Recuperación

El Gobierno anticipa un boom de turistas en verano pese al golpe de la inflación

Augura un "verano como los de antes" recuperando casi el 90% de los turistas internacionales y con más turistas nacionales que antes de la pandemia | El Ejecutivo descarga de culpa al turismo de alimentar la tensión inflacionista y subraya que las empresas del sector sólo trasladan el alza de los costes como el resto de industrias

Un grupo de turistas junto a la Giralda.

Un grupo de turistas junto a la Giralda. / EP

David Page

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El Gobierno da por hecho un verano con una demanda disparada para el negocio turístico en España. Las previsiones que maneja el Ejecutivo pasan por una temporada alta con una fortísima recuperación de las llegadas de turistas internacionales sin alcanzar (por poco) los niveles prepandemia y con el negocio vinculado a los clientes nacionales superando las cotas del verano del 2019 precovid. “Vamos a vivir un verano como los de antes”, sentencia el secretario de Estado de Turismo, Fernando Valdés.

El año pasado, aún en plena zozobra por las sucesivas olas de coronavirus, el sector turístico se apoyó en la fortaleza de la demanda de los clientes españoles para lanzar su recuperación, pero ahora se encuentra también con una mejora sustancial del negocio vinculado a los turistas extranjeros para impulsar la actividad tras el fin de las restricciones y de los controles de los viajes entre países.

El Ejecutivo augura la recuperación del 89% de los turistas internacionales que se registraron el 2019 antes de la pandemia, cuando se alcanzaron máximos históricos, basándose en las reservas de billetes de avión confirmados para los meses de julio y agosto (más del 80% de los viajeros internacionales llegan a España por vía aérea). Además, las compras de billetes aéreos para vuelos domésticos anticipan también un crecimiento del 3% de los viajeros nacionales respecto a los niveles prepandemia en plena temporada alta.

“La apuesta del turista nacional una vez más por destinos domésticos, unido al regreso del visitante internacional garantizará que este 2022 ya sí vivamos un verano como los de antes”, ha subrayado el secretario de Estado en un encuentro con la prensa. “Las ganas de viajar a España este verano permanecen inmutables, lo que demuestra la resiliencia del modelo de turismo de nuestro país incluso en el actual contexto de alza de los precios”.

Y es que las estimaciones del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo y del grupo Forwardkeys, su proveedor de datos de inteligencia turística, no detectan que la inflación desbocada (con un alza del 10,2% en junio, su mayor tasa desde 1985) esté teniendo impacto en el consumo previsto de los turistas y tampoco da por hecho que lo vaya a tener en los meses posteriores a la temporada estival. “La inflación por el momento no está desactivando la demanda. Los datos no apuntan a impacto de la inflación”, ha apuntado Valdés.

Al calor de la reactivación, aerolíneas y hoteles están consiguiendo subir sus tarifas por encima de los niveles prepandemia en pleno boom de la demanda de turistas y empujados también por el alza de los costes provocada por la escalada de la inflación. El Gobierno, en cualquier caso, ve la subida de precios de las empresas turísticas como consecuencia y no como causa de la tensión inflacionista. "La responsabilidad no es del turismo, es de la crisis energética, que está provocando subidas de precios en toda la cadena de valor y en todas las industrias. El turismo es sólo una de ellas", ha excusado el secretario de Estado.

¿Efecto champán?

El sector turístico da por hecho un verano de récord, pero no oculta su temor a que se produzca el denominado ‘efecto champán’: un boom de consumo en temporada alta animado por las ganas de viajar tras la pandemia, pero que acaba diluyéndose poco después por agotamiento y por las dudas sobre la situación económica general.

Desde Exceltur, lobby sectorial que agrupa a una treintena de los mayores grupos (como Meliá, NH, Riu, Iberia, Globalia, Renfe o Amadeus) se reconoce que la evolución de la actividad en el último trimestre del año es una incógnita, y que dependerá del impacto en el consumo de la inflación, por la evolución de los tipos de interés y su efecto en el bolsillo de las familias, y de la incertidumbre general por el impacto económico en función de cómo se desarrolle la guerra de Ucrania.