Inflación, desigualdad y pactos, por Jordi Sevilla

La pobreza severa lleva creciendo tres años seguidos

Varias monedas en una tabla de equilibrio

Varias monedas en una tabla de equilibrio

Jordi Sevilla

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La desigualdad también cabalga a lomos de la inflación. Al menos, esto es lo que ha demostrado el Banco de España al señalar en sus informes que, al estar la subida de precios muy concentrada, inicialmente, en alimentación y energía, capítulos con mayor peso relativo en la cesta de la compra de los hogares modestos, esta inflación está teniendo un impacto social asimétrico al hacer que los hogares con menor renta sufran, de hecho, una subida de precios bastante superior (1,4 pp) a la de los hogares con mayor renta.

El repunte de precios experimentado en junio ha sobrepasado todas las previsiones. Frente al 7,2% anticipado por el Banco de España o el 8,5% de Funcas, el dato adelantado por el INE ha saltado al 10,2%, uno de los más elevados desde 1985. Además, se empieza a extender las subidas a otros sectores transversales como el transporte. En palabras de la secretaria general de Cáritas en el día en que presentaba su Memoria 2021, provoca una situación "inasumible" para muchas familias. "Ya no se trata de un contratiempo, sino de una situación de desborde que requiere de una respuesta valiente». Sobre todo, porque "el tsunami de la pandemia» ha dejado, todavía, un mar de fondo ya que "no todos han logrado salir de la espiral de exclusión social».

Varios estudios recientes avalan la idea de que la desigualdad sigue creciendo en España. Así, mientras el Informe de Riqueza Mundial 2022 publicado por Capgemini señala que tanto el número de ricos como el valor de su patrimonio ha crecido en España durante 2021, Funcas, en otro trabajo, estima que el porcentaje de pobres, aquellos que tienen una privación material severa, lleva creciendo tres años seguidos, con la mayor tasa de pobreza concentrándose en menores de 18 años.

En la misma línea, un novedoso trabajo de Caixabank Research a partir de los más de tres millones de nóminas domiciliadas en la entidad y analizadas con técnicas de ‘big data’ ha medido en tiempo real la evolución de la desigualdad salarial durante la pandemia, antes y después de la intervención del Estado. Y los resultados son aplastantes: la crisis ha golpeado más a los salarios más bajos, que se concentran en jóvenes e inmigrantes. En términos convencionales de índice de Gini, la desigualdad salarial crece diez puntos a partir de marzo de 2020, que se reduce a solo cuatro puntos tras la intervención compensatoria de las políticas públicas en favor de los hogares más desfavorecidos. En el momento actual, se ha recuperado ya los niveles previos a la pandemia, pero seguimos lejos de la menor desigualdad salarial existente antes de la crisis financiera de 2008.

Participación en la renta nacional

Por su parte, desde EsadeEcPol Center for Economic Policy, aplicando también una metodología novedosa a partir de las cuentas nacionales distributivas promovidas por Piketty, analizan la evolución de la desigualdad de renta en España durante las dos últimas décadas. Los resultados son muy interesantes, empezando por constatar que los niveles de desigualdad de renta son mayores con esta metodología que los obtenidos en estudios previos sobre otros datos.

Así, sale que el 1% que más gana ha visto crecer su participación en la renta nacional desde un 13% en 2007 al 17% en 2019 y que la mitad más pobre todavía no ha recobrado los ingresos previos a 2008. Constata también el estudio que la acción del Estado mediante los impuestos, transferencias y servicios públicos como sanidad y educación, ayuda a reducir parte de la desigualdad de ingresos. Y que la recaudación de impuestos se ha mantenido prácticamente constante desde la década de los ochenta, aunque el sistema fiscal ha perdido progresividad, en especial, el impuesto de patrimonio.

Para ese 1% más pudiente, las rentas del trabajo representan menos del 35% de sus ingresos, debido a que el capital financiero -con menor tributación- tiene un mayor peso sobre el total de su riqueza. Eso indica que el actual sistema tributario ejerce una escasa corrección sobre la desigualdad de ingresos y que la acción pública de redistribución se ejerce, sobre todo, a través del gasto público.

Llegados a este punto podemos constatar, pues, cuatro datos: la desigualdad de rentas ha crecido en España desde la crisis financiera; la pandemia significó un nuevo golpe que agrandó la brecha y que, ahora, esta inflación impulsada por los efectos de la guerra de Putin en Ucrania, ensancha, una vez más la distancia entre pobres y ricos. Además, se constata la labor positiva del Estado como agente redistribuidor de renta, aunque mucho más a través del gasto público que de la captación de ingresos tributarios.

Analizar las medidas

Por eso es tan importante analizar las medidas puestas en marcha para combatir la subida de precios o, por lo menos, para suavizar sus efectos negativos sobre la capacidad de compra de las familias como ya se ha visto en los datos de Contabilidad Nacional del primer trimestre donde la corrección a la baja del crecimiento del PIB ha venido de la mano de un frenazo en el consumo de los hogares.

Mi impresión es que tanto los Gobiernos, como el BCE están contemplando esta inflación como algo temporal y muy vinculado a la guerra. De hecho, como vimos la semana pasada, todas las instituciones coinciden en señalar un apreciable proceso de desinflación a partir del último trimestre de este año y durante el año próximo.

Eso explica las tímidas reacciones del Banco Central -hasta la fecha- apenas consistentes en adelantar un poco el calendario ya anunciado de retirada de compra de deuda pública y el anuncio de subida de los tipos de interés oficiales en 0,25 puntos, a partir de julio. Si el elevado patrón de inflación mostrado en junio en España es equiparable a lo que ocurra en otros países de la eurozona, no sería descartable que la subida fuera mayor, incluso de 0,50 puntos.

Los gobiernos, incluido el nuestro, están diseñando medidas dirigidas a reducir el alza de algunos precios, sobre todo mediante rebajas fiscales, y, sobre todo, a compensar rentas, especialmente a los más desfavorecidos. Pero se excluyen, de momento, medidas anti inflacionistas típicas como acciones dirigidas a corregir los ‘shocks’ de oferta y a reducir demanda, como un pacto de rentas.

No sé. Pero si como se recuerda, la situación se parece al ‘shock’ del petróleo de finales de los 70 del siglo pasado, resulta oportuno señalar que aquella crisis fue abordada, en España, con un gran pacto nacional, político y social, conocido como los Pactos de la Moncloa. Igual no estaría mal reeditarlos ahora, ¿se imaginan?

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