Las cuentas claras

Los ocho financieros que han retirado el oxígeno a Celsa

Viaje al corazón de Celsa, el gigante español del acero reciclado'

Millonarios estadounidenses, británicos y alemanes gestionan fondos oportunistas que buscan las máximas ganancias a través de la compra de deuda deteriorada

Los ocho financieros que han retirado el oxígeno a Celsa

Los ocho financieros que han retirado el oxígeno a Celsa

Gemma Martínez

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Steve Tananbaum es un financiero estadounidense coleccionista de arte compulsivo que quería tres esculturas de Jeff Koons (Magenta, Eros y Diana). Tanto que las encargó a través de la galería Gagosian entre 2013 y 2015 y pagó como anticipo 6,4 millones de dólares. Pero en 2018 todavía no las había recibido y demandó a Gagosian y a Koons. Éstos alegaron que el retraso era culpa del perfeccionismo extremo del escultor. Dos años después, llegaron a un acuerdo extrajudicial cuyos términos se desconocen. Solo se hizo público que Tananbaum se declara admirador de Koons y que éste esperaba seguir produciendo obras para el financiero, que posee piezas de Damien Hirst o William de Kooning y que vive a caballo entre Palm Beach (Florida) y Nueva York.

La demanda, una de las de mayor repercusión en el mundo del arte, refleja el carácter de Tananbaum, fundador de Golden Tree Asset Management, una gestora especializada en la gestión oportunista de deuda y con más de 47.000 millones de dólares en activos bajo gestión. El financiero, cuyo fondo realizó su primera operación conocida en España en 2018 con la compra de una cartera de créditos tóxicos a Bankia por 300 millones de euros, no le tiene miedo a nada ni a nadie ni rehúye los enfrentamientos enconados. Ni con Koons ni con la familia Rubiralta, propietaria de la empresa siderúrgica Celsa Group, a quien financia a través de uno de sus fondos oportunistas. Él es uno de los ocho acreedores que han retirado el oxígeno a la compañía, que está a la espera de lograr un rescate por parte del Estado a través de la SEPI.

Grandes fortunas

Junto a Tananbaum se enfrentan a Celsa otros financieros estadounidenses, británicos, alemanes e indios que han hecho grandes fortunas a través de sus fondos de inversión oportunistas como Graham Goldsmith (de Cross Ocean), Jimmy Levin (Sculptor), Victor Khosla (Strategic Value Partners), Kevin Ulrich (Anchorage)y Jan-Christoph Peters (Attestor).También están de su lado frente a los Rubiralta las unidades de banca de inversión del grupo alemán Deutsche Bank (dirigido por Christian Sewing) y el estadounidense Goldman Sachs (David Salomon). 

Estos fondos oportunistas en ocasiones van de la mano a las operaciones que ejecutan y se caracterizan por buscar las máximas ganancias a través de la compra de deuda deteriorada. Muchas veces adquieren esos activos de baja calidad a los bancos tradicionales que quieren deshacerse de ellos porque su deterioro perjudica a los balances y les obliga a realizar fuertes provisiones para cubrirse ante hipotéticas perdidas. Los venden con grandes descuentos para atraer a compradores como los fondos oportunistas que al pagar precios de derribo pueden venderlos después a precios superiores con grandes rentabilidades.

Así ha sido en el caso de los fondos oportunistas que financian a Celsa, que compraron deuda de la empresa de la familia Rubiralta integrada en un crédito sindicado que la siderúrgica había suscrito con la mayoría de bancos españoles, con BBVA como agente principal. Los bancos españoles enajenaron estos activos porque querían evitar nuevas provisiones y porque desconfiaban de la capacidad de repago de los dueños de la siderúrgica catalana.

En ocasiones, como sucede con Celsa, los fondos oportunistas pueden quedar atrapados con la deuda, si no la venden. Si la empresa impaga los prestamos pueden tener que ejecutar las garantías y llegar a convertirse en accionistas de la compañía, algo que disgusta a los gestores de las empresas, como sucede con los Rubiralta. 

Varios de estos acreedores ya se han enfrentado en los tribunales con la familia catalana por el pago de la deuda. Batallan por ella igual que por una escultura de Koons.

La presión de una deuda de 2.300 millones de euros

Celsa, que históricamente se emborrachó de deuda para hacer frente a su crecimiento internacional, ha acumulado refinanciaciones continuas de su pasivo para mejorar las condiciones de pago de sus préstamos y los plazos. Actualmente está enfrentada a ocho acreedores, los fondos oportunistas, titulares del 80% de una deuda que arrastra desde 2017 y que supera los 2.300 millones de euros. Celsa quiere que acepten una quita de la deuda mientras que los acreedores exigen convertirse en accionistas como pago por los créditos. La familia Rubiralta se opone porque aspira a preservar su mayoría en el capital a la vez que negocia un rescate con la SEPI. Las partes tienen que llegar a un acuerdo antes de fin de mes. Los fondos oportunistas cuestionan que Rubiralta busque preservar su participación accionarial en Celsa, más que garantizar la continuidad de la propia compañía. Algunos incluso temen que pueda impagar deuda y forzar el concurso de acreedores con tal de no perder el control de la siderúrgica. 

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