Indicadores de progreso y bienestar

La productividad y el consumo crecen a menor ritmo que la economía en Catalunya

La Cambra de Comerç reclama ayudas directas o exenciones fiscales para contrarrestar la inflación energética

Mònica Roca y Joan Ramon Rovira.

Mònica Roca y Joan Ramon Rovira.

Paula Clemente

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La economía catalana crece a buen ritmo, pero no de forma saludable. Si bien el PIB por cápita de la comunidad (indicador que representa el nivel de vida medio de sus habitantes) está a menos de tres puntos de recuperar los niveles precovid, el consumo privado es aún un 5% inferior, la productividad ha retrocedido respecto al año pasado hasta quedarse a un 2,3% de los niveles del 2019, y la media salarial se aleja cada vez más de las cifras europeas, así como el gasto público en educación o en i+D. “La volatilidad extrema de nuestra economía (perder competitividad y recuperarla a costa de incrementar los niveles de paro, por ejemplo) es la que pone en entredicho la calidad del modelo de crecimiento”, sintetiza el responsable de estudios de la Cambra de Comerç de Barcelona, Joan Ramón Rovira.

La entidad ha actualizado este miércoles su Indicador de Progreso y Bienestar (IPB), un índice con el que pretende ir más allá del análisis del Producto Interior Bruto (PIB) de la comunidad y entender si el crecimiento económico revierte de forma positiva en la ciudadanía. De acuerdo con las conclusiones en relación al tramo final del 2021, que se compara a su vez con el núcleo duro de la Unión Europea (Alemania, Francia, Italia, Países Bajos y Bélgica), Catalunya tiene varias tareas pendientes en este sentido.

La primera, económica. “El shock que tuvimos [por el covid] en términos de PIB fue brutal, en cambio pese a que la recuperación ha sido igual de rápida, todavía no hemos vuelto a los niveles que teníamos antes de la pandemia”, ha introducido Rovira. Además, “el consumo privado no ha tenido un comportamiento tan positivo” como el PIB per cápita, ha añadido el mismo, apuntando que si esta evolución "no se traduce en consumo privado o inversión pública significa que no está haciendo su función”.

Educación y tecnología

La cuestión es que en paralelo hay otros tantos retos a nivel social y tecnológico, y también en términos de bienestar. En este sentido, el gasto público por estudiante de las principales economías europeas supera por mucho lo que dedican Catalunya y España, y su incremento es mucho mayor. También la inversión en i+D, que creció ligeramente el año de la llegada de la pandemia solo por la alteración estadística que provocó la intensa caída del PIB.

Por último, la economía catalana se mantiene por encima del grueso económico de la UE en cuanto a la distancia entre las rentas más altas y las más bajas, tiene más hogares con todos sus ocupantes en el paro que antes de la pandemia y una brecha salarial entre la población joven estancada. 

Crisis energética

Y pese a que este panorama parecía llamado a mejorar a medida que el impacto de la pandemia fuera menor, ahora afronta las consecuencias de la inflación (que reduce poder adquisitivo de los trabajadores) y de la guerra e Ucrania, que, en palabras de la presidenta de la Cambra, Mònica Roca, "agrava" la radiografía mostrada. Esta directiva ha reclamado, en este sentido, ayudas directas o exenciones fiscales que frenen la escalada de los precios de la energía. "La situación ha llegado a unos niveles insostenibles para muchas empresas, sobre todo en las pequeñas y medianas", ha afirmado Roca, que ha puesto parte de la solución sobre las energías renovables.

De hecho, la última vez que la Cambra analizó su IPB, puso el foco en el déficit catalán en este sector, una situación que ha vuelto a acusar este miércoles. "La escalada plantea una lógica muy perversa: hay muchos perdedores y solo unos cuantos ganadores, que son las eléctricas", ha concluido.