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Martín Varsavsky, el empresario cercano a Ayuso que quiere llenar Madrid de robots y bebés: "Se vende muy bien"

Tras hacer fortuna con Jazztel y Ya.com, el argentino Martín Varsavsky tiene en pruebas un proyecto de robots autónomos de reparto

Otra de sus empresas, Overture, busca "replicar un laboratorio de embriología en una caja" según su propio eslogan

Ayuso, para quien el empresario desarrolló la app COVID de la Comunidad de Madrid, visitó la sede de la firma para interesarse por el proyecto

Tras hacer fortuna con Jazztel y Ya.com, este argentino tiene en pruebas un proyecto de robots autónomos de reparto

El emprendedor e inversor Martín Varsavsky en un evento en 2019.

El emprendedor e inversor Martín Varsavsky en un evento en 2019. / EPC

Analía Plaza

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"Este fue un negocio en el que puse 25.000 dólares y con el que gano unos 30.000 dólares mensuales en concepto de alquiler desde el año 85. Es muy rentable. Lo cuento porque me han acusado de que mis negocios no son rentables. Y Jazztel no es rentable ahora, pero otros como este sí lo son. Cada vez que lo miro me acuerdo de aquel chico de 25 años, lleno de ilusión, que viajaba a Houston y se olvidaba la plata. Esta es la historia del primer negocio grande que hice en mi vida".

Nueva York, año 2008. El empresario Martín Varsavsky (Buenos Aires, 1960) pasea cámara en mano por el barrio de Tribeca. A medida que avanza entre coches, pasos de cebra y peatones, relata con detalle cómo gestó su primer negocio cuando estudiaba un MBA.

No es un negocio innovador, es puramente inmobiliario. En 1985, Varsavsky vio un edificio en una zona que en aquel momento era barata y consiguió inversión para comprarlo y transformarlo en oficinas. Su socio, Leonard Kahn: trabajador del gobierno de la ciudad de Nueva York. El inversor que le dejó los dos millones de dólares que necesitaba además de la hipoteca, Manuel Madanes: patriarca del imperio del aluminio argentino y gran amigo de su padre.

Madanes "estaba muy afligido porque mi padre había fallecido, así que en cierto modo esto vino por él. Aunque no porque alguien sea amigo de tu padre te va a dejar dos millones de dólares", justifica en el vídeo. Su padre fue el astrofísico Carlos Varsavsky, doctorado en Harvard y profesor de las universidades de Buenos Aires y Nueva York, y murió de un infarto con 49 años.

Con el tiempo, Tribeca se convirtió en uno de los barrios neoyorquinos más populares y el precio de su suelo se multiplicó por diez. En 2012, según los registros del portal inmobiliario StreetEasy, el edificio se vendió por 62 millones de dólares y se convirtió en apartamentos de lujo. La mayoría de ganancias que generó durante esos 37 años fueron para los inversores, pero "una parte importante", cuenta en el vídeo, recayeron en su socio y él.

Cuando lo publicó en 2011, Varsavsky ya era un empresario muy conocido en España. En un corto periodo de tiempo, entre el 95 y el 2000, el argentino se mudó a Madrid y fundó dos empresas millonarias: Jazztel y Ya.com, que vendió por 550 millones de euros a Deutsche Telekom. Era la época de la burbuja puntocom.

Con el porcentaje que tenía, se embolsó 160 millones según calculó la revista Forbes. Aún metido en el sector de las telecomunicaciones, en 2005 fundó Fon —una idea para compartir redes WiFi entre usuarios que no terminó de cuajar— y en 2019 se salió, haciendo caja millonaria de nuevo (la cuantía no se hizo pública, pero según fuentes citadas por La Información debió estar cerca de los 56 millones de euros).

Ha llovido desde entonces, pero Varsavsky sigue buscando cómo hacer negocio en la ciudad. Tras varios años 'tranquilo', sin grandes emprendimientos conocidos y en posición de inversor (en España ha financiado a Menéame, Hipertextual y Busuu), en 2017 y 2018 fundó dos empresas cuyos resultados empiezan a ser visibles ahora. Están en sectores muy dispares: movilidad y fertilidad.

