Abierta hasta el jueves

La feria Seafood rompe fronteras pesqueras

El salón de productos del mar más grande del mundo recala en Barcelona con énfasis internacional y grandes expectativas

El salón Seafood en Barcelona.

El salón Seafood en Barcelona. / RICARD CUGAT

Eduardo López Alonso

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La feria Seafood Expo, el mayor salón de productos del mar del mundo, abrió este martes entre olor de multitudes, profesionales cosmopolitas y pescado fresco. La feria arriba a Barcelona en plena retirada de mascarillas y con la expectativa de alcanzar la cifra de visitantes prepandemia, de 2019, lograda en Bruselas, de unos 30.000 visitantes. Tras 28 años en Bruselas, la organización decidió en 2019 trasladar la feria a Barcelona pero la pandemia impidió que se celebrase el año pasado. Liz Plizga, vicepresidenta del grupo Diversified Communications que organiza el salón, prefirió ser prudente y no aventurarse a previsiones sin tener bien amarrados los datos. Plizga es la artífice de una apuesta por Barcelona que promete ser a largo plazo y que dibuja un salón que brilla de nacionalismos pesqueros y frenética y rentable actividad empresarial. Cuando se recupere el mercado asiático el crecimiento será todavía mayor. 

La organización ferial de Seafood ha traído al recinto de Gran Via un abanico amplio de países para los que la apuesta pesquera es desarrollo económico seguro. "Es cierto que cada país tiene una forma distinta de promocionar y presentar sus productos y es el primer pasaporte de calidad en la feria", reconoce Plizga. El pescado y marisco es embajador de cultura gastronómica con mayúsculas, y tras la pantalla del país de procedencia el gran reto de los expositores en Seafood es diferenciar la materia prima, sea por origen o por preparación. La asignatura eternamente pendiente es descubrir nuevas especies capaces de abastecer grandes mercados, pero la preparación y el envase ganan protagonismo. 

Liz Plizga, vicepresidenta de Diversified Communications, empresa organizador de Seafood Expo.

Liz Plizga, vicepresidenta de Diversified Communications, empresa organizador de Seafood Expo. /

El nacionalismo pesquero es evidente en Seafood. Más allá de los estands de Catalunya y España, frente a frente, el de Andalucía junto al de Korea y al fondo Japón, Chile, Portugal, Islandia o Noruega. Mientras los estadounidenses promocionan la carne de cocodrilo como si fuera pescado, los japoneses explican su cuidadoso tratamiento del pescado vivo y los representantes de Maldivas explican las innumerables formas de preparar el atún. Un total 1.550 empresas expositoras de 76 países ocupan casi 40.000 metros cuadrados de feria.

El estand de Dinamarca en el Seafood Expo de Barcelona. 

El estand de Dinamarca en el Seafood Expo de Barcelona.  / RICARD CUGAT

Buena parte de las naciones del mundo apadrinan su producto pesquero en Seafood, y cada una de ellas a su estilo. Entre el público asistente, chefs y empresas de cátering, y conserveras o cadenas de restaurantes. Las soluciones logísticas, de transporte y conservación también están presentes. Y las maquinarias necesarias para envasar y presentar los productos en la tienda. La sostenibilidad también es básica para promocionar productos del mar y los envases actuales aseguran ahorros en el uso del plástico del 65%. 

Pescados y mariscos en la Seafood Expo de Barcelona.

Pescados y mariscos en la Seafood Expo de Barcelona. /

Este martes se dejaron ver también muchos trampantojos, pescados de plástico para exposición, hamburguesas que parecen de ternera y cortes de atún que parecen británico 'rostbeef'. La lata de lujo, el caviar rayado y el envase reciclable también son protagonistas. Las tendencias de consumo en torno al producto del mar están ancladas a un número limitado de especies y la sobreexplotación es una marea de fondo para la crítica, lo mismo que la piscifactoría industrial. Triunfan las hamburguesas de marisco, las especialidades orientales, las algas en forma de paté o pasta, el bloque de tataki listo para degustar. Seafood Expo Global/Seafood Processing Global tendrá un impacto económico de hasta 100 millones de euros en Barcelona. A juzgar por la afluencia de visitantes en el primer día, la cifra es creíble.