fronteriza tiene ese ambiente intrigante de estación de autobuses de madrugada. Por las calles de Los Límites, la pedanía limítrofe con Francia, uno puede encontrar vendedores de falsificaciones, camioneros del este, ciclistas exhaustos buscando avituallamiento tras cruzar esta parte de los Pirineos y buscavidas de diverso pelaje que nadie sabe muy bien cómo han llegado hasta allí.

Los únicos que tienen un objetivo claro son los franceses que discurren en riadas por la acera que pertenece a España -la calzada y la otra acera ya son Francia- en busca de alcohol y tabaco baratos. Las cajetillas pueden costar la mitad que en el país vecino y el alcohol, unos dos euros por botella menos. Tanto es así, que el Ministerio de Hacienda ha convocado la subasta de cinco nuevos estancos en la localidad. Lo que seguramente convierta a La Junquera en el pueblo con más estancos por habitante de España.

El otro gran reclamo de la zona es la prostitución. El Paradise, publicitado como el burdel más grande de Europa, se nutre de clientela eminentemente francesa, atraída por un negocio, el de seres humanos, prohibido en el país vecino. Y por último, la gasolina. El negocio del repostaje es uno de los que más dinero mueven en la localidad. Al ser la última posibilidad de suministrar carburante antes de llegar a Francia son muchos los que aprovechan para llenar sus depósitos para cruzar la frontera con el depósito lleno.

La Junquera cuenta con hasta siete gasolineras que atraen a miles de conductores que aprovechan estaciones situadas en las vías que discurren por el municipio; la AP7 y la N-II de camino a Europa. Históricamente, el negocio es redondo. La diferencia de precio entre los países hace que muchos conductores, tanto profesionales como particulares, paren para llenar los depósitos y aprovechen para visitar otros negocios como supermercados o restaurantes.

Pero desde el pasado mes de septiembre han cambiado las tornas. Ante la crisis energética, el Parlamento francés aprobó un aumento del descuento aplicado a cada litro de combustible vendido en Francia. Éste pasó de los 18 céntimos por litro a 30 durante los meses de septiembre y octubre. La medida ha provocado que la gasolina cueste menos en Francia que en España y por tanto el reclamo comercial para las gasolineras españolas ha desaparecido.

Esta situación está provocando un cambio de paradigma en las estaciones de servicios de la localidad. Los comercios siguen atrayendo turistas, el outlet Gran Jonquera, un gran centro comercial, luce su aparcamiento lleno de coches con matrícula francesa y las colas en los estancos se mantienen. En la entrada del outlet, Bernadette, habitante de la vecina Perpiñán, declara "haber venido de compras y a comer en el buffet libre", pero matiza: "No llenaré el depósito".

Sin embargo, en las áreas de servicio el panorama es desolador. Apenas se ven coches y los que hay no llenan el depósito. Como es el caso de Benoît, comercial de 31 años que afirma haber parado porque iba "completamente en reserva" pero que reposta lo mínimo hasta llegar a Francia con su Peugeot 307 gris. El responsable de la gasolinera donde esto sucede reconoce que la bajada después del verano ha sido "dramática" y que el mercado de turismos se ha desplomado por completo. "Tendremos que tomar medidas si esto sigue así", dice mientras le escuchan sus tres empleados, actualmente mano sobre mano esperando a los clientes que no acaban de llegar.

Menos dramática considera la situación Matías, encargado de otra gasolinera vecina que confiesa que, gracias a los acuerdos con grandes empresas de transportes, no notan tanto la debacle y esperan que "antes del año próximo las cosas vuelvan a su cauce". Como en el primer caso, hasta cinco trabajadores ahora ociosos no tienen a quién repostar. Joachim, un chofer alemán que lleva fruta hasta su país, así lo confirma. Para en esa gasolinera, ya que es la que tiene un trato preferencial con su empresa.

Isabel Vera, que forma parte de la asociación de comerciantes local Comerç Jonquera, afirma que las ventas se están desplomando por culpa del precio de la gasolina. Desde la peluquería que regenta, dice que "han bajado la clientela" porque no vienen para "hacer el lleno". Esperemos que "Macron no se enfade y quite las ayudas pronto".