Entre medias, lideró la app del COVID de la Comunidad de Madrid por petición expresa de Isabel Díaz Ayuso, que le envió un whatsapp. Se conocían de una visita informal de la presidenta a Overture, su compañía de fertilidad.

Lejos quedan aquellos comienzos gentrificando Nueva York: el emprendedor más internacional de España se dedica ahora a poner máquinas de comida autónomas en Las Rozas, autobuses a demanda sin casi viajeros en el sur de Madrid y a construir —aún sin éxito— una máquina capaz de crear embriones viables.

Tuvo tres hijos por reproducción asistida con su tercera mujer, que antes fue su ayudante, y desde entonces quiere "democratizar los derechos reproductivos". La compañía ronda los 50 empleados y, según varios ex-trabajadores consultados, combina unos pocos perfiles senior con muchos recién licenciados para ahorrar en salarios.

Martín Varsavsky no ha respondido a varias solicitudes de entrevista de este diario (desde su equipo afirman que no está dándoselas a nadie en estos momentos) para tratar este y otros asuntos; desde la empresa tampoco han querido hacer comentarios sobre este hecho concreto.

"A él le da lo mismo crear embriones que una compañía de teléfonos. Contacta con gente y les promete que va a crear algo de la nada. Es lo que hizo con Jazztel y con otras le han salido mal", sostiene Guillermo Toirac, que fue jefe de ingeniería de Overture entre 2019 y 2020.

En este caso, relata, "se encargó un prototipo a una empresa de Reino Unido, TTP, que pudiese ser replicado en España. Pero aquello no salía adelante, así que Martín dijo: vamos a crear la ingeniería en España. Se amplió el equipo aquí, que hasta entonces solo supervisaba lo que hacía TTP, principalmente con recién titulados. Así salía más barato". Toirac entró cobrando 45.000 euros anuales y fue despedido de forma improcedente en junio de 2020.

"Hubo una conversación durante la pandemia. Se acababa el dinero, se despidió a alguna persona e internamente se comentó que el salario medio sería de 25.000 euros anuales", relata un antiguo empleado que prefiere permanecer en el anonimato y abandonó la empresa, en parte por la falta de un equipo técnico cualificado para llevar a cabo tamaño reto. "Yo lo veía inviable. Esto no es un dispositivo de ocio, es un dispositivo médico, es algo muy complejo y necesita mucho músculo detrás. No puedes sacarlo contratando becarios. Seguramente [Martín Varsavsky] sea muy habilidoso para el negocio y se venda muy bien, pero se rodea de gente que le hace la pelota y tiene un ego que se lo va a comer a él".

Lazos con la Administración

A pocos minutos andando del metro de Ronda de la Comunicación, al norte de Madrid, se encuentra el polígono en el que Varsavsky tiene sus negocios. Además de Overture, están sus empresas de inversión y Goggo Network, la de movilidad.

Goggo ha sido noticia recientemente porque está detrás de los pequeños robots autónomos de reparto que pronto rodarán por las calles de Madrid. Los presentaron con Glovo a finales de 2021 en el distrito de Villaverde, donde el Ayuntamiento quiere establecer una zona de pruebas que "verá la luz en las próximas semanas", según fuentes del área de Innovación y Emprendimiento. Las empresas solicitarán licencia para que el robot funcione también en la céntrica calle Goya.

No será el primer robot que Goggo despliegue. Estas navidades pusieron un "foodtruck autónomo", una especie de máquina de vending con ruedas, en Las Rozas que llevarán a la zona de las Cuatro Torres cuando el Ayuntamiento les dé licencia. La de Las Rozas, gobernada por el PP, fue una colaboración en la que nadie pagó a nadie. Este robot es un modelo de la empresa china Neolix.

El principal activo de Goggo Network no son los robots, sino sus relaciones con la Administración. La empresa recaudó 44 millones en 2019, solo tiene quince empleados y se ve a sí misma como un operador. Si el futuro va a estar lleno de vehículos autónomos, alguien tendrá que controlarlos. Mientras tanto, tratan de influir en la definición de los marcos regulatorios de cada ciudad.

"Integramos los vehículos con las plataformas del cliente, de supervisión del vehículo y aseguramos que todo va bien", explica la cofundadora, Yasmine Fage, que fue alumna de Varsavsky en la escuela de negocios de Columbia. "De momento hacemos pilotos donde cada uno pone sus recursos: una empresa la comida, nosotros las operaciones". Aún no ingresan dinero por ellos.

Fage trabajaba en Nueva York antes de meterse en Goggo Network. "Volví de Estados Unidos y quedé con Martín, porque siempre mantuvimos el contacto. Yo pensaba en emprender, él tuvo esta idea y la desarrollamos juntos. Pero él está en mil cosas más. Es muy de visión".

Los robots de Glovo los pone una empresa turca, Delivers.ai, con la que Glovo contactó en pandemia. Ambas querían hacer pruebas pero no sabían dónde ir. Delivers.ai sugirió contactar con Goggo Network, según cuentan fuentes conocedoras del proceso. Y como Madrid quiere convertirse en un gran hub de movilidad, Goggo les facilitó la entrada. Ellos son los que están detrás del Ayuntamiento para que les apruebe la licencia.

El otro proyecto conocido de Goggo en España también tiene lazos con lo público. En este caso, con la Empresa Municipal de Transportes de Madrid, para la que desarrollaron una línea de autobús bajo demanda que no tuvo ningún éxito. Concretamente, y según la memoria de la empresa, en sus dos meses de operación (julio y agosto de 2020) la utilizaron un total de 39 personas. Es menos de un viajero al día.

La línea funcionó entre los hospitales 12 de Octubre e Infanta Leonor y era necesario reservarla por el móvil. Fue, como los robots, un piloto por el que nadie cobró puesto en marcha por la EMT en colaboración con Goggo Network, Ferrovial y ViaVan. El delegado de Movilidad y mano derecha del alcalde Almeida, Borja Carabante, dijo que tenía vocación transformadora.

"Durante el COVID la EMT tenía un consejo de asesoramiento para pensar ideas de movilidad. Fue una idea que salió de nuestras reuniones", apunta Fage. "La idea era que fueran buses autónomos, pero empezamos con los buses a demanda. Y fue iniciativa de las tres partes: Ferrovial, EMT y nosotros".

El 'whatsapp' de Ayuso y la app COVID

¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿La necesidad de estrechar lazos con la administración para abrir mercado o las buenas relaciones actuales con los gobiernos del PP, que sirvieron para colocar sus productos?

A finales de 2019, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, hizo una visita informal a Overture junto a Miguel Ángel Rodríguez, según explican varios empleados consultados.

No fue una visita oficial —de hecho, Varsavsky pidió total discreción y que se borrara una fotografía en la que salía ella—, pero sí el comienzo de algo. Pocos meses después, cuando estalló la pandemia, Ayuso escribió directamente al empresario pidiéndole que hiciera una app COVID.

Así lo contó él en una entrevista en El Mundo. "[Ayuso] me preguntó si le podía ayudar para poner en marcha una aplicación. Yo la conocía solo de una reunión, me la presentó Pablo Casado hace poco y le dije que si necesitaba algún día algo de empresas digitales, me llamara", dijo.

Sus muestras de apoyo hacia la presidenta en Twitter han sido constantes. No así al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al que ha acusado de mentir y arruinar al país. Tras la primera ola se declaró "refugiado del COVID" y marchó a Alemania porque creía que su gestión de la pandemia era mejor.

La app del COVID salió adelante en pocos días con varias empresas implicadas, que no cobraron por el trabajo pero aparecieron en las notas de prensa de la Comunidad. Entre ellas, Ferrovial, Telefónica, Goggo Network y el estudio de diseño Mendesaltaren, con el que contactó el propio Varsavsky (sinergias: el cofundador de este estudio es el marido de su socia en Goggo Network, Yasmine Fage). Era un test de autodiagnóstico para descongestionar los teléfonos de la sanidad pública.

"Ahí [en la visita de la presidenta a Overture] empezaron los contactos", dice un empleado que estuvo presente. "Martín se vende como asesor, como persona inteligente. Se obsesionó con el COVID y creía que iba a salvar el mundo. Nos comentaba que tenía reuniones por Zoom con Ayuso y se jactaba bastante de ello. También tenía a veces a Casado al teléfono".

La máquina de hacer embriones

Overture, la empresa del argentino que visitó Ayuso, busca replicar un laboratorio de embriología en una caja. Ha recaudado 30 millones de euros. La última ronda fue de 15 millones en mayo de 2021.

La comercialización de la caja, llamada Naturalife, estaba prevista para finales de 2020. Pero un año y medio después no está lista, ni se espera que lo esté en un futuro cercano.

"Estamos lanzando herramientas de forma modular. La visión es que la máquina integre los distintos módulos dentro del laboratorio, pero eso no está. Será el final de nuestra trayectoria", dice Ana García, directora de operaciones de Overture, en una entrevista con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA en la sede de la empresa.

En 2017, Varsavsky hizo ronda de entrevistas en varios medios, portada de Forbes incluida, sobre su nueva obsesión: acabar con el "reloj biológico" de las mujeres mediante la congelación de óvulos.

"Tener bebés no es solo una decisión personal, sino una decisión social", afirmó en un evento tecnológico. "Yo he tenido siete hijos, así que estoy contribuyendo a este problema. Y os animo a tener bebés. Uno de los tres hijos que he tenido por reproducción asistida nació con óvulos congelados, esperma congelado y test genético. No solo creo compañías para ayudar a otros a tener hijos, sino que las pruebo en mi propia familia".

Antes de montar Overture en España, el empresario dio forma a una gran cadena de clínicas de fertilidad en Estados Unidos: Prelude Fertility. Lo hizo a través de adquisiciones de clínicas que ya existían (como Reproductive Biology Associates) y negocios asociados, como el banco de ovocitos My Egg Bank.

Por lo que contó entonces a los medios, la idea era ofrecer a las mujeres una tarifa plana de fertilidad, el llamado Método Prelude. Incluiría congelación de óvulos, creación de embriones, análisis genético y transferencia de estos empezando en 199 dólares al mes. Actualmente es otra empresa del grupo, Bundl, la encargada de financiar los tratamientos y los precios no están disponibles en la web.

Varsavsky montó Overture tras la experiencia en Prelude, con la intención de robotizar los procesos y así abaratarlos. Se rodeó de socios expertos en genética y embriología —los doctores Santiago Munné y José A. Horcajadas, que cuentan a su vez con un fondo de inversión en startups de medicina reproductiva— y encargó el prototipo en Reino Unido. Él manda, pero no lleva el día a día de la empresa, de acuerdo a los consultados.

"Vive en otro mundo. Está por allí, pero en otro mundo", dice el ex-jefe de ingeniería Toirac. "Habla con Bill Gates de vez en cuando, tiene su avión privado, va mucho a Estados Unidos... Es como si Isabel Preysler se paseara por el barrio: tiene una vida totalmente diferente a lo que pasa en él".

En un laboratorio de embriología, los óvulos están sometidos a mucho estrés. Los embriólogos deben manipularlos de forma manual hasta en quince ocasiones desde que los sacan del cuerpo y con procedimientos como el choque osmótico, que generan estrés en las céluluas. La base científica de Overture es la de reducir la manipulación haciéndolo todo de forma automática: meter el óvulo y el esperma en una máquina y esperar a que salga un embrión en perfecto estado, sin necesidad de moverlo manualmente.

Como hacer esa máquina ha sido imposible, han decidido dividirla en tres. De acuerdo a fuentes que conocen bien el desarrollo del producto, los únicos experimentos con muestras humanas válidas hechos hasta la fecha han sido en México, pero no salieron bien.

Lo que más cerca está del mercado —"está en fase clínica y solo requiere de una autocertificación", explica la jefa de operaciones de Overture— es un módulo llamado "Metabolómica" que sirve para hacer análisis no invasivo de embriones: esto es, para comprobar si un embrión es genéticamente válido sin necesidad de sacarle una célula, el método habitual pero más 'violento' y dañino para el embrión. El siguiente paso es la automatización de la vitrificación (congelación) de óvulos, aún sin fecha.

"Eso ya está inventado, pero no lo hace una máquina sino que es manual", apunta la doctora en biología y experta en reproducción asistida Rocío Núñez. "Una de las técnicas que hay en reproducción asistida es el PGTA: coges el embrión y ves si es cromosómicamente normal. Se empezó a hacer para elegir embriones sin anomalías ante enfermedades hereditarias. Ahora se ha ampliado el diagnóstico. Y lo que se está haciendo es analizar el medio de cultivo [una placa en la que 'nada' el embrión durante unos días] en lugar de sacarle una célula. El problema no es hacerlo automático, sino que el medio de cultivo te dé toda la información que necesitas".

Para esta experta, la automatización del análisis genético "no soluciona mucho la vida en comodidad y resultados" a un laboratorio. "No me ahorra personal, prefiero hacerlo de forma manual, me da más seguridad", apunta.

La doctora Irene Cuevas, directora del laboratorio FIV del Hospital General de Valencia y miembro de la junta de la Sociedad Española de Fertilidad, sí le ve ventajas. "El test de Overture predice la capacidad de implantación del embrión", dice. "Con ello, transferiríamos el embrión con mayor potencial de todos los disponibles y reduciríamos el 'time to pregnancy', el tiempo hasta la consecución de la gestación, lo que reduce el número de transferencias fallidas".

Una de las aplicaciones más habituales de esta técnica se da en mujeres mayores de 40 años. "Porque sus óvulos son de mala calidad o cromosómicamente anormales. O no se implantan o se abortan. Analizándolos genéticamente puedes coger los embriones normales y transferirlos", continúa Núñez.

Los avances de Overture coinciden con el recién presentado plan de fertilidad de la Comunidad de Madrid. Yolanda Cabello, la jefa de embriología de la empresa y una destacada profesional del sector, afirma que no han tenido contactos en este sentido con la Comunidad porque aún no pueden ofrecer nada, pero que su tecnología podrá ayudar al plan en dos aspectos.

En primer lugar, realizando los análisis genéticos de los embriones con óvulos de mujeres mayores. Y en segudo lugar, "mejorando el proceso de congelación y descongelación de óvulos" con la máquina que mejore la vitrificación.

La calidad de los óvulos de las mujeres disminuye a partir de los 40 años, por eso la industria de la reproducción las empuja a congelarlos antes o —si no lo han hecho y quieren un hijo a partir de los 40— a utilizar los de otra mujer.

Actualmente, explica Núñez, la sanidad pública de Madrid no trata pacientes con una reserva ovárica baja, aunque sean jóvenes, ni realiza tratamientos con donación de ovocitos porque no hay un banco público. Pero en su plan de fertilidad plantea ampliar la edad de los tratamientos a 45 años, frente a los 40 actuales.

"La Comunidad de Madrid está pensando en ofrecer ciclos a mujeres de hasta 45 años. A esa edad no se va a quedar embarazada nadie", sostiene Cabello. "¿Qué necesitarás? Un banco de ovocitos de donantes. Y ahora mismo no hay instalaciones suficientes, ni espacio ni personal, en las unidades públicas. Otro problema que habrá es que la Comunidad no podrá pagar compensación a las donantes de óvulos. Actualmente, puedes hacer el tratamiento por la pública con donación si compras tú el semen. En el caso de ovocitos, también se podría hacer".

"Yo tengo bastante curiosidad por qué ver en qué queda todo esto. El reproductivo es un mercado con potencial y Varsavsky tiene los contactos y la notoriedad para venderse", concluye el antiguo empleado que se marchó de Overture. "Recibes a la presidenta en tus instalaciones, le cuentas tus cosas, vendes tu perfil de gurú y el rollo de la colaboración... Y al final ya has tocado el palo gubernamental